jueves, enero 31, 2008

USA: Call for a moratorium

http://www.foodfirst.org/node/1824

Environmental and Human Rights Groups call for a Biofuels (Agrofuels) Moratorium

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For Immediate Release Contact: Cameron Scott of RAN 415.659.0541
Contact: Eric Holt-Gimenez of Food First 510-654-4400 ext 227.

January 29, 2008

SAN FRANCISCO – Representatives from Rainforest Action Network (RAN), Student Trade Justice Campaign, Food First, Global Justice Ecology, and Grassroots International today called for a moratorium on all incentives and renewable fuels targets for agrofuels in pending federal energy legislation until standards can be developed to ensure that plant-based fuels such as biodiesel show significant environmental benefits over fossil fuels, and that they do not contribute to world hunger or human rights abuses. Citing environmental and human rights abuses linked to industrial biofuels production, groups announce opposition to federal agrofuels targets and incentives

The announcement, made at a press conference in front of House Speaker Nancy Pelosi’s (D-Calif.) San Francisco office, signaled the first formal opposition to the federal government’s push for agrofuels as a solution to the climate crisis. Also supporting the moratorium was Rafael Alegría, former president of Via Campesina, the largest family farmers’ organization in the world. More than 35 organizations around the world have signed on to the call for a U.S. moratorium.

As demand for agrofuels has grown in recent years, large-scale production has led to deforestation of the world’s rainforests, higher food prices, and widespread human rights abuses. Producing palm oil, one of the most popular sources of biodiesel, entails so much deforestation that, over its lifecycle, palm-based biodiesel can emit up to 10 times more carbon dioxide per gallon than gasoline. As industrial agrofuels plantations expand, they also displace subsistence farms and Indigenous communities. The United Nations has predicted that as many as 5 million Indigenous people worldwide could be adversely affected by the continued expansion of agrofuels. In recent weeks, the United Nations and the European Union have expressed reservations about widespread use of agrofuels.

Agribusiness giants ADM and Cargill have lobbied aggressively for government targets and subsidies for agrofuels. An ADM subsidiary, the Wilmar Group, is the largest producer of palm-based biodiesel in the world and is clearing tropical rainforests in Indonesia that are among the last remaining habitats of the endangered orangutan. Cargill is pushing palm oil production into Papua New Guinea, home of the world’s third largest intact rainforest. Cargill also operates an illegal soy port in the Brazilian city of Santarem, in the heart of the Amazon. Deforestation rates have doubled in the region since the port opened. Soy is the leading cause of deforestation in the Amazon, and ADM, Cargill and U.S. agribusiness Bunge account for 60 percent of its funding.

SUPPORTING STATEMENTS:

Mike Brune, Executive Director of Rainforest Action Network, said: “Politicians paint agrofuels as the fuels of the future. But the fuels of the future shouldn’t emit more greenhouse gases than gasoline, degrade priceless ecosystems, and force people off their land. The future demands better solutions.”

Eric Holt Gimenez, Executive Director of Food First, said: “The side effects of biofuels—the rise in food costs, shrinking water tables, deforestation and displacement of rural people—are rarely discussed. The question is not whether ethanol and biodiesel have a place in our future, but whether or not we allow a handful of global corporations to transform our food and fuel systems, destroy the planet’s biodiversity and impoverish the countryside.”

Nikhil Aziz, Executive Director of Grassroots International, said: “This new ‘green rush’ is a reckless race towards disaster – one that endangers food security for millions, while doing little to help stem the negative impacts of climate change. We have the science and the resources needed for real solutions, we just need the politicians to climb their way out of corporate pockets.”

Lorena Rodriguez organizer with the Student Trade Justice Campaign, said: “We support this moratorium because we believe that industrial agriculture, core to the agenda in free trade and investment agreements continue to serve the interest of large agribusinesses at the expense of the livelihoods of small farmers and indigenous people throughout the world.”

Rachel Smolker of the Global Justice Ecology Project said: “Proponents of biofuels claim that the problems created by using food crops will be solved when the next generation of cellulosic technologies becomes viable, but as the chair of our House Agriculture Committee stated just a few days ago, that may not happen for 10 years, if ever. Those technologies depend heavily on biotechnology like genetically engineered trees, which could contaminate native forests with unpredictable and irreversible consequences.”

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Brasil y Chile: preocupa investigación en árboles transgénicos

La biotecnología aplicada a la investigación de variedades de árboles transgénicos para darles ciertas características que faciliten su plantación en carácter de monocultivo a gran escala es liderada en América Latina por dos países: Brasil y Chile.

En Brasil, la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad (CTNBio), el órgano responsable por el control de la tecnología del ADN recombinante --que implica la manipulación de genes--, aprobó en junio de 2007 las normas para la liberación planeada en el medio ambiente de experimentos con eucalipto transgénico en el país.

Actualmente, la CTNBio tiene 24 solicitudes de aprobación de eucaliptos transgénicos. Algunas de las modificaciones genéticas se refieren al aumento volumétrico de las plantas, otras a la reducción y modificación de lignina (solicitud de International Paper do Brasil Ltda.), la alteración del contenido de celulosa (solicitud de Suzano Bahia Sul Papel e Celulose), la mejoría de la calidad de la madera (solicitud de Alellyx Applied Genomics) y la tolerancia a glifosato (solicitud de la Universidad Federal de Vinosa).

La empresa ArborGen Tecnologia Florestal Ltda. figura también como otra de las solicitantes de liberación de variedad de eucalipto transgénico que utilizaría una tecnología que permite producir árboles con menos lignina --que es la sustancia que confiere dureza al árbol-- con lo cual se reducen los costos de extracción de la celulosa.

Esto abarataría los costos de la industria de la celulosa para papel por dos razones: porque se obtendría más cantidad de celulosa por tonelada de madera y porque aumentaría la eficiencia del rendimiento en el proceso de obtención de celulosa en la medida que habría menos lignina a ser separada de la celulosa.

Más recientemente, la fiebre por los agrocombustibles –de los cuales el etanol es uno de ellos- da pie a este auge de los eucaliptos transgénicos. La lignina y la celulosa son los principales componentes de la madera y un árbol transgénico con menos contenido de lignina favorecería la producción de celulosa, materia prima para la obtención de etanol..Según informa Rel-UITA, las empresas del sector están ávidas de plantar árboles transgénicos en el mercado latinoamericano.

Maria Rita Reis, abogada de la ONG Tierra de Derechos, opina que (ver http://www.rel-uita.org/agricultura/transgenicos/critica-eucalito-trang-br.htm ) la CTNBio está influenciada por presiones de mercado y “no ha sido capaz de discutir profundamente las cuestiones de bioseguridad que sería atribución de la Comisión. Por ejemplo, discutir la posibilidad de coexistencia de cultivos transgénicos y no transgénicos. Hasta el momento actual, muy poco se ha discutido sobre los derechos de los agricultores y consumidores que no quieren consumir ni plantar transgénicos".

La manipulación genética que da origen a las variedades transgénicas tiene varios riesgos, algunos de los cuales se refieren a la posibilidad de contaminación de otros cultivos --lo cual sería letal para los que están destinados a la industria mobiliaria, o para los árboles frutales. También hay riesgos para la apicultura.

En Chile, por otra parte, ya en el año 2004, la empresa GenFor prometía desarrollar pinos resistentes a la polilla del brote (Ryacionia buoliana), que afecta gravemente a las plantaciones de pinos.

En agosto de 2007 se formó un mega consorcio forestal -- Consorcio Genómico Forestal S.A.-- que opera en el Centro de Biotecnología de la Universidad de Concepción en la Región del Bío Bío.

