Maíz, ¡ahora o nunca!
Elena
R. Álvarez-Buylla y Alma Piñeyro
Nelson
La
liberación de cultivos transgénicos
en sus centros de origen y diversidad se ha prohibido en el
mundo entero. La
razón es muy simple: en estos sitios los cultivos
biotecnológicos pueden
entrecruzarse con las variedades nativas cultivadas y
silvestres. En las
variedades nativas se insertarán y acumularán los genes
artificiales o
transgenes de los cultivos transgénicos: esto implica
incertidumbres, riesgos y
daños inadmisibles. A más de 15 años de su liberación,
prácticamente todos los
beneficios prometidos por los cultivos transgénicos han sido
desmentidos (por
ejemplo, no producen más que los no transgénicos), mientras que
los estudios
científicos documentan daños. Por ello los europeos se han
negado a la
liberación y consumo de los transgénicos y las grandes compañías
han cerrado su
producción en aquel continente. En Estados Unidos, Sudamérica y
Asia su uso ha
implicado ahorros en mano de obra y grandes negocios; y costos
agrícolas-ambientales (supermalezas tolerantes al glifosato que
vende Monsanto
para sus transgénicos Roundup-Ready, plagas resistentes a los
transgénicos Bt,
contaminación de cuerpos de agua y suelos con moléculas
pesticidas) y efectos
nocivos en salud...
México
es centro de origen y diversidad
del maíz (Zea mays) con miles de variedades de maíz nativo
(criollo), varias
especies de teocintle (Por ejemplo, Zea mays subsp. parviglumis,
Zea mays
subsp. mexicana, Zea diploperennis) y de otro cereal emparentado
al maíz
(Tripsacum spp). Esta diversidad está dispersa en todo el país
(biodiversidad.gob.mx/genes/mapaAgricultura.html),
acoplada a una diversidad cultural que le da vida y vive de
ella. Todas estas
variedades y especies nativas son interfértiles con cualquier
otra variedad de
maíz, incluido el maíz amarillo transgénico que quieren liberar.
¿Por
qué nos preocupa la contaminación
transgénica, si con la revolución verde se liberaron maíces
híbridos que se
entrecruzaron con los maíces nativos y estos últimos aún
persisten? Los
híbridos resultaron de cruzas entre maíces, mientras que los
transgénicos
tienen genes artificialmente ensamblados en laboratorios de las
compañías. Los
transgenes combinan genes de bacterias, virus, plantas y/o
animales, no son tan
estables como antes se pensaba y algunas de sus secuencias hacen
que otros
genes lejanos se sobrexpresen o inhiban anormalmente.
Finalmente, estos
transgenes están patentados y eventualmente se pueden usar para
identificar
como propiedad privada acervos de semillas contaminadas en favor
de las
compañías que los ensamblaron.
Una
vez liberados al ambiente, los
cultivos transgénicos florecerán (espigarán) y soltarán el polen
(células
masculinas) que lleva todos los genes de la planta –incluidos
los transgenes–.
Este polen llegará a los xilotes o flores femeninas de plantas
de maíz nativo y
las mazorcas resultantes llevarán granos con transgenes. Algunos
granos
contaminados se guardarán como semillas y éstas se
intercambiarán para ser
sembradas; las plantas que germinen y crezcan a partir de estas
semillas ya
contaminadas se volverán una nueva fuente de transgenes. Las
semillas
transgénicas serán llevadas a sitios lejanos y se irán
diseminando los
transgenes patentados a las siembras de maíces nativos de todo
México. Algunos
transgenes y sus combinaciones causarán aberraciones impidiendo
el uso de
algunas semillas. En la naturaleza ha habido eventos de
movimiento de genes de
algunas especies a otras muy distintas. Sin embargo, hay
mecanismos naturales,
aún no comprendidos, que restringen estas transferencias
horizontales, que no
ocurren al azar, y por ello hay distinciones claras entre
especies.
Además,
a diferencia de los híbridos
tradicionales, cuyas características visibles pueden ser
reconocidas por los
campesinos, para poder detectar a los transgenes se necesitan
costosos análisis
de laboratorio, que además requieren de materiales también
patentados.
Entonces, si la diseminación transgénica se permite, la
bioseguridad también
quedará controlada por trasnacionales: es una contaminación
silenciosa y
potencialmente dañina que cancelará la soberanía alimentaria y
la posibilidad
de comer maíz sin transgenes para siempre; además, condenará a
los campesinos a
la pobreza y a algunos grandes productores a la dependencia
tecnológica.
Adicionalmente, los transgenes de los maíces biorreactores que
producen
fármacos ¡tampoco se podrán detectar!
La
realidad y la ciencia formal han
demostrado que la diseminación transgénica es incontrolable una
vez que se
liberan los transgénicos al ambiente. Con la moratoria se ha
restringido la
contaminación a pocos sitios y aún se puede evitar, controlar y
revertir. Sin
embargo, la liberación de maíces transgénicos a mayor escala
(piloto y/o
comercial), como pretende aprobar el gobierno actual, resultará
en una
diseminación y acumulación irreversibles. Es un "experimento"
incontrolable
con riesgos socioeconómicos, ambientales y de salud
inadmisibles. Los
beneficios serían sólo para un puñado de empresas monopólicas, a
las que, como
a las responsables de la contaminación por minería a cielo
abierto... sólo las
mueve el lucro. Si todos actuamos ya, podríamos impedir la
liberación de maíz
transgénico en su centro de origen y diversidad: México. ¡Es
ahora o nunca!
Instituto
de Ecología, UNAM & UCCS
Etiquetas: Contamination, es, maiz, Mexico
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