La Sigatoka Negra y la banana de Monsanto
Autor: Sebastián Pinheiro, Rel-UITA
Hacia el control total de la banicultura familiar
Hacia el control total de la banicultura familiar
En nuestros países periféricos identificamos grandes dificultades políticas que, en numerosas ocasiones resulta difícil desvincularlas de la mala intención y de la incompetencia. La cuestión de la soja transgénica y de los transgénicos en Brasil, son ejemplos lapidarios. Convivimos con esa situación en los últimos siete años de gobiernos estaduales (1995-2002) en Rio Grande do Sul y completaremos dos años con el actual gobierno nacional.
Los avances de la biología molecular no surgieron de la noche a la mañana. Cada uno de sus pasos fue evaluado por Estados nacionales y sus gobiernos atendiendo estrategias políticas, militares, comerciales o financieras. Esos avances comenzaron después de la Segunda Guerra Mundial y los estudios con drosófilas, y después con bacteriófagos, dieron el gran salto hacia los organismos genéticamente modificados: un producto comercial para la estupefacción, la fascinación y la idolatría del personal de los institutos de investigación de las universidades, que debieron por oficio analizar sus impactos, trascendencia y avatares. Sin embargo, no fue eso lo que sucedió. Observamos cómo una amplia mayoría subió a las graderías –como lo haría cualquier hincha en un estadio– gritando contra toda y cualquier precausión, cautela e intromisión del ámbito político, visión de Estado o directivas de gobierno. En muchos de ellos podemos auscultar y sentir el olor de la corrupción.
Los avances de la biología molecular no surgieron de la noche a la mañana. Cada uno de sus pasos fue evaluado por Estados nacionales y sus gobiernos atendiendo estrategias políticas, militares, comerciales o financieras. Esos avances comenzaron después de la Segunda Guerra Mundial y los estudios con drosófilas, y después con bacteriófagos, dieron el gran salto hacia los organismos genéticamente modificados: un producto comercial para la estupefacción, la fascinación y la idolatría del personal de los institutos de investigación de las universidades, que debieron por oficio analizar sus impactos, trascendencia y avatares. Sin embargo, no fue eso lo que sucedió. Observamos cómo una amplia mayoría subió a las graderías –como lo haría cualquier hincha en un estadio– gritando contra toda y cualquier precausión, cautela e intromisión del ámbito político, visión de Estado o directivas de gobierno. En muchos de ellos podemos auscultar y sentir el olor de la corrupción.
Etiquetas: bananas
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