Este tipo de consorcios, que en su mayoría operan como empresas de investigación, reflejan la estrecha vinculación que existe actualmente entre las universidades y las empresas, facilitada por el Estado, que traspasa fondos a las universidades para que éstas diseñen el negocio junto a las empresas que conforman el consorcio y que son, a su vez, fundamentales para conseguir fondos estatales.

En el caso del Consorcio Genómico Forestal S.A., los investigadores de las empresas forestales que lo integran – Forestal Arauco y Forestal Mininco-- representan, aproximadamente, el 60 % del patrimonio de plantaciones del país y más del 75 % de las exportaciones.

Los estudios en desarrollo apuntan a obtener más celulosa de los eucaliptos glóbulus, a conseguir árboles de esta especie más resistentes al frío (pues actualmente a los 400 ó 500 metros de altura mueren por las heladas). Según surge de la propia página del Consorcio, en pino radiata interesa buscar árboles resistentes al hongo pitcher canker que llegó del extranjero a Chile hace unos cinco años, que ha devastado plantaciones en EE.UU. y otros países, pero en Chile no se ha desarrollado fuera de los viveros aunque se teme que, si no es detenido, consiga adaptarse en un plazo de cinco a siete años.

La formación de doctores en genómica forestal, otro de los objetivos del Consorcio, busca situar a la región como líder de la genética forestal en Chile.

Frente a esta situación, numerosas organizaciones nucleadas en la Red Latinoamericana contra los Monocultivos de Árboles (RECOMA), hicieron llegar a los gobiernos de Chile y Brasil una carta abierta en la que expresan su preocupación que “se origina, en primer lugar, en el hecho de que la manipulación genética que se está llevando a cabo apunta a consolidar y expandir un modelo de monocultivos de árboles que ya ha demostrado resultar en graves impactos sociales y ambientales.

Por otro lado, el uso de árboles transgénicos agravaría aún más los impactos ya constatados sobre el agua, dado que una de las características que se desea introducir es la de un crecimiento más rápido, lo que significaría un uso mayor de agua por parte de las plantaciones.”

La RECOMA solicita a los gobiernos que adopten “enfoques de precaución al tratar la cuestión de los árboles genéticamente modificados” y ordenen “la suspensión de las investigaciones que se están llevando a cabo, hasta tanto no se despejen las dudas sobre sus posibles impactos manifestadas en la fundamentación [de la Decision VIII/19] de la COP8” (ver texto completo de las cartas en http://www.wrm.org.uy/plantaciones/RECOMA.html#Cartas).


Boletín Mensual del Movimiento Mundial por los Bosques

Este boletín también está disponible en inglés, francés y portugués

Editor: Ricardo Carrere

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miércoles, enero 30, 2008

El nexo caña de azucar-etanol

http://www.grain.org/biodiversidad/?id=368

El nexo caña de azucar-etanol

GRAIN

Estados Unidos y Brasil son, con mucha ventaja, los centros dominantes de la producción mundial de etanol. En conjunto representan cerca de 70 por ciento del etanol producido actualmente en el mundo. Ambos países dominan también la producción mundial para la exportación de los cultivos de los cuales producen su etanol. Estados Unidos, que fabrica etanol a partir del maíz, produce aproximadamente 70 por ciento de las exportaciones mundiales de maíz. Brasil hace su etanol con caña de azúcar y actualmente abarca más de la mitad del comercio de azúcar en todo el mundo. En esos dos países, entonces, la oferta de la materia prima para el etanol ocurre dentro de las cadenas mundiales de productos básicos que, por supuesto, están férreamente controlados por unas pocas empresas transnacionales e influidas por las relaciones internacionales de comercio. [27]

El surgimiento de Brasil como principal exportador de azúcar comenzó a fines de los ochenta cuando se liberalizó su sector azucarero. Fue entonces que comenzó a entrar la inversión extranjera, expandiendo la escala y la superficie de la producción de azúcar y orientando la industria hacia las exportaciones. Pero en realidad fue únicamente en los últimos años que el azúcar brasileño comenzó a inundar el mercado mundial. En 2004, Brasil ganó un caso muy importante en la Organización Mundial de Comercio contra el régimen azucarero de la Unión Europea. La victoria de Brasil debilitó las rutas coloniales de comercio y producción que habían perdurado durante largo tiempo, así como la producción para la exportación de la Unión Europea, altamente subsidiada. Actualmente, las industrias azucareras del Caribe, el Pacífico y otras partes del mundo, que fueron sostenidas por el acceso preferencial a la Unión Europea, están en franca decadencia, aun cuando los crecientes mercados del etanol provocan un aumento del precio internacional del azúcar. Mientras tanto, la producción brasileña de azúcar está en su auge: la participación del país en las exportaciones mundiales de azúcar aumentaron de 7 por ciento en 1994 al 62 por ciento en 2006 y, en los últimos cuatro años, sus exportaciones de azúcar y etanol aumentaron 243 por ciento. [28]

En este nuevo contexto, donde las empresas azucareras están consolidando sus operaciones y expandiéndose a sectores de producción de bajo costo, Brasil se ha convertido en su principal blanco de inversión. Bajaj Hindustan, por ejemplo, el mayor productor de azúcar de la India, estableció una filial brasileña en 2006 y destinó 500 millones de dólares para inversión inmediata en el país. “Si necesito crecer exponencialmente, debo estar en Brasil”, dijo Kushagra Nayan Bajaj, director ejecutivo de la compañía. “Si un inversionista espera que en los próximos cinco o tres años yo le brinde otro incremento que aumente diez veces su inversión, no puedo hacerlo en la India”. [29]

El auge de la producción de etanol brasileño ocurre, por lo tanto, paralelamente a un auge más general de la producción azucarera del país. Y, de la misma forma que en el nexo palma-petróleo, los productores de azúcar están utilizando rápidamente esta oportunidad para asegurar el control sobre el mercado internacional del etanol de caña de azúcar, posicionándose de manera de aprovechar tanto el aumento de los precios mundiales del azúcar como su creciente demanda para etanol.

El gobierno de Brasil desempeña un papel clave para facilitar esta consolidación de las empresas. El presidente Lula y su gabinete de ministros están en una aparentemente constante gira de promoción del etanol, concretando acuerdos por todo el mundo para el suministro de etanol brasileño así como de la tecnología nacional asociada. Gran parte del apoyo del gobierno a la industria ocurre a través de la compañía petrolera estatal, Petrobrás, que está desarrollando activamente la infraestructura para la exportación. Su último proyecto es un oleoducto de etanol de 750 millones de dólares que se extiende por más de 1 200 kilómetros desde el interior de Brasil a la refinería de Petrobrás en Paulinia y luego más adelante hasta el puerto de São Sebastião. El oleoducto tendrá la capacidad de transportar casi la mitad de la actual producción de etanol de Brasil.

Petrobrás está también más directamente involucrado en asegurar mercados de exportación a largo plazo para el etanol brasileño. En 2005 hizo un acuerdo con la compañía petrolera estatal de Japón —Nipón Alcohol Hanbai—, para crear BrazilJapan Etanol, una empresa conjunta que planea exportar 1 800 millones de litros de etanol por año a Japón. [34] En marzo de 2007, como parte de una asociación de 8 mil millones de dólares acordada entre Japón y Brasil, Petrobrás, Mitsui e Itochu estuvieron de acuerdo en establecer una empresa conjunta brasileña que abastecería de etanol a Japón como mínimo en los próximos 15 años. Las dos partes también iniciaron negociaciones para la construcción de un oleoducto dentro de Brasil para facilitar esas exportaciones. [35]

Los grandes beneficiarios del surgimiento de Brasil como la central mundial del azúcar y el etanol son las empresas transnacionales y las pocas familias, conocidas en Brasil como los barones del azúcar, que controlan cada vez más la industria del azúcar y el etanol. Los inversionistas extranjeros están golpeando la puerta y los barones del azúcar han estado consolidando sus acciones y reestructurando sus compañías para atraer la inversión extranjera. Algunos han puesto incluso sus negocios familiares en la bolsa de valores brasileña. Naturalmente, lo que ocurre es que los inversionistas extranjeros compran las carteras de control o acciones minoritarias, dejando que los barones del azúcar, con su experiencia en maximizar la productividad mediante la explotación, supervisen las operaciones agrícolas.

