jueves, marzo 16, 2006

Zoonosis

Lilian Joensen: ¿Te podés presentar?

240-5-1

Daniel Salomón: Mi nombre es Oscar Daniel Salomón. Soy Director del Centro Nacional de Endemo-Epidemias, de la Administración Nacional de Laboratorios de Salud, del Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación. Soy epidemiólogo y entomólogo. Trabajo en eco-epidemiología, en el impacto que tienen las modificaciones ambientales en las enfermedades transmitidas por vectores, especialmente Leishmaniasis y Chagas que son las que más nos interesan en este momento.

L.J.: Podés contar otra vez, lo que contaste el otro día luego de que yo pasara la película "Hambre de Soja" en el Fatala, con lo que me superaste largamente y me dejaste anonadada.

D.S.: En los últimos cuatro o cinco años el cambio de paisaje en la Argentina fue nítido y emblemático. Por trabajo, hace veinticinco años que caminamos doce provincias del norte argentino, y en ese período vimos varios cambios de paisaje. Vimos la desindustrialización del campo y vimos la pauperización del campo. Ahora vemos un resurgir abrupto de modos de producción que, en el mejor estilo tradicional, solamente producen y reproducen un sistema de pobreza comunitaria. Y desde el punto de vista de nuestro trabajo, la salud pública, la enfermedad también termina siendo causa y consecuencia de esa pobreza. Este cambio se debe explícitamente y en lo más visible a la instalación del monocultivo de la soja, o si las condiciones lo permiten un ciclo de trigo y soja anual. La soja así ocupa la mayor parte del primitivo territorio agrícola-ganadero, y avanza sobre terreno virgen acarreando deforestación intensiva y pauperización de la tierra. Se produce de esta manera una acumulación y concentración rápida de capital, donde los excedentes nunca llegan al trabajador rural hoy desocupado, absolutamente pauperizado, y con la cara más evidente de la pauperización, el hambre en lugares donde existe aún una enorme riqueza de la tierra. A su vez, los sistemas que usualmente trabajaban en información y extensión agrícola, como empiezan a vivir de lo que generan las retenciones de la exportación, estimulan estos cultivos y dejan de promover los planes de cooperativas o economías de subsistencia. Se promociona fundamentalmente todo lo que genera excedente mercantil, todo lo que genera riqueza de reservas financieras a corto plazo y que usando la terminología de la CEPAL, debido al deterioro de los términos de intercambio no regresa de ninguna forma útil. No se ven políticas, no digo que no existan, sino que no se ven o no se instrumentan políticas a largo plazo. No se le puede pedir a una gran empresa, a un productor industrial, ni a un latifundista que no persiga ganancias. Lo que tiene que haber es un marco legal que las limite o las redistribuya.

En ese sentido, lo que a uno le genera más temor del modelo es que así como en los 90' en la Argentina se creó todo un sistema de aparente resurgimiento que se basaba en la venta de empresas nacionales, ahora se está generando un sistema basado en las retenciones a la exportación, en commodities, que no crean ningún tipo de proyección sustentable interna. Estructuras y estrategias económicas, como las construidas a partir de los combustibles del sur argentino, en base a commodities, ahora replicadas en el modelo soja. Pero como el excedente solamente retorna en forma de paternalismo distributivo, en el momento que se retira ese aporte del estado cae todo el sistema porque no se invirtió en ninguna fuente de recursos legítimos.

Por otra parte hace muy poco vi en Iguazú, por primera vez con certeza, huertas como fuentes de subsistencia suficientes, siempre considerando la buena calidad de la tierra involucrada y el área apropiada ocupada por cada familia. Pero lo importante es que en estas condiciones son capaces de producir autosuficiencia alimentaria con un pequeño excedente de productos, para el intercambio o compras en el mercado. No propongo un país de subsistencia, pero en la emergencia nutricional si se creara un sistema de explotación animal y vegetal en minifundios con medios de producción distribución o de comercialización cooperativos, adaptado a cada zona, no tendríamos que estar creando sopas mágicas con multi nutrientes cuando esa variedad de nutrientes se da naturalmente a partir de la tierra. Pero si se opta por un sistema donde todo un país se dedica a un monocultivo, y toda la estructura económica esta sustentada solamente en las retenciones a la exportación de ese cultivo, bueno, se está creando un círculo vicioso muy frágil, con apariencia de crecimiento a corto plazo.

Pero una cosa es muy evidente, para todo el que ha recorrido el interior, que en todas estas zonas donde se ve este resurgimiento económico a través de la soja o de algún otro monocultivo eventual que aparezca, no hay goteo hacia los pobres. Pero si hay una tecnificación muy intensiva y una dependencia absoluta de insumos, como ocurrió durante el pretendido milagro de la revolución verde. La revolución verde, como ésta, no está aumentando los nutrientes disponibles en el mundo, sino que fomenta dependencia a los insumos e incrementa las ganancias vía commodities para empresas y latifundistas.

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