Carmelo Ruiz: ¿Transgénicos? No, Gracias
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ANÁLISIS CARMELO RUIZ MARRERO*
Los cultivos y alimentos transgénicos (genéticamente modificados) son
objeto de intensa controversia alrededor del mundo. En esta
controversia participan desde doctores y científicos hasta movimientos
campesinos, organismos internacionales y líderes políticos, y ha llegado
al punto de arrestos, violenta represión y la persecución de
científicos que han tenido la osadía de contradecir el discurso
oficialista sobre la biotecnología. Este debate ha producido numerosos
libros, reportajes de prensa y televisión, documentales de corto y largo
metraje, simposios científicos, contenciosas negociaciones
internacionales, y hasta marchas de protesta y desobediencia civil.
Entiéndase por transgénico un organismo a cuyo código genético se le
han insertado genes de otra especie mediante ingeniería genética o
transgénesis. La ingeniería genética derriba barreras celulares para
hacer combinaciones genéticas que nunca pudieron haberse dado en la
naturaleza, y se usa en la agricultura y alimentos desde la década de
los 90. Actualmente hay decenas de millones de hectáreas sembradas de
cultivos transgénicos en el mundo, la gran mayoría de ellos en cuatro
países de nuestro hemisferio americano: Estados Unidos, Canadá, Brasil y
Argentina. Al añadir los de Uruguay, Paraguay y Bolivia, tenemos ahí
casi la totalidad de los cultivos transgénicos del mundo. Casi todos son
de soya y maíz, y el resto es mayormente algodón y canola (colza).
Estos cultivos no fueron alterados genéticamente para rendir más ni
para ser más nutritivos ni para reducir el uso de agroquímicos tóxicos.
La mayoría fue alterada para ser inmunes al herbicida Roundup, producto
de la corporación estadounidense Monsanto, y se les conoce como cultivos
Roundup Ready. Los demás producen su propio pesticida, y se les llama
cultivos Bt. Esta soya y maíz se utiliza para hacer, entre otras cosas,
harina, almidón, aceite de cocinar, endulzadores, biocombustibles, y
comida para alimentar los animales de finca que nos dan carne, lácteos y
huevos.
ESE HERBICIDA, ¿ES SEGURO?
De más está decir que los alimentos derivados de cultivos Roundup
Ready deben tener trazas sustanciales de Roundup. ¿Cuán seguro es ese
herbicida para consumo humano?
En 2010 la revista científica Chemical Research in Toxicology publicó
un estudio revisado por los pares, escrito por el embriólogo argentino
Andrés Carrasco, investigador principal del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y director del
Laboratorio de Embriología Molecular de la Universidad de Buenos Aires,
que determina que el glifosato, ingrediente activo del Roundup, es
extremadamente tóxico a embriones de anfibios aún en dosis mucho menores
(hasta 1.540 veces menores) que las utilizadas en las fumigaciones
agrícolas.
En 2008 esa misma revista había publicado un estudio del francés
Giles-Eric Seralini, especialista en biología molecular y docente de la
Universidad de Caen, que indica que el Roundup es letal para células
humanas. Según su investigación, dosis muy por debajo de las utilizadas
en los cultivos de soya provocan la muerte celular en pocas horas.
“Aún en dosis diluidas mil veces, los herbicidas Roundup estimulan la
muerte de las células de embriones humanos, lo que podría provocar
malformaciones, abortos, problemas hormonales, genitales o de
reproducción, además de distintos tipos de cánceres”, dijo Seralini al
diario argentino Página 12.
En el ejemplar de marzo 2012 de Ecological Applications el biólogo
Rick Relyea, profesor de la Universidad de Pittsburgh, publicó un
estudio que indica que dosis subletales de Roundup pueden cambiar la
morfología de anfibios. “Los herbicidas no están diseñados para afectar a
animales, pero estamos aprendiendo que éstos pueden tener una amplia
gama de efectos sorprendentes al alterar cómo funcionan las hormonas”,
dijo Relyea. “Esto es importante porque los anfibios no sólo sirven como
barómetros de la salud de ecosistemas, sino también como indicadores de
peligros potenciales a otras especies en la cadena alimentaria,
incluyendo humanos.”
PLANTAS INSECTICIDAS
Las compañías de biotecnología nos aseguran que la toxina insecticida
presente en los cultivos Bt es inofensiva a los seres humanos y que se
disuelve en nuestro sistema digestivo. Hoy sabemos que eso no es cierto.
Doctores en el hospital universitario de Sherbrooke en Quebec,
Canadá, hallaron la toxina Bt en la sangre de mujeres embarazadas y sus
fetos, al igual que en mujeres no embarazadas. Específicamente, el
estudio encontró la toxina en 93% de 30 mujeres embarazadas, y en la
sangre umbilical de 80% de los fetos, y 67% de 39 mujeres no
embarazadas.
En 2008 una investigación subvencionada por el Gobierno de Italia
encontró que ratones alimentados con el maíz Bt de Monsanto tuvieron
anticuerpos IgG e IgE elevados, algo típicamente asociado a alergias e
infecciones. Tenían además, índices anormalmente elevados de
interleukinas, lo cual está asociado a varias enfermedades en humanos,
desde artritis reumatoidea y osteoporosis hasta esclerosis múltiple y la
enfermedad de Lou Gehrig. Los ratones tenían además, niveles elevados
de células T gamma delta, que están asociados con asma, alergias a
alimentos y artritis juvenil.
En la India hay miles de trabajadores agrícolas que trabajan con
plantas de algodón transgénico Bt que “según reportes y expedientes de
doctores, hospitales y farmacias, al igual que numerosos reportajes
investigativos y estudios de caso, constantemente luchan contra piquiñas
y erupciones en la piel; algunos toman antihistamínicos todos los días
para poder ir a trabajar”, según el investigador Jeffrey Smith, autor de
Seeds of deception.
Cito a Smit de nuevo: “Cuando dejaron al ganado pastando en plantas
de algodón Bt, tras la cosecha, miles de ovejas, cabras y búfalos
murieron. Otros numerosos se enfermaron. Visité una aldea donde por
siete u ocho años habían dejado a su ganado pastar plantas naturales de
algodón sin incidente. Pero el 3 de enero de 2008 permitieron a sus 13
búfalos pastar plantas de algodón Bt por primera vez. Después de una
exposición de solo un día murieron todos. La aldea perdió también 26
cabras y ovejas. Un pequeño estudio en Andhra Pradesh reportó que todas
las seis ovejas que pastaron en plantas de algodón Bt murieron en un
mes, mientras que tres controles que fueron alimentados con plantas de
algodón natural no mostraron síntomas adversos.”
Este no ha sido más que un brevísimo compendio de los riesgos a la
salud causados por los productos transgénicos que compañías como
Monsanto, Dupont y Syngenta están desarrollando y comercializando en
América Latina. Para más recursos, acudan a la página web de la Red por
una América Latina Libre de Transgénicos: http://www.rallt.org/
(*) Ruiz Marrero es autor, periodista investigativo y educador ambiental.
11/05/12
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