Los barones del azúcar de Brasil han utilizado este aluvión de fondos de inversionistas extranjeros y del gobierno para comprar empresas más pequeñas y expandir la producción destinada a las exportaciones. Entre 2000 y 2005 hubo 37 fusiones y adquisiciones dentro de las industria del azúcar y del etanol del país. [36] Hoy apenas es posible distinguir unos pocos conglomerados —redes transnacionales de empresas y familias del azúcar— que controlan la industria. Dos de los conglomerados más importantes son los de Crystalsev y Ometto

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Fondos de inversión para el etanol brasileño

Infinity Bioenergy

Compañía con sede en Bermuda, registrada en la Bolsa de Valores de Londres y que fue formada en 2006 por cerca de 50 inversionistas. Uno de sus principales inversionistas es el fondo estadounidense Kidd & Company. Con más de 500 millones de dólares destinados a inversiones en el etanol brasileño, el fondo ha gastado hasta ahora 400 millones de dólares en la compra de carteras de control de tres fábricas con una capacidad de procesar un total de 3.5 millones de toneladas de caña de azúcar, y está invirtiendo en la construcción de dos nuevas fábricas en los estados de Espírito Santo y Bahia. El interés de Infinity BioEnergy se centra en regiones con escasa tradición en caña de azúcar y donde ve potencial para su cultivo. Infinity BioEnergy también anunció recientemente que se fusionaba con el fondo Evergreen, otra inversión británica que financia las actividades en el etanol brasileño, con un gran interés en la fábrica de etanol Alacana, en Nanuque. Infinity planea exportar por lo menos parte de su producción a Estados Unidos, y por tanto está invirtiendo 20 millones de dólares en una fábrica de deshidratación en el Caribe, que posibilitará el acceso libre de impuestos al mercado estadounidense.

Bioenergy Development Fund

Iniciado a principios de 2007 por el tercer mayor banco de Francia, Société Générale. Está registrado en las Islas Caimán. Si bien todavía debe hacer una inversión, el fondo recaudó 200 millones de dólares en el primer mes y, supuestamente, está en vías de reunir un total de mil millones de dólares este año. Société Générale también participa de inversiones en fábricas de etanol estadounidenses.

Brazilian Renewable Energy Company Ltd (Brenco)

Recaudó 200 millones de dólares en la colocación privada inicial de sus acciones. Está financiada por varios inversionistas de renombre, tales como el fundador de Sun Microsystems, Vinod Khosla, el magnate de los supermercados Ron Burkle y el co-fundador de aol, Steve Case. Goldman Sachs es su agente de colocación exclusivo. Otros inversionistas son el ex presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, el productor de cine Steven Bing, y las firmas brasileñas Tarpon All Equities y el Grupo Semc. El director de Brenco es Philippe Reichstul, ex presidente de Petrobrás. El objetivo de Brenco en los próximos 10 años es lograr una producción anual de 3 800 millones de litros, según fuentes del mercado. Brenco está registrada en Bermuda, pero tiene su sede en São Paulo.

Clean Energy Brazil

Creada por Numis, un banco de inversiones británico. Entre sus socios figuran Czarnikow Sugar, uno de los mayores intermediarios azucareros del mundo y agente de aproximadamente el 30% del mercado de azúcar/etanol de Brasil, y Agrop, propiedad de la familia Junqueira, empresarios del azúcar en Brasil. El fondo opera en la Bolsa de Valores de Londres y recaudó 185 millones de dólares en su oferta pública inicial. Su primera adquisición en 2007 fue el 49% de las acciones del grupo azucarero Usaciga.

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La Convención sobre Biodiversidad, los árboles GM y el consumo de papel

En marzo de 2006 las Partes de la Convención sobre Diversidad Biológica (CDB) se reunieron en Curitiba, Brasil, y discutieron el tema de los árboles genéticamente modificados (GM). Algunos delegados exigieron la moratoria a los árboles GM, en tanto otros solicitaron que la CDB produjera un informe sobre “los posibles impactos ambientales, culturales y socioeconómicos de los árboles genéticamente modificados”.

La CDB terminó su informe a principios de diciembre de 2007. Dicho informe se discutirá durante la 13ª reunión del Órgano Subsidiario de Asesoramiento Científico, Técnico y Tecnológico (SBSTTA) de la CDB que tendrá lugar en febrero de 2008 en Roma.

Este informe resume los argumentos a favor y en contra de los árboles GM basándose principalmente en artículos publicados en revistas científicas. “Existe una gran incertidumbre acerca de la utilización de los árboles genéticamente modificados”, declara el informe, “ y no se dispone en la actualidad de los datos científicos necesarios para evaluar sus posibles impactos”. El motivo es que la única forma de obtener la información necesaria para determinar los impactos de los árboles GM es plantándolos en vastas extensiones y observándolos durante varias décadas. Tal experimento demostraría que los árboles GM tienen importantes impactos sobre los ecosistemas y las comunidades locales. Algunos árboles GM se convertirían en malezas y otros diseminarían sus genes por cruzamiento exogámico. Una vez que esto suceda será demasiado tarde para exigir su regreso al laboratorio. Un experimento tal sería claramente peligroso e irresponsable.

La reunión de Curitiba acordó una resolución que “invita a las Partes a (...) aplicar el enfoque de precaución a la utilización de árboles genéticamente modificados”. El informe de la CDB señala que muchos científicos se hacen eco de esta resolución, “haciendo énfasis en que debe aplicarse el principio de precaución al considerar el uso de árboles genéticamente modificados”. Pero esto no es suficiente. Es necesario que se prohíban los árboles GM.

Al tiempo que señala algunos de los problemas de los árboles GM, el informe de la CDB dice poco sobre el hecho de que estos árboles exacerbarán los problemas de las plantaciones industriales de árboles. Los impactos sobre la biodiversidad, los impactos sobre el sustento de las comunidades que viven cerca de las plantaciones, los impactos sobre los Pueblos Indígenas y los problemas de género asociados con los impactos de las plantaciones industriales de árboles se tratan en forma superficial o se los ignora.

Quizás el mayor error del informe es que la CDB regurgita la propaganda de la industria del papel que afirma que plantaciones más eficientes llevarán a que disminuya la necesidad de tala de crecimientos antiguos” [sic], “permitiendo por lo tanto la conservación de la biodiversidad en dichas zonas” Esto puede parecer lógico, pero la realidad es que hasta ahora la posibilidad de plantar la misma cantidad de fibra en una superficie de tierra menor no ha hecho que ninguna empresa de la pulpa y el papel detenga la expansión de sus plantaciones. Aracruz, la gigante brasileña de la celulosa, investigó durante décadas en plantaciones de crecimiento más rápido. Los eucaliptos de Aracruz se cuentan entre los árboles de crecimiento más rápido del mundo. Sin embargo la superficie de sus plantaciones ha crecido a ritmo sostenido, pues la empresa continúa aumentando su producción de celulosa.

