miércoles, abril 07, 2010

El último editorial del amigo Jorge Rulli, uno de los principales referentes en la lucha contra el modelo neocolonial biotecnológico en Suramérica.

Durante años hemos alertado frente a la soja dependencia, más allá de que estemos en contra de las Biotecnologías, que estemos en contra del Agronegocio, y del modo en que se ha modificado el tradicional tejido social y de poblamiento por un esquema de territorios despoblados y enormes cinturones de pobreza urbana mantenidos por el asistencialismo. Hemos alertado sobre los peligros del modelo agro exportador, acerca de la fragilidad de una economía basada en la exportación de porotos de soja y de sus subproductos industriales. Aún más todavía, hemos repetido incontables veces que ello configuraba claramente un status neocolonial al servicio de las Corporaciones transnacionales como Monsanto, Singenta, Cargill y Bunge.

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Revisemos ahora la reacción de los medios y de los funcionarios ante la acusación de que los aceites de soja que son exportados contienen altos porcentajes de Hexano. Y aclaremos que el hexano es un residuo de los solventes que se usan para extraer el aceite del poroto de soja y que, por ser un importante neurotóxico, su ingesta por contaminación, produce entre otros efectos, daños en el sistema nervioso, o sea neuropatías. No solamente el aceite de soja que exporta la Argentina, de ser ello verdad, podría afectar a los chinos, dado que, según la enorme publicidad que se ha realizado al interior de la Argentina, lamentablemente el uso del aceite de soja transgénica se ha extendido a los sectores carenciados así como a muchas actividades industriales vinculadas con el procesamiento de alimentos. Se supone que ello debería al menos preocupar a los organismos encargados de certificar estos alimentos o de controlar su sanidad, así como a las instituciones responsables de la salud de la población.

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...llama la atención recordar que no hace demasiado tiempo, en un acto absolutamente falto de criterios morales y por lo tanto de respeto por la verdad, nuestro gobierno reconoció internacionalmente a China como economía de mercado, cuando es público que no lo ha sido ni lo es, ya que se trata de una economía planificada y gobernada férreamente por el Partido Comunista y un complejo bancario centralizado. Para China que se la reconozca como economía de mercado es fundamental a su estrategia de gran potencia, para nosotros fue simplemente un acto desvinculado de toda otra estrategia que no sean las propias expectativas, en obtener fáciles contraprestaciones sin mayores requerimientos…

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Lo terrible es que nuestros funcionarios progresistas, muchos de ellos provenientes del setentismo o de diversas experiencias de la izquierda nativa, hayan devenido incapaces de pensar más que en los términos de los intereses de esos mismos mercados y que consideren natural la inversión de la carga de la prueba: están convencidos que deben ser quienes nos compran, quienes demuestren que los transgénicos o las fumigaciones que los acompañan, así como los aceites con más de cien partes por millón de hexano, enferman a los seres humanos y terminan cronificando problemas neurológicos y finalmente parálisis. Ni siquiera vuelven el rostro para ver en nuestra propia población, como un espejo, las gravísimas e incontrastables consecuencias de esas mismas políticas que ellos implementan y que se han implementado por los diversos gobiernos habidos en democracia, y sin solución de continuidad, desde la época misma de la dictadura militar.

Jorge Eduardo Rulli
6 de abril 2010

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