martes, junio 13, 2006


Para los pueblos indígenas de Mesoamérica, el maíz es nuestra sangre, nuestros huesos, nuestra carne. Sin maíz no somos nada, un pueblo sin maíz es un pueblo muerto; por eso no vamos a permitir que desfiguren al maíz, que le quiten su esencia, que lo maten, que nos maten.

La contaminación del maíz descubierta en la Sierra Juárez de Oaxaca, México, a finales del año 2000 por Ignacio Chapela y David Quist y confirmada en el año 2001 por el Instituto Nacional de Ecología de México, es un hecho lamentable que no podemos pasar desapercibido. Es una herida profunda que pone en riesgo a la humanidad entera y solo beneficia a las grandes corporaciones transnacionales que nos quieren imponer un modelo de consumo que privilegia sus intereses.

253-2-2


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