El informe de la CDB alega que con los árboles GM de lignina reducida o crecimiento rápido “serían necesarios menos árboles para satisfacer las necesidades de consumo”. Vale la pena considerar en mayor detalle cuáles podrían ser estas “necesidades de consumo”. La producción mundial de papel y cartón ha aumentado en forma impresionante a partir de 1961, cuando la producción anual alcanzó los 77 millones de toneladas. Para 1978 la producción se había duplicado. En 2005 se produjeron en todo el mundo 354 millones de toneladas de papel. El uso de papel reciclado ha aumentado un promedio de 12% anual hasta alcanzar cerca del 46% de la producción global de papel en 2005. Sin contar el papel reciclado, la producción de papel ha aumentado a un ritmo sostenido de alrededor de tres millones de toneladas por año. Entre tanto, el consumo de papel por persona también aumentó. En 1961 el promedio global de consumo de papel por cabeza era de 25 kilogramos. En 2005 la cifra ascendía a 54 kilogramos.

Sin embargo, estas cifran esconden una gran desigualdad. En Finlandia (el mayor consumidor de papel por cabeza del mundo) el consumo aumentó de cerca de 100 kilogramos por persona en 1961 a 429 kilogramos en 2000 (después de lo cual cayó hasta llegar a 325 kilogramos en 2005). En China el consumo por cabeza era de unos cuatro kilogramos en los 1960. A partir de 1970 esta cifra se duplica cada diez años. En 2005, el consumo de papel en China era de alrededor de 44 kilos por persona. Estos números también esconden otra desigualdad, puesto que mucho del papel producido en China se usa como embalaje para productos que se exportan al resto del mundo, sobre todo a Europa, Japón y América del Norte.

Para que los 1.300 millones de personas que viven en China pudieran consumir tanto papel como en Finlandia habría que producir otros 422 millones de toneladas de papel por año, más que la actual producción mundial total. Por supuesto que el bajo consumo de papel no se limita a China y tenemos que incluir también el resto del mundo. La población mundial asciende actualmente a 6.600 millones. Si el resto del mundo fuera a consumir la misma cantidad de papel que Finlandia tendríamos que producir 2.300 millones de toneladas por año, o sea más de seis veces la producción mundial actual. Evidentemente, esto es ridículo. Pero si es ridículo que todo el mundo consuma tanto papel, obviamente también es ridículo que Finlandia lo haga.

El periodista Eric Sevareid señaló una vez que “La principal causa de los problemas son las soluciones”. Promover los árboles GM como solución a las “necesidades de consumo” creará una cantidad de nuevos problemas sin siquiera haber empezado a tratar el asunto del consumo excesivo del Norte.

Por Chris Lang, http://chrislang.org

El informe completo de la CDB (The Potential Environmental, Cultural and Socio-Economic Impacts of Genetically Modified Trees) está disponible en http://www.cbd.int/doc/meetings/sbstta/sbstta-13/information/sbstta-13-inf-06-en.pdf



Boletín Mensual del Movimiento Mundial por los Bosques

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Editor: Ricardo Carrere

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Los árboles transgénicos

Estimad@s amig@s:

Dado el peligro inminente de la incorporación de árboles transgénicos al paquete de monocultivos de árboles y la escasa información que circula al respecto, hemos elaborado un documento informativo (que copiamos más abajo) que esperamos pueda servir para ayudar a comprender mejor el tema.

Al mismo tiempo, aspiramos a que sea de utilidad para influenciar a los delegados oficiales en la próxima reunión del organismo asesor de la Convencion sobre Diversidad Biológica (SBSSTA), que se reunirá en Roma en febrero de este año.

Lo pueden usar libremente (incluyendo su impresión en papel) y modificarlo a gusto para adaptarlo a las necesidades locales. Se puede acceder al documento en formato pdf en:

http://www.wrm.org.uy/temas/AGM/documento_AGM.pdf

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Los árboles transgénicos


Hasta ahora el debate sobre los organismos genéticamente modificados –también llamados transgénicos- se ha centrado principalmente en los cultivos agrícolas y sólo en menor medida en los árboles genéticamente modificados. Esto es comprensible, dado que ya se están sembrando comercialmente cultivos transgénicos –por ejemplo maíz y soja- que están destinados a alimentar directa o indirectamente a los seres humanos, lo que constituye una amenaza potencial para su salud.

Sin embargo, el hecho de que no se coman, no significa que los árboles transgénicos sean menos peligrosos. Por el contrario, los peligros que plantean los árboles transgénicos son en cierto modo más graves que los presentados por los cultivos de ese tipo, ya que los árboles viven más tiempo que los cultivos agrícolas, y esto significa que puede haber cambios no previstos en su metabolismo muchos años después de haber sido plantados. Por ejemplo, ya se está trabajando en árboles manipulados genéticamente para que no florezcan, con el supuesto objetivo de evitar la posible contaminación de árboles naturales con el polen de transgénicos. El problema es que nadie puede asegurar que, 20 o 30 años después de plantados, uno de entre los miles o millones de árboles transgénicos no pueda florecer y contaminar a los árboles normales de la misma especie, volviendo a su descendencia estéril. El impacto que ello significaría sobre esa especie y sobre el bosque en su conjunto podría ser devastador.

Por otro lado, el polen de los árboles puede ser llevado por el viento a enormes distancias. Ello significa que los árboles transgénicos pueden fácilmente contaminar con su polen a árboles localizados a gran distancia y generar así graves impactos sobre los bosques. Por ejemplo, un pino radiata transgénico resistente al ataque de insectos plantado en Chile puede a la larga contaminar a los pinos de esa misma especie en su lugar de origen en los EEUU, pudiendo exterminar a una amplia gama de insectos y generar graves impactos sobre las cadenas alimenticias vinculadas a los mismos.

En el caso de sauces y álamos, es conocida la capacidad de cruzamiento de distintas especies entre sí, por lo que una especie manipulada genéticamente podría contaminar a muchas otras especies y transmitirles características indeseables del punto de vista del funcionamiento de los ecosistemas.

A pesar de las incertidumbres y de los riesgos potenciales, los científicos continúan jugando con los genes para “mejorar” los árboles. Por supuesto que lo que en realidad hacen es cambiar algunas de las características de los árboles para servir mejor los intereses de quienes financian su investigación –en particular grandes empresas vinculadas al sector forestal- de modo de mejorar la rentabilidad de los negocios involucrados.

Pero desde una perspectiva biológica no hay mejora alguna. ¿Es un árbol con menos lignina mejor o peor que uno normal? Es claramente peor, dada la pérdida de fuerza estructural resultante, que lo hace susceptible de sufrir serios daños durante las tormentas de viento. ¿Es una “mejora” un árbol resistente a herbicidas? No lo es, porque permite la fumigación extensiva de herbicidas, que afecta el suelo donde está el árbol, al mismo tiempo que destruye la flora local y repercute sobre la vida silvestre y la salud de la gente. ¿Qué utilidad puede tener un árbol sin flores, sin frutos y sin semillas para los seres vivos, incluyendo al ser humano? No proporcionará alimento a numerosas especies de insectos –entre los que se cuentan las abejas productoras de miel- pájaros y otras especies que dependen de las mismas para alimentarse. ¿Es una mejora un árbol con propiedades insecticidas? Es un peligro para muchas especies de insectos que a su vez son parte de cadenas alimenticias mayores.

Desde una perspectiva socioambiental, los árboles transgénicos son un paso muy peligroso y es preciso analizar quienes los están impulsando y para qué. En ese sentido, la industria forestal ha sido históricamente la más interesada en adecuar los bosques - percibidos desde su visión empresarial como “desordenados” y “poco productivos”- a sus intereses comerciales. Se asignó entonces a científicos y técnicos forestales la tarea de “mejorarlos”. La respuesta fue establecer plantaciones de una sola especie en filas rectas equidistantes para así obtener la mayor cantidad posible de madera por hectárea. De ese modo los bosques y praderas comenzaron a ser progresivamente destruidos y reemplazados por monocultivos productores exclusivamente de madera.

