domingo, octubre 31, 2004

La Sigatoka Negra y la banana de Monsanto


Autor: Sebastián Pinheiro, Rel-UITA

Hacia el control total de la banicultura familiar

En nuestros países periféricos identificamos grandes dificultades políticas que, en numerosas ocasiones resulta difícil desvincularlas de la mala intención y de la incompetencia. La cuestión de la soja transgénica y de los transgénicos en Brasil, son ejemplos lapidarios. Convivimos con esa situación en los últimos siete años de gobiernos estaduales (1995-2002) en Rio Grande do Sul y completaremos dos años con el actual gobierno nacional.

Los avances de la biología molecular no surgieron de la noche a la mañana. Cada uno de sus pasos fue evaluado por Estados nacionales y sus gobiernos atendiendo estrategias políticas, militares, comerciales o financieras. Esos avances comenzaron después de la Segunda Guerra Mundial y los estudios con drosófilas, y después con bacteriófagos, dieron el gran salto hacia los organismos genéticamente modificados: un producto comercial para la estupefacción, la fascinación y la idolatría del personal de los institutos de investigación de las universidades, que debieron por oficio analizar sus impactos, trascendencia y avatares. Sin embargo, no fue eso lo que sucedió. Observamos cómo una amplia mayoría subió a las graderías –como lo haría cualquier hincha en un estadio– gritando contra toda y cualquier precausión, cautela e intromisión del ámbito político, visión de Estado o directivas de gobierno. En muchos de ellos podemos auscultar y sentir el olor de la corrupción.

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