México: maiceados y desplegados
Silvia Ribeiro
Varios medios publicaron el 8 de diciembre pasado un desplegado de página entera firmado por quienes se dicen "agricultores mexicanos", urgiendo al gobierno a aprobar las experiencias con maíz transgénico "planteadas en el Proyecto Maestro de Maíz". En el desplegado, por el que alguien pagó cientos de miles de pesos, los pudientes señores aducen que "estas tecnologías en el maíz nos permitirán competir en mejores condiciones con los millones de agricultores en el mundo que ya gozan de sus grandes beneficios"
El mismo día, campesinos e indígenas de comunidades de Guerrero, Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Jalisco, Chihuahua y Puebla concluían el taller Estrategias comunitarias frente a la contaminación del maíz nativo. Allí presentaron testimonios y cientos de fotos de maíces monstruosos que están apareciendo en las milpas campesinas.
Los resultados del análisis 2004-2005, organizado por el Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano y la red En Defensa del Maíz mostraron que 10 por ciento de esas plantas deformes están contaminadas con transgénicos. Según los participantes, el porcentaje podría ser mucho mayor, ya que posiblemente las construcciones transgénicas se rompen al cruzarse y ya no es posible detectarlas con análisis comerciales. Nunca habían visto algo así: plantas únicas deformadas hasta la monstruosidad, en medio de milpas sanas. Saben que cuando no se cuida bien el maíz, cuando la tierra se desgasta, maltratada por plaguicidas u otras causas, da plantas distintas que no denominan "deformes", porque las conocen y saben convivir con ellas. Pero la cantidad y forma en que se presentan ahora son ajenas a su historia y a sus milpas.
Sienten dolor, preocupación y coraje; nunca resignación. Al final del taller manifestaron: "El maíz es pilar fundamental de nuestra resistencia, y lo defenderemos con el esfuerzo de las mujeres, hombres, ancianos y niños, porque somos de maíz. Junto con nosotros han crecido diversidad de maíces que han enriquecido la agricultura mexicana y mundial, que sólo nosotros podremos y sabremos curar y descontaminar. El gobierno mexicano ha demostrado reiteradamente que sólo quiere proteger los intereses de las trasnacionales semilleras; para nosotros el maíz no es un negocio: es nuestra vida, y como tal lo defenderemos".
Estas realidades, respaldadas por millones de campesinos y 10 mil años de historia, no cuentan para los pocos "agricultores" y agroindustriales que firman el desplegado. Hasta ostentan sus nombres como recuerdo de quienes piden que aumenten la contaminación y las deformaciones del maíz campesino, aunque todas las semillas que usan hoy día se basan en la monumental contribución de campesinos e indígenas a la alimentación de todos.
Viendo el costo y el contenido del desplegado es inevitable recordar que Monsanto -principal beneficiaria de los agrotransgénicos- anunció en noviembre pasado que contrató a la empresa Estrategia Total, de Fernando Lerdo de Tejada, para "lavar su imagen" y conseguir que se libere el maíz transgénico en México. ¿Será mera coincidencia que cuando Monsanto paga para lavar la imagen (real) de que el maíz transgénico no es para ella sino jugoso negocio sin escrúpulos, aparezcan "agricultores mexicanos" pidiendo se aplique el Proyecto Maestro de Maíz, diseñado por Monsanto, Dupont y científicos mexicanos cuidadosamente elegidos, algunos de los cuales trabajan en proyectos financiados por esas empresas?
Llama la atención que tales agricultores digan que con transgénicos podrán competir con "millones de agricultores que ya gozan de sus beneficios". Al parecer ignoran que esos beneficios no existen. Ninguna de las promesas hechas por las seis empresas que monopolizan los agrotransgénicos se han realizado.
Las estadísticas globales del Departamento de Agricultura de Estados Unidos muestran que en promedio los rendimientos de los transgénicos son menores que los convencionales y usan más químicos. Esto se debe, entre otras cosas, al surgimiento de supermalezas y plagas resistentes. Los mismos datos se confirman en sitios web de las propias empresas. Todas advierten que es necesario plantar "refugios" de 20 a 40 por ciento de maíz no transgénico para retardar estos problemas. Dupont publica listas que comparan el rendimiento de sus maíces convencionales (no transgénicos) con los de otras empresas, mostrando que sus maíces producen más. En otras tablas hace la misma comparación entre sus maíces transgénicos y los de otras empresas.
Comparando los dos cuadros, se observa, además, que los maíces convencionales producen en promedio más que los transgénicos. En el estudio del doctor Charles Benbrook ¿When does it pay to plant Bt Corn? (¿Cuándo es rentable sembrar maíz Bt?) el análisis de cinco años de maíz transgénico en Estados Unidos muestra que los rendimientos fueron casi iguales, pero como la semilla transgénica es más cara los agricultores perdieron 92 millones de dólares.
Asimismo, las empresas han hecho millones de dólares en cientos de juicios contra agricultores de campos contaminados, alegando que usan ilegalmente su patente. Monsanto da chamarras a quien denuncie a sus vecinos. Ahora, junto con otras empresas, presionan para legalizar las semillas homicidas Terminator para condenar a los agricultores a la dependencia perpetua y a que la polinización haga estériles también los campos de sus vecinos.
Es dramático ver cómo las multinacionales transgénicas promueven el conflicto entre agricultores. Es paradójico que agricultores que se benefician diariamente de la contribución campesina del maíz los desprecie haciendo el juego a Monsanto, siendo además que si lograran lo que pide se condenarán ellos mismos a la dependencia o a desaparecer en la competencia imposible con los agricultores subsidiados del norte.
Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC.
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