sábado, mayo 26, 2007

Declaración del Taller en Defensa territorial del maíz nativo en México


"Las grandes empresas y el gobierno mexicano que implementa las políticas de éstas tienen decretada una guerra contra nuestro modo de vida campesino, nuestra cultura indígena y nuestros maíces nativos con el afán de apropiarse de nuestros territorios. Esta guerra busca someternos al imperio del mercado, con reformas, leyes y programas que privatizan la tierra, el agua y los bosques, dividen a nuestras comunidades y permiten el saqueo de nuestros recursos naturales y nuestros saberes"

Para pensar juntos cómo enfrentar y resistir las agresiones que vivimos, nos reunimos nuevamente después de varias veces, en Cenami, delegados, representantes, comuneros, ejidatarios y miembros de organizaciones indígenas, campesinas y de la sociedad civil de Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Jalisco, Puebla, Estado de México, Veracruz, Chihuahua, Durango, Zacatecas, Guerrero, Distrito Federal y organizaciones hermanas de Chile, Perú y Brasil, en torno a la defensa de nuestros maíces, territorios, comunidades y autonomía.

Las grandes empresas y el gobierno mexicano que implementa las políticas de éstas tienen decretada una guerra contra nuestro modo de vida campesino, nuestra cultura indígena y nuestros maíces nativos con el afán de apropiarse de nuestros territorios.

Esta guerra busca someternos al imperio del mercado, con reformas, leyes y programas que privatizan la tierra, el agua y los bosques, dividen a nuestras comunidades y permiten el saqueo de nuestros recursos naturales y nuestros saberes. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte es un ataque directo contra la economía de los agricultores mexicanos y le abrió la puerta al maíz transgénico que contaminó muchas regiones maiceras del país.

El gobierno se empeñó en negar esta contaminación y con todo descaro elaboró una ley que le dictaron las empresas para inundar con sus cultivos transgénicos nuestros campos —la Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados, a la que irónicamente llamamos Ley Monsanto.

Ante esta guerra con que nos atacan, desde 2003 comenzamos los Talleres en Defensa del Maíz para reflexionar juntos y compartir experiencias de las diferentes regiones. Comenzamos preocupados por las milpas contaminadas, pero fuimos viendo que también es vital defender los ríos que las atraviesan, los bosques que las rodean, toda nuestra vida como campesinos, nuestra comunidad, nuestra cultura indígena, nuestros saberes, nuestra autonomía. En fin, que defender al maíz es defender nuestro territorio, porque el territorio es todo: donde vivimos y todo lo que somos como pueblos, como pueblos del maíz.

Hoy sabemos que viene un ataque nuevo y más agresivo contra nosotros: quieren abrir el campo de toda América Latina a la invasión transgénica para expandir la agricultura comercial de mucha producción y mucha devastación, promover los agrobiocombustibles para llenarle el tanque a los automóviles aunque esto signifique que las comunidades dejemos de comer y vivir del maíz y de otros muchos cultivos nuestros.

Con la nueva tecnología Terminator (semillas transgénicas que se vuelven estériles) buscan sembrar la muerte, impidiendo que guardemos nuestras semillas nativas, para hacernos totalmente dependientes de las grandes industrias a las que les tendríamos que comprar semilla todo el tiempo.

En las comunidades estamos preocupados porque cada vez es más difícil entender las señales de la luna, las nubes, y los ciclos del agua que nos permitían saber cuando sembrar, como lo hacíamos antes con nuestros saberes tradicionales. Las industrias energética, automotriz y agrícola, que son las culpables del calentamiento del planeta, quieren ahora que cultivemos agrobiocombustibles para ellos tener más ganancias a costa de nosotros. Para ellos el cambio climático es pretexto de discursos y excusa para justificar la ambición y amenazarnos nuevamente. Las transnacionales, apoyadas por el gobierno, dicen que la única manera de solucionar el cambio climático y la escasez de petróleo es sembrar cultivos transgénicos para producir agrobiocombustibles en todo el mundo. Todas estas amenazas forman parte de un modelo más grande, el neoliberalismo, cuyo objetivo es saquear nuestros territorios y sacarnos de ellos.

Atacar al maíz significa atacar a las comunidades, a la misma idea de la comunidad. El maíz es nuestra vida, no sólo porque nos alimenta sino porque nuestra vida es cuidarnos con la milpa mutuamente; es la base de nuestra alimentación y nuestras tradiciones. Los campesinos e indígenas que cultivamos el maíz le estorbamos al sistema, porque el que siembra comunitariamente se nutre con lo que cultiva, pero ellos quieren que no seamos autosuficientes en nuestra alimentación para volvernos dependientes de las empresas y sacarnos del campo. El territorio y el maíz que para nosotros son sagrados, para ellos son una cosa que se compra y se vende. Quieren que olvidemos que el territorio con el maíz y la comunidad es la vida de los pueblos. Quieren que nos rindamos por completo a la cultura del dinero. Y si no lo hacemos, pretenden desaparecernos como pueblos y como campesinos.

Los gobiernos ven al territorio como oportunidad para hacer ganancias y buscan hacerlo producir lo más posible. Como quieren expulsarnos porque nuestros territorios tienen muchas riquezas, inventan reservas “ecológicas” y nos engañan diciendo que las van a cuidar cuando en realidad quieren aprovecharlo a escondidas. Nosotros somos quienes lo hemos cuidado desde siempre.