Pero eso no fue suficiente y los forestales tomaron diferentes medidas para “mejorar” esos monocultivos. El primer paso fue investigar cuáles eran los árboles más apropiados para cada país y para cada ambiente y seleccionar los que presentaran mejores cualidades para el propósito buscado: la producción de madera para la industria. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) tuvo un papel central a este respecto, en primer lugar definiendo a estos monocultivos como “bosques” y fundamentando la necesidad de promover la plantación de tales “bosques” en los países del Sur. Pero el papel de la FAO no se limitó a eso, sino que promovió la investigación sobre especies que consideró aptas para la plantación -en particular de eucaliptos- y fue uno de los principales vehículos para convencer a los gobiernos sobre la conveniencia de promover este tipo de plantaciones en sus países.

A partir de los resultados de las primeras plantaciones se fueron luego seleccionando las especies más aptas, teniendo sobre todo en cuenta rápido crecimiento, troncos rectos, pocas y delgadas ramas y madera adecuada para la industria.

El segundo paso supuso la adopción gradual de todo el paquete de la Revolución Verde, también respaldado por la FAO: creciente mecanización de las tareas forestales, aplicación de fertilizantes químicos, agrotóxicos para combatir las plagas y herbicidas para evitar la competencia de otras plantas con los árboles plantados.

La etapa siguiente fue la selección genética tradicional para “mejorar” el desempeño de las plantaciones en términos de rendimiento de madera, a la que pronto siguió la hibridación y clonación de los “mejores” árboles. Desde esa perspectiva reducionista, obviamente la siguiente etapa era modificar los árboles genéticamente.

Es importante señalar que la implantación de ese modelo crecientemente artificializado de plantaciones de árboles de rápido crecimiento a gran escala ha sido acompañado por la oposición cada vez más fuerte y extendida de las comunidades locales que resultaban afectadas por el mismo a causa de sus graves impactos sociales y ambientales.

Sin embargo, a pesar de dicha oposición y pese a los peligros potenciales resultante de la manipulación genética de árboles, los científicos siguen adelante en sus investigaciones, no sólo en el laboratorio y a nivel de ensayos controlados sino también en el campo, como ilustra el caso de China, donde ya se ha plantado bastante más de un millón de álamos transgénicos resistentes a insectos mediante la inserción de genes de una bacteria (Bacillus thuringiensis).

Pero la investigación no se limita a álamos, sino a una gran cantidad de especies (sauces, olmos, abetos, nogales, etc.), entre las que, como no podía ser de otra manera, se encuentran los favoritos de las empresas papeleras: eucaliptos y pinos.

Ello no es casual, porque precisamente la industria de la pulpa y el papel es una de las principales interesadas –y financiadoras- de la investigación en árboles transgénicos y aspira a sustituir sus actuales plantaciones de árboles “normales” –si es que las actuales plantaciones se pueden catalogar como “normales- con árboles transgénicos clonados que:

- crezcan más rápido

- contentan más celulosa y menos lignina

- sean resistentes a herbicidas

- sean resistentes al ataque de insectos y hongos

- sean resistentes a la sequía y las bajas temperaturas

- no florezcan

Al mismo tiempo, la industria de la celulosa –al igual que el sector de los combustibles- está también investigando las posibilidades de la manipulación genética de árboles y enzimas para la conversión de la celulosa en un combustible líquido -el etanol- que podría ser utilizado para sustituir el petróleo en el transporte. Ello podría resultar en la instalación de enormes plantaciones de árboles transgénicos –álamos, sauce, eucaliptos y otros- cuya madera sería transformada en celulosa y ésta a su vez convertida –con la ayuda de enzimas también transgénicas- en etanol.

La manipulación genética de árboles con esos y otros objetivos se está llevando a cabo en numerosos países industrializados, tales como Alemania, Australia, Canadá, China, España, Estados Unidos, Finlandia, Inglaterra, Japón, Nueva Zelandia, Portugal y Suecia. En América Latina, Brasil y Chile son los países que están más involucrados en este tema.

En el caso de Brasil, la investigación se ha centrado en el eucalipto y ya se han autorizado –con ciertas limitaciones- ensayos de campo con árboles genéticamente modificados de esa especie. En este caso, el objetivo central es el de proporcionar más, más barata y mejor materia prima para la industria de la celulosa para exportación. Es así que las características más buscadas son: rápido crecimiento, mayor porcentaje de celulosa y tolerancia al herbicida glifosato.

En Chile, la investigación apunta a resolver dos problemas que afectan a las grandes empresas del sector forestal de ese país. Por un lado, manipular pinos para volverlos resistentes a un insecto que está atacando a las plantaciones (la polilla del brote). Por otro lado, modificar genéticamente a eucaliptos para hacerlos más resistentes al frío y poder así entonces extender las plantaciones –que están siendo activamente resistidas por los Mapuche- más hacia el sur del país y más arriba en la cordillera.

Sin embargo, es importante señalar que todas esas investigaciones, tanto dentro como fuera de la región nos conciernen a todos, ya que los árboles que hoy están siendo manipulados en Nueva Zelanda o en Chile o en cualquier otro país pueden ser pronto los árboles que se planten en Uruguay, o Colombia, o Sudáfrica o Indonesia.

Es importante que todos sepan que plantaciones de árboles transgénicos no harán más que exacerbar todos los impactos de los monocultivos actuales. En efecto, árboles de crecimiento más rápido agotarán el agua más rápidamente; habrá una mayor destrucción de la biodiversidad en los desiertos biológicos de árboles modificados para ser resistentes a insectos y no tener flores, frutos ni semillas; se destruirá el suelo a un ritmo mayor mediante el aumento de la extracción de biomasa, la mecanización intensiva eliminará aún más empleos y el aumento del uso de agrotóxicos afectará la salud de la gente y de los ecosistemas y se quitará el sustento a más comunidades que serán desplazadas para hacer lugar a todavía más “desiertos verdes”.

Es por ello fundamental que todas las organizaciones y comunidades que hoy se oponen a la expansión de los monocultivos de árboles se incorporen a la lucha contra los árboles transgénicos para evitar que esa amenaza se convierta en realidad. En ese sentido, una serie de organizaciones han iniciado una campaña internacional para la prohibición de la liberación de árboles transgénicos, a la que se pueden incorporar tod@s quienes se interesen en esta actividad. www.ecoportal.net

Más información en:

Movimiento Mundial por los Bosques - Hemisferio Sur

http://www.wrm.org.uy

Global Justice Ecology Project

STOP GE Trees Campaign - Hemisferio Norte

http://www.stopgetrees.org/

Se puede acceder a este documento en formato pdf en: http://www.wrm.org.uy/temas/AGM/documento_AGM.pdf

A quienes tengan interés en obtener más información sobre árboles transgénicos, les informamos que el WRM ha publicado un libro, un boletín especial y una serie de artículos sobre este tema. Todo ello está disponible en nuestra página en: http://www.wrm.org.uy/temas/biotecnologia.html

Además, en esa sección también es posible acceder a un video (en inglés) y a más información relevante sobre la materia.

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martes, enero 29, 2008

La segunda generación es tan nociva o más

Por GRAIN

“Cualquier tecnología que pretenda mitigar el cambio climático debe demostrar que tiene el potencial para reducir las emisiones a gran escala —una vez consideradas las emisiones totales del ciclo de vida de los gases con efecto de invernadero. Las reducciones en las emisiones deben ocurrir a nivel global, no sólo a nivel micro. Si una tecnología, directa o indirectamente, destruye los ecosistemas que juegan un papel esencial en el ciclo de carbono de la tierra, o si indirectamente retarda la transición que nos saque de los sistemas de producción intensiva de combustibles fósiles, entonces implica el riesgo de acelerar en vez de abatir el calentamiento global”, se apunta con gran lucidez en el documento Agrofuels. Towards a Reality Check in Nine Key Areas, informe de once organizaciones de la sociedad civil [Biofuelwatch, Carbon Trade Watch-tni, Corporate Europe Observatory, EcoNexus/Ecoropa/Ecologistas en Acción, Grupo de Reflexión Rural, Munlochy gm Vigil, noah-Friends of the Earth Denmark, Rettet den Regenwald e.V., Watch Indonesia] presentado en París en julio de 2007 durante la 12 reunión del Convenio de Diversidad Biológica.

