lunes, junio 19, 2006

En nombre del progreso

Por Hernán L. Giardini

La selva amazónica es la mayor extensión de Bosque Primario del planeta y en ella viven el 50% de las especies vegetales y animales conocidas, y 220.000 indígenas de 180 pueblos diferentes. Pero está desapareciendo a un ritmo alarmante. Todas las medidas que se han tomado para atajar esta situación se están revelando inútiles, ya que la tasa de deforestación continúa aumentando. Este aumento se debe, en buena parte, a un nuevo agente de deforestación, que se suma a la actividad maderera ilegal, y que se ha agravado durante los últimos años: la plantación de soja transgénica en zonas de selva previamente deforestadas.

Lo cierto es que empresas multinacionales están devorando la Amazonia para plantar soja. Y la carne alimentada con esta soja (pollos, cerdos y vacas) termina en los estantes de los supermercados europeos y en los mostradores de empresas de comida rápida como Kentucky Fried Chicken y Mc Donald´s. En ese sentido, la norteamericana Cargill no oculta que está ayudando a establecer plantaciones de soja en la Amazonia y, junto a Archer Daniels Midland (AMD) y Bunge, controlan el 60% de la soja brasileña. Además, estas tres compañías juntas controlan más de tres cuartas partes de la trituración de soja en Europa.

Organizaciones ambientalistas comprobaron que mucha de la soja que llegaba a las instalaciones de Cargill procedía de la Hacienda Lavras, que se asienta en terrenos adquiridos ilegalmente y parte de los cuales se habían deforestado para plantar la oleaginosa. Muchas de estas haciendas están implicadas en otras actividades ilegales, como robo de tierras y esclavitud (el gobierno brasileño ha reconocido la existencia de 8.700 trabajadores en régimen de esclavitud en dos estados brasileños).

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