Nos quieren eliminar a punta de proyectos amañados: carreteros, turísticos, ganaderos, de “semillas mejoradas” o transgénicas y proyectos productivos para el mercado, no para los pueblos, que se quedan sin sus hombres y sin sus jóvenes que tienen que ir a buscar la sobrevivencia a otras tierras. A los que quedan en el lugar donde nacieron, los engañan y dividen con miserias. Le enseñan a nuestros jóvenes otros modos con sus programas educativos para que ya no quieran vivir en comunidad, para que ya no quieran sembrar y que rechacen su origen, en vez de responder a las necesidades de nuestros pueblos con nuestros saberes y tradiciones. A todo esto le dicen desarrollo y progreso, pero nosotros sólo vemos miseria, migración y muertes como resultado.

Por nuestros saberes, experiencias y reflexión colectiva estamos claros que con maíz sembrado por nosotros mismos resistimos y que la mejor manera de defender nuestro maíz es sembrarlo. Tener maíz para comer las comunidades, es más importante que el dinero, por lo que:

1. Reivindicamos los cultivos propios que fomentan la soberanía alimentaria de nuestras comunidades. Quieren impedir que sembremos para comer y así hacernos dependientes y esclavos y comamos la basura que producen las grandes empresas. Nuestros propios cultivos son la mejor alternativa para la defensa de los pueblos y la construcción de nuestra autonomía.

2. Reafirmamos como lo más importante la fuerza de lo sagrado que significa nuestra vida en comunidad, como sembradores, y nuestro cuidado del territorio que expresamos en nuestros ciclos y ceremonias. Cada vez valoramos más la enorme riqueza que tenemos, una que no tiene nada que ver con el dinero.

3. Rechazamos los agrobiocombustibles porque mantienen el mismo modelo que destruye la naturaleza; no resuelven el cambio climático ni la crisis energética. Benefician sólo a las grandes industrias, convierten los cultivos en máquinas y a los campesinos en trabajadores asalariados. Finalmente, los verdaderos culpables del cambio climático siguen impunes.

4. Exigimos la salida total de los transgénicos de América Latina y la prohibición tajante de la tecnología Terminator.

5. Rechazamos los arreglos entre las agroindustrias y las centrales campesinas oficialistas (como el acuerdo entre Monsanto y la CNC) que pretenden inundarnos con tecnologías nocivas.

6. La Red en Defensa del Maíz declara también su solidaridad y protesta contra los ataques, represión y juicios sumarios a los pueblos y comunidades que luchan por existir como tales, por sus derechos, por su tierra y territorios, por las semillas y la biodiversidad, por el derecho a su cultura y a la autonomía. Sabemos que hoy le toca a unos pero que esos podríamos ser cualquiera de nosotros.

Repudiamos enérgicamente el asesinato y la violación de la anciana nahua Ernestina Ascensión Rosario, de Zongolica, Veracruz; el asesinato de Concepción Gabino, de la comunidad de Cuzalapa, de Aristeo Flores Rolón, autoridad tradicional del pueblo nahua en la Sierra de Manantlán, Jalisco; del compañero Faustino Acevedo de San Blas Atempa, en el Istmo de Tehuantepec, y de todos los asesinados en Oaxaca y San Salvador Atenco. Repudiamos también la violación de las mujeres por parte del Ejército federal en Michoacán y Coahuila, entre otros casos de represión brutal desde el poder. Exigimos la liberación de todos los presos y presas políticas en el país.

El maíz, origen de nuestros pueblos, sigue siendo el centro de la vida, de la cultura, de la inteligencia y de la sabiduría. Si seguimos haciendo nuestro cultivo como nosotros sabemos sin meternos en la otra tecnología, la agricultura de nuestros pueblos va a seguir adelante en la historia y nosotros seguiremos también adelante con la ayuda del maíz construyendo la autonomía desde nuestros territorios.

México DF, a 16 de mayo de 2007

PARTICIPANTES:

Comunidades indígenas. Pueblo Wixárika, de Jalisco, Durango y Zacatecas; Pueblo Rarámuri de la Sierra Tarahumara, Chihuahua; Comunidad Nahua de Ayotitlán, Jalisco; Comunidad Ñañhu, de Atlapulco, Estado de México; Comunidad Totonaca de la Sierra Norte de Puebla; Comunidades Campesinas de Los Tuxtlas, Veracruz; Comunidades Campesinas del Sur de Veracruz; Comunidades Zapotecas de los Valles Centrales de Oaxaca; Comunidad Chontal de Centla, Tabasco; Comunidad Tlapaneca, de Tlapa, Guerrero, comunidad mixteca de San Juan Mixtepec, Oaxaca; representante del pueblo Quechua de Perú

Organizaciones Indígenas. Organización de Agricultores Biológicos, AC, Oaxaca; Centro de Derechos Indígenas Flor y Canto AC, Oaxaca; Grupo Indígena de Protección Ambiental (GIPA), Jalisco. Organizaciones de la sociedad civil . Centro Nacional de Apoyo a las Misiones Indígenas AC (CENAMI); Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (CECCAM); Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración (Grupo ETC); Centro de Análisis Social, Información y Formación Popular (CASIFOP); Coa AC; Consultoría Técnica Comunitaria AC (CONTEC), Chihuahua; Grupo de Estudios Ambientales (GEA AC), Asociación Jalisciense de Apoyo a Grupos Indígenas (AJAGI); Centro Regional para la Educación y la Organización, Los Tuxtlas, Veracruz; Unidad de Apoyo a las Comunidades Indígenas (UACI-Universidad de Guadalajara, Jalisco; Universidad de la Montaña (UNIMON), Chiapas; Desarrollo Integral de los Mexicanos Indígenas (DESMI), Terra de Direitos, Brasil; GRAIN, Enlace, Comunicación y Capacitación AC, Grupo Cultural Nivi Ñuu.

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