Si los agrocombustibles de primera generación entrañan tantos riesgos, los de segunda generación (aquéllos que las empresas, los gobiernos y los enclaves de investigación científica comercializada buscan derivar de celulosa de la biomasa, de pastos, de árboles o de organismos de diseño artificiales) pueden “acelerar el calentamiento global al decrementar aún más la capacidad actual de la Tierra para regular el dióxido de carbono”.

Según el informe, “no existe evidencia de que los agrocombustibles líquidos a partir de biomasa sólida tengan el potencial de reducir las emisiones de gases con efecto de invernadero a nivel global, y sin embargo se promueven a expensas de las tecnologías verdaderamente renovables que podrían ayudar a reducir las emisiones considerablemente. Es claro que hay un límite en cuanto a la cantidad de biomasa que puede usarse en la producción de energía sin ocasionar una degradación de los ecosistemas”.

Y añade: “Independientemente de cualquier descubrimiento tecnológico futuro, refinar materiales vegetales hasta convertirlos en combustibles líquidos para el transporte siempre necesitará energía adicional y como tal no podrá lograr ahorros en las posibles emisiones nocivas`”.

El Departamento de Energía estadounidense financia actualmente investigación en etanol de celulosa y ha identificado “barreras biológicas” significativas que deben remontarse si se pretende que el etanol de celulosa sea una opción viable. La celulosa es una sustancia con la que es difícil lidiar. Las enzimas pueden descomponer la celulosa, pero no lo pueden hacer tan eficientemente; sólo pueden producir una mezcla muy diluida que luego se destila para hacer etanol.

Hacer viable el etanol de celulosa no es sólo escalar la tecnología existente y gradualmente mejorar los criterios de eficiencia. Los científicos tendrían que entender mejor la fisiología de las plantas y los mecanismos que evitan que la celulosa se descomponga por los hongos y los microbios. Encontrar organismos específicos puede ser muy difícil por lo que los científicos son propensos a diseñar genéticamente microbios u hongos que cumplan dicha tarea, con los riesgos asociados a todos los microorganismos genéticamente modificados.

Lo terrible es que se inviertan “miles de millones de dólares en una tecnología que no estará disponible en el tiempo crucial que nos queda para evitar los peores impactos del calentamiento global. La situación actual recuerda mucho a cuando la industria biotecnológica prometía una segunda generación de cultivos gm que resistiría las sequías y la salinidad, y que siguen siendo promesas aun después de años de investigación. Estos ‘futuros’ biotecnológicos han sido muy importantes para mantener el interés en la ingeniería genética”. Lo real es que los agrocombustibles de segunda generación se utilizan para promover la agenda de la biotecnología y (contrariamente al espíritu científico que dicen profesar quienes los promueven, la frase parece ser), “luego vemos”.

En cuanto a la ingeniería genética, el informe anota que ésta busca utilizar el diseño genético para simplificar y hacer más eficientes los procesos industriales para descomponer la celulosa, la hemicelulosa y la lignina, y así producir (a partir de biomasa vegetal) agrocombustibles de modo más fácil, barato y eficiente.

La industria busca modificar las plantas para que produzcan menos lignina, se haga más fácil su descomposición y la de la celulosa, logrando un mayor rendimiento de las plantas.

Se experimenta también con microbios y enzimas diseñados con el fin de descomponer la materia vegetal con más eficiencia en un ambiente industrial extremo. Se buscan también nuevos microbios y enzimas que puedan ejecutar estas tareas con más eficacia que aquéllos ya conocidos. Se colectan ya microorganismos que viven en las grietas volcánicas del lecho del mar que pueden soportar condiciones extremas y se buscan los microbios de las entrañas de las termitas porque digieren la materia vegetal con mucha eficiencia.

Genencor o Novozymes intentan reducir los costos de la producción industrial de enzimas, y Diversa Corporation estudia enzimas que descompongan la hemicelulosa. Hay mucho interés en utilizar la biomasa de los árboles y entonces se buscan los métodos necesarios para descomponer la materia vegetal de forma barata y eficiente. “Los árboles requieren menos mantenimiento, menos insumos y contienen más carbohidratos (la materia prima de los agrocombustibles), que los cultivos sembrados. Con ingeniería genética se busca reducir el nivel de su lignina y cambiar la estructura de la hemicelulosa”.

El propósito general es reducir el costo de producción e incrementar el volumen producido para que compitan económicamente con los combustibles fósiles sin subsidios. “Poco se sabe de los impactos de liberar árboles genéticamente modificados”, dice el informe. “Lo cierto es que la compleja interacción de los árboles con los ecosistemas, su largo ciclo de vida y su amplia diseminación de frutos y polen, significan que los impactos serán de mucho mayor magnitud que los de los cultivos plantados anualmente. Los riesgos son muy serios en especial para los ecosistemas forestales naturales”.

Los militantes de la biología sintética (una nueva disciplina que combina diseño genético con nanotecnología, informática e ingeniería), intentan no sólo rediseñar organismos existentes sino construir de la nada (con un diseño refinado y precisión, según dicen) nuevos organismos que descompongan la materia vegetal, o que logren condiciones de procesamiento industrial masivo. La nueva compañía del aventurero Craig Venter, Synthetic Genomics, “busca estudiar la información genética de los microbios colectados en el agua marina para diseñar y construir un nuevo microorganismo que convierta los desperdicios industriales en etanol. El gobierno estadounidense le invierte recursos masivos a un programa llamado Genomes for Life [Genomas para la Vida] que apoya la investigación en biología sintética como parte de un intento estadounidense por desarrollar alternativas a su dependencia de los combustibles fósiles”. La British Petroelum ya le ofreció 500 millones de dólares a la Universidad de California en Berkeley para la investigación de ingeniería genética sobre combustibles lignocelulósicos que implica usar biología sintética.

Pero cuáles son los impactos de utilizar grandes cantidades de biomasa para fabricar combustibles agroindustriales. Los que abogan el uso en gran escala de la biomasa para la segunda generación (como el Departamento de Agricultura, el Departamento de Energía y la Agencia Internacional de Energía, todas éstas dependencias del gobierno estadounidense) asumen que grandes cantidades de madera, ‘pastos y desperdicios vegetales’ pueden usarse sustentablemente para producir agrocombustibles. “Por lo pronto, su producción descansaría en refinerías de gran escala que requerirían un abasto constante de grandes cantidades de biomasa. Un informe de 2005 del departamento de Energía, por ejemplo, habla de utilizar 1 300 millones de toneladas de biomasa seca cada año, tan sólo en Estados Unidos”.

Para lograr esto, sería necesario despojar los suelos de casi todos los residuos agrícolas, “destinar 55 millones de hectáreas de tierras (que hoy son de cultivos perennes) a la siembra de ‘energéticos’, utilizar más abono del que permite la Agencia de Protección Ambiental, y poner toda la tierra de cultivo estadounidense bajo el régimen de agricultura directa que requeriría vastos incrementos en el uso de pesticidas y fertilizantes”.

Agrofuels. Towards a Reality Check in Nine Key Areas, es enfático: “retirar los residuos orgánicos de los campos implicaría tener que usar más nitratos fertilizantes, incrementando las emisiones de óxido nitroso, lo que sobrecargaría de nitrato el sistema provocando serios impactos en la biodiversidad de la tierra, el agua y los océanos. Despojar por completo la materia vegetal implica acelerar las pérdidas de la cubierta del suelo, lo que ocasiona la devastación de los nutrientes del suelo. Es probable que también se redujera la retención del agua, lo que haría que la agricultura fuera más vulnerable a las sequías”.

