Bolivia: productores ecológicos advierten que la soya transgénica afectará a las exportaciones agrícolas
BOLPRESS
Los productos procesados que contengan arriba del 0.9% de materia transgénica en su composición deben llevar una advertencia en la etiqueta
Luego de que el Comité de Biodiversidad declarará que los transgénicos son exactamente iguales a los cultivos convencionales, la Asociación de Organizaciones de
Productores Ecológicos de Bolivia (AOPEB), organización que tiene como visión y misión la defensa de la producción ecológica y el cuidado del medio ambiente, hizo conocer su enfática oposición a la introducción de Organismos Genéticamente Modificados o Transgénicos.
Los procedimientos seguidos en la aprobación no fueron correctos y hasta ahora no se toma conciencia de los efectos negativos que traerá este tipo de acción en el área productiva y de exportación del país, asegura AOPEB.
Desde el año pasado se insiste en la legalización de cultivos de soya genéticamente Modificada o Transgénica en ciertas regiones de Santa Cruz, pero la mayoría de la población y los mismos productores no tienen muy claro qué significa eso y cuáles pueden ser las repercusiones de este tipo de productos en nuestro país.
Se debe considerar que todo Organismo Genéticamente Modificad (OGM) debería ser etiquetado obligatoriamente como Transgénico y eso incluye a productos procesados que contengan arriba del 0.9% de materia transgénica en su composición. Esta disposición fue aprobada en abril de 2004 en la Unión Europea como una norma obligatoria para los alimentos de consumo humano y preparados para la alimentación animal (European Norma: EN 1829 y EN 1830).
También se creó la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria N 178. En los Supermercados de Europa exigen certificación EUREP GAP (Buenas Prácticas Agrícolas). Incluso Estados Unidos que produce y comercializa productos transgénicos promulgó la Ley de Bioterrorismo para prevenir la contaminación de alimentos que son importados.
La normativa europea supone recomponer el historial de cada producto e implica que cualquier intervención biotecnológica en la cadena alimentaria es susceptible de aparecer en el etiquetado del producto. La etiqueta deberá especificar, en el caso de que un producto esté elaborado a partir de cultivos transgénicos, "producto modificado genéticamente", en el caso de que contenga un ingrediente transgénico deberá especificar su condición de "modificado genéticamente" detrás del nombre del ingrediente, o bien en un asterisco al pie de la lista de ingredientes.
También se tendrá que etiquetar los aditivos alimentarios producidos a partir de microorganismos modificados genéticamente. Algunos alimentos que ya utilizan este nuevo etiquetado son el aceite vegetal y margarina en Holanda, los aderezos de ensaladas en el Reino Unido y la cerveza en Suecia.
En este caso, el gobierno boliviano debería elaborar una norma de etiquetado para proteger al consumidor de las importaciones de productos provenientes de Argentina, Brasil, Canadá y Estados Unidos que producen y procesan alimentos y productos en base a soya, maíz y algodón transgénicos.
En Bolivia, si bien la soya sigue liderando en el sector productivo de Santa Cruz, si se aprobara a nivel comercial la autorización de la soya transgénica en nuestro país, se reducirían las exportaciones de este producto, por ejemplo, lo que pasa en Argentina y Uruguay, que productores de soya convencional y ecológica han elevado los costos de exportación porque en su países se produce soya OGM (Organismo Genéticamente Modificado).
Los OGM no solamente están afectando a la soya como soya, sino a todos los subproductos u otros que tienen como insumo o alimentos para otros rubros, como ser productos procesados en base a soya, incluyendo a la ganadería vacuna que también se exporta.
En este caso, deberá demostrarse que el alimento que se les su ministra a los animales no es OGM o Transgénico, y para eso se requiere de más verificaciones e inspecciones, lo que también eleva los costos para la exportación. Gastos que deben ser cubiertos por los mismos productores y exportadores, pues los análisis y certificaciones deben realizarse en laboratorios europeos acreditados.
Todos los países están creando normas de protección al consumidor, un país que produce transgénicos debe presentar certificados que avalen que el producto no es transgénico. Todo esto incluirá una pérdida de competitividad de este y otros productos a base de soya en nuestro país. Los perjudicados serán los productores de soya convencional, la producción ganadera ya que usan alimento balanceado en base de soya.
El daño a la salud y la contaminación genética
La ingeniería genética y otras técnicas moleculares han logrado romper el límite natural entre seres vivos, y hoy es posible que una variedad de maíz contenga genes de bacterias, virus, animales y otras especies de plantas o que la soya contenga grados de pesticidas en si misma.
Los cultivos transgénicos son el resultado de plantas que han recibido genes de organismos totalmente extraños a ellos, por ejemplo, una papa puede recibir el gen de un pez para que ésta pueda tener resistencia a las heladas. Aunque esto pueda ser visto como algo positivo, el hecho de que se juegue con la vida y se rompan las barreras evolutivas, puede desencadenar impactos impredecibles en la salud humana, el medio ambiente, los cultivos tradicionales y las relaciones socioeconómicas existentes en un país.
Adicionalmente, ponen en riesgo las tecnologías más tradicionales, de las que depende no solo la sobrevivencia de las comunidades indígenas y campesinas que las han desarrollado, sino de alguna manera, la sobrevivencia de otros sectores de la sociedad, por su contribución en la seguridad alimentaria.
La biotecnología creará dependencia
La biotecnología ha sido diseñada para la agricultura intensiva, con monocultivos que cubren áreas muy grandes, dirigidas a la exportación. Las semillas modificadas genéticamente vienen acompañadas de paquetes tecnológicos que incluyen plaguicidas, fertilizantes, sistemas de irrigación que son adecuados para esas semillas específicas. Con la llegada de la biotecnología, se establece el sistema de patentes a las nuevas variedades modificadas.
La biotecnología ha desarrollado variedades uniformes, que no pueden responder a los cambios ambientales. Con la ingeniería genética es posible tener semillas que dejan de ser fértiles luego de la primera generación.
El 60% de la investigación en ingeniería genética se centran en desarrollar cultivos resistentes a herbicidas. De esta forma, los agricultores tendrán que usar más
herbicidas para controlar las malezas.
Otras investigaciones tratan de prolongar el tiempo de maduración del producto, para favorecer a las empresas comercializadoras. Las nuevas variedades que surgirán como producto de la biotecnología reemplazarán variedades tradicionales, acelerando el proceso de erosión genética, amenazando la seguridad alimentaria de la gente que depende de esos cultivos.