Como ejemplo, “en los bosques controlados de Alemania menos de 5% de la biomasa proviene de los árboles muertos o moribundos, mientras que en los bosques naturales el porcentaje de biomasa que proviene de ellos suma 40%. Se calcula que entre 20-25% de todas las especies del bosque dependen de ese llamado “desperdicio forestal” que permanece en la floresta —incluidos 1 500 tipos de hongos y 1 350 tipos de escarabajos tan sólo en Alemania, así como otras muchas especies de insectos, líquenes, pájaros y animales”.

Y en el informe de las once organizaciones presentado en París se insiste: “Despojar los bosques de más residuos maderosos con objeto de producir agrocombustibles sin duda acelerará las pérdidas en biodiversidad y reducirá el almacenaje de carbono de los bosques. Plantar millones de hectáreas que hoy son de cultivos perennes con cultivos de agroenergía pondrá mucha más presión sobre la tierra, tanto para la producción de alimentos y las comunidades, como para los ecosistemas naturales. Muchas plantas identificadas como candidatas para servir de materia prima para agrocombustibles de segunda generación son ya de por sí plantas identificadas como invasivas, como el pasto aguja, el miscanto y alguna variedad de alpiste. Así que algunas de las tierras ‘reservadas’ en la Unión Europea o áreas del Programa de Conservación en Estados Unidos están siendo sacrificadas en aras de la expansión de la biomasa, siendo que tales programas juegan un papel importante en la reducción de la erosión y el vaciado del suelo y son cruciales en impedir la decadencia de la biodiversidad”.

En resumen, el etanol de celulosa no parece pronto a estar disponible comercialmente, y enfrenta barreras técnicas que no parecen poder remontarse en el futuro previsible. Mucha de la inversión en investigación y desarrollo del etanol de celulosa se destina a ingeniería genética sin una evaluación de los riesgos. No se evalúan las consecuencias de utilizar grandes cantidades de biomasa del llamado “desperdicio vegetal”; no se evalúan las plantaciones de árboles ni el efecto de destinar las áreas de cultivos perennes donde se producen alimentos a los agrocombustibles; no se evalúan los ecosistemas, las emisiones globales de los gases con efecto de invernadero, la fertilidad de los suelos o las existencias de agua. En este escenario, las promesas que hace la industria acerca de esta “segunda generación” son sólo una treta usada por los gobiernos, con la que se justifica la expansión de gran escala de los monocultivos de agrocombustibles de primera generación, particularmente en el Sur global, pese a las crecientes evidencias de los severos impactos negativos en las comunidades y el ambiente.

http://www.grain.org/biodiversidad/?id=376

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lunes, enero 28, 2008

http://www.organicconsumers.org/articles/article_9949.cfm

Should we label growth-hormone milk?
Yes: Health suspicions are valid, and effects hurt cows and small farmers

By Ronnie Cummins
Columbus Dispatch - Columbus, OH, Jan 26, 2008


Straight to the Source

Health-minded consumers are increasingly vocal about their basic right to know what's in their food -- and with good reason.

Case in point: synthetic hormones in milk. Fourteen years after a highly contentious Food and Drug Administration decision allowing milk and dairy products from cows injected with Monsanto's genetically engineered bovine growth hormone -- often called rBGH, also recombinant bovine somatotropin, or rBST -- the controversy continues.

As scientists and consumer advocates warned at the start, revving up cows with a synthetic hormone to force them to produce about 15 percent more milk is a terrible idea.

Recombinant bovine growth hormone is bad for cows, burning them out in three or four years, causing terrible stress and a long list of medical problems including reproductive complications, lameness, pus in the milk and higher rates of udder infections that are treated with powerful antibiotics.

Even more worrisome, rBGH is likely hazardous for humans because milk from injected cows contains significantly higher levels -- from 18 percent to 106 percent -- of a potent cancer-tumor promoter called insulinlike growth factor 1, or IGF-1.

A number of studies have indicated that people with higher levels of IGF-1 in their bodies suffer higher rates of colon and breast cancer. In addition, Monsanto's rBGH is also more immunogenic -- it stimulates the immune system more -- than the nongenetically engineered growth hormone produced naturally by a cow's pituitary gland.

Finally, rBGH is bad for family farmers because it artificially increases the supply of milk on the market, driving down prices paid to smaller farmers and giving large, intensive-confinement dairy farms a competitive advantage.

Since 1994, government officials have been aware that Americans are wary of rBGH and genetically engineered foods in general. Polls consistently show that 80 percent to 95 percent of consumers want mandatory labels on rBGH-derived dairy products -- mainly so they can avoid buying them.

Acknowledging significant concerns over rBGH-tainted milk, the FDA -- ignoring legal precedent -- declared in 1993 that it would not require labeling, thus keeping consumers in the dark.

In response, activists dumped rBGH-tainted milk outside supermarkets across the nation. Several hundred dairies declared that they would not use the drug and would label their products "rBGH-free," which the FDA reluctantly agreed would be allowed.

Beginning in the late 1990s, the controversy over rBGH spread globally. Europe, Canada, Japan, New Zealand, Australia and other industrialized nations banned the use of rBGH on animal- and human-health grounds and began requiring labels on genetically engineered foods.

Today, millions of health-minded consumers are buying organic or rBGH-free milk. Natural food stores sales are booming.

In response, major dairy processors such as Kraft and Dean Foods, supermarket chains such as Kroger, coffeehouses including Starbucks and restaurant chains such as Chipotle have begun requiring that their suppliers stop using rBGH.

As a result, only 17 percent of America's dairy cows are being injected with the drug. Monsanto's response to widespread consumer rejection of rBGH has been to lobby the federal government to allow rBGH and genetic engineering in organics -- and, more recently, to outlaw rBGH-free labels.

Rebuffed last year by the FDA and the Federal Trade Commission in its efforts to ban rBGH-free labels, Monsanto has now turned to lobbying state legislatures in Ohio, Pennsylvania and other states. But thousands of calls and e-mails from consumers have prompted state legislators to back off, most recently in Pennsylvania.

Consumers want to know what's in their food and will respond to truthful labels such as organic and rBGH-free by voting with their dollars for safe, natural and humanely raised products.

The final step to consumer satisfaction is requiring dairy producers to label all of their products that contain synthetic hormones such as rBGH.

Ronnie Cummins is the national director of the Organic Consumers Association. Readers may write him at OCA, 6771 S. Silver Hill Dr., Finland, Minn. 55603. Distributed by McClatchy-Tribune Information Services.


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Agrocombustibles, the next generation

http://www.grain.org/biodiversidad/?id=368

Los cultivos energéticos alternativos y la próxima generación de agrocombustibles

GRAIN

No hay ningún misterio acerca del gran idilio de la biotecnología con los agrocombustibles. Más cantidad de agrocombustibles se traduce en mayor producción de soja y maíz híbrido —lo que significa mayores ventas de semillas transgénicas y plaguicidas. Robert Fraley, vicepresidente de Monsanto y coinventor de sus cultivos Roundup Ready, expresó con gran alegría ante el público de una reciente exposición de agrocombustibles en Argentina, que el crecimiento de éstos era “inimaginable en términos de lo que significará para la superficie de maíz y soja”. [17]

No hace mucho tiempo, el principal mensaje de Fraley era que la modificación genética llenaría los estómagos de los pobres del mundo; ahora es cómo los transgénicos llenarán los tanques de los autos del mundo. Parecería que es simplemente una cuestión de adaptar el mensaje a la última preocupación de moda. De todas maneras, como señaló Fraley, Monsanto y Cargill están trabajando, a través de su empresa conjunta, Renessen, en nuevas variedades de maíz, que Cargill pueda procesar para convertirlas simultáneamente en etanol y en alimento para animales, resolviendo así, por lo menos para Cargill, la tensión entre sus mercados de combustible y alimentación.

El mejoramiento de maíz de Renessen dice mucho sobre la forma en que compañías como Monsanto van a beneficiarse de la arremetida de los agrocombustibles. Los agrocombustibles abren nuevos mercados para los cultivos transgénicos, sean maíz, soja o colza, que hasta ahora han estado limitados en Europa, Japón y otros lugares por obstáculos regulatorios aplicados a partir de la preocupación por los efectos de los transgénicos en la salud humana. Pero el maíz transgénico de Renessen está dirigido a dos bocas de salida (agrocombustibles y alimentos para animales) que tienen menor cantidad de reglamentaciones. El acuerdo es perfecto para ambas compañías: Cargill elude los impedimentos comerciales y Monsanto asegura su posición dentro del imperio del mayor comercializador de granos del mundo. En todos lados pululan acuerdos similares. En 2006, DuPont y Bunge anunciaron que estaban ampliando el área de acción de su empresa conjunta en la investigación de una soja, conocida como Solae, para incluir los agrocombustibles. [18]

El interés de los poderosos de la biotecnología por los agrocombustibles, sin embargo, no se limita a los principales cultivos transgénicos. Estas empresas están también en el centro de la búsqueda de materias primas alternativas y de la borrosa próxima generación de etanol celulósico, donde surgen escenarios monopólicos semejantes.

Monsanto es un actor principal de la investigación tanto del miscanthus como del pasto de aguja (Panicum virgatum, switchgrass), dos de los cultivos más promisorios para el futuro mercado del etanol celulósico. A principios de 2007, Mendel Biotechnology, del cual Monsanto es copropietario, compró la compañía Tinplant Biotechnik, con sede en Alemania, adquiriendo sus cultivares [las variedades obtenidas por selección] de miscanthus híbrido y su colección completa de germoplasma de miscanthus —la mayor del mundo, con más de mil muestras. Mendel también trabaja en el mejoramiento genético del miscanthus en China (un centro de diversidad del miscanthus) y en Estados Unidos, donde investiga variedades transgénicas de alto rendimiento, potencialmente en colaboración con el Instituto de Biociencias de Energías de British Petroleum (BP), en la Universidad de Berkeley. [19] El 13 de junio de 2007, BP anunció que estaba financiando a Mendel para llevar a cabo un programa de investigación de cinco años sobre cultivos para agrocombustible y que había comprado acciones en la compañía, lo cual le dio un sitial junto a Monsanto en el Directorio de Mendel. [20]

Cuadro 4. Compañías que desarrollan enzimas para agrocombustible celulósico y sus socios corporativos

Diversa/Celunol

Syngenta, Dupont/Tate&Lyle, Khosla Ventures

Iogen

Shell, Goldman Sachs

Genencor (Danisco)

Tembec, Mascoma/Kohsla Ventures, Cargill, Dow, Royal Nedalco

Novozymes

DuPont, Broin, COFCO. China Resources Alcohol Corporation

Dyadic

Abengoa, Royal Nedalco

La participación de Monsanto en el Panicum virgatum o switchgrass se da a través de su asociación con otra compañía biotecnológica estadounidense, Ceres, que también está conectada al Instituto de Biociencias de Energías de BP. [21] Ceres aduce estar “mejorando genéticamente el pasto switchgrass como cultivo mediante la selección de tipos mejorados pero, lo más importante, está aportando genes de su propiedad, herramientas y procedimientos para impulsar las mejoras más rápidamente y proveer a la planta de atributos idealmente adecuados para ser cultivada en grandes áreas y dar rendimientos constantemente más elevados”. Ceres aduce tener la mayor colección privada de genes vegetales totalmente secuenciados, con patentes en más de 75 mil genes.

Las compañías semilleras también maniobran para asegurar que los cultivos para agrocombustibles actuales continúen sirviendo como insumos conforme evolucionan los sistemas de procesamiento. CanaVialis, la compañía más grande del mundo de mejoramiento genético de la caña de azúcar, y la compañía de biotecnología de la caña de azúcar Allelyx, ambas propiedad del conglomerado brasileño Votorantim, trabajan en nuevas variedades transgénicas de caña de azúcar para compañías dedicadas al etanol, como Cosan, una de sus corporaciones asociadas. También Monsanto lo hace. En diciembre de 2006, un funcionario de Monsanto dijo al periódico brasileño Valor Econômico que la compañía realizaba estudios sobre nuevas variedades de caña de azúcar transgénica para el mercado brasileño en sociedad con una compañía de la que no daba el nombre. [22] Unos pocos meses después, Monsanto reveló que esta compañía era Votorantim, y que para el año 2009 pretendían comercializar en Brasil variedades de caña de azúcar transgénica Roundup Ready (ver cuadro sobre el Conglomerado Ometto). [23] Syngenta, mientras tanto, aseguró recientemente el acceso a variedades no comestibles de caña de azúcar con cantidades ultra elevadas de celulosa, desarrolladas por la firma biotecnológica Celunol, cuando Celunol fue comprada por Diversa —una compañía de bioprospección de enzimas y microbios controlada por Syngenta.

Grandes del petróleo con grandes plantaciones de árboles

Si los sistemas de agrocombustible celulósico finalmente lograran que éste pudiera ser comercializado, las plantaciones de eucaliptos y de otros tipos de árboles serían importantes fuentes de materia prima. Los grandes del petróleo ya se mueven para asegurar su lugar en esa matriz. Chevron, por ejemplo, tiene una sociedad con Weyerhaeuser, una de las empresas forestales más grandes del mundo, con cientos de miles de hectáreas de plantaciones de eucaliptos en Uruguay y Brasil. Shell Oil está desarrollando etanol celulósico de astillas de madera en sociedad con Iogen Corp e Industrias Choren de Alemania, aun cuando entre 2000 y 2004 puso freno a su programa de biomasa y vendió sus filiales forestales en África y Sudamérica.

Por su parte, DuPont, la segunda compañía de semillas más grande del mundo, desarrolla lo que denomina una “biorefinería integrada con base en el maíz”, con financiamiento del Departamento de Energía de los Estados Unidos y en cooperación con Diversa, Tate & Lale, John Deere y Broin, una empresa estadounidense líder en la producción de etanol. Probablemente utilizará variedades de maíz con alto contenido de almidón desarrolladas por DuPont, y un microorganismo que Diversa aisló de la savia azucarada de las plantas de agave —y que convierte los remanentes del maíz en etanol. En cuanto a los procesos finales, la biorefinería de Du Pont abastecería la producción de biobutanol y su comercialización mediante la empresa conjunta que tiene con BP y British Sugars.

Syngenta, que recientemente fusionó su negocio de semillas en Norte América con Du Pont, también trabaja con Diversa para lograr un maíz para producir agrocombustible celulósico. [24] En 2008 espera lanzar una variedad de maíz transgénico que produce una enzima desarrollada por Diversa, que convierte el almidón en azúcar para formar etanol. La idea detrás de la variedad transgénica es abaratar los costos de las enzimas líquidas utilizadas para la producción de etanol celulósico –el punto de inflexión para hacer económicamente viable esa próxima generación de agrocombustibles. [25]

Es precisamente allí, a nivel de las enzimas, que la rivalidad entre las empresas para el desarrollo de la próxima generación de agrocombustibles es más intensa. La investigación y el desarrollo de esas enzimas está en manos de tan sólo unas pocas compañías y parte de mayores agrupamientos o “equipos” empresariales que intentan desarrollar sistemas integrados para producir etanol celulósico. [26]

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