Agricultura ecológica y seguridad alimentaria: Hacia la creación de un movimiento serio
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Este es el artículo por el cual he sido insultado, criticado y felicitado en estos últimos días.
La agricultura orgánica- o ecológica- se perfila como alternativa viable para alimentar la creciente población mundial ante retos apremiantes como las crisis alimentaria y energética, el cambio climático, el descalabro financiero global y peak everything. Esta modalidad de producción agrícola, que combina lo mejor de tradiciones antiguas y de la ciencia moderna, tiene tanta o más validación científica que la agricultura industrial convencional.
Pero desafortunadamente en Puerto Rico el movimiento orgánico-ecológico tiene pocas posibilidades de hacer mella en la agricultura del país si sigue por su actual ruta. El movimiento está actualmente plagado de falta de rigor científico e integridad intelectual, una fe ciega en la ideología de libre mercado, teorías de conspiración disparatadas, discursos anarco-libertarios que no son más que expresiones de hiper-individualismo, fundamentalismos vegetarianos, seudo-religiones de nueva era, y filosofías naturistas de corte seudocientífico y reaccionario.
En las tribunas de mercados orgánicos alrededor de Puerto Rico he visto talleres educativos muy útiles sobre aspectos prácticos de la producción agrícola ecológica, pero también he visto en esas tribunas muchas cosas preocupantes y hasta indignantes: gente hablando de astrología, piedras “mágicas” y “encuentra tu aura” como si se tratara de ciencias legítimas, gente vendiendo amuletos que supuestamente protegen contra las radiaciones de teléfonos celulares, supuestos gurús de la nutrición diciendo una sarta de disparates, y en una ocasión un señor diciendo que el gobierno de Estados Unidos está secretamente alterando el clima con máquinas misteriosas y “chemtrails”, sin presentar ninguna evidencia fehaciente o un solo argumento coherente.
¡Y que no se diga que se trata simplemente de diferencias de opinión que hay que tolerar! Estas tendencias anti-intelectuales y anti-humanistas son un verdadero obstáculo a la protección ambiental y la seguridad alimentaria del país, pues ponen en ridículo el movimiento orgánico-ecológico e impiden que los proponentes de la agroecología sean tomados en serio en los ámbitos académico y científico y en el debate político.
Hace unos años tuve una discusión fútil con un agricultor orgánico quien argumentaba como un energúmeno exaltado que no hay calentamiento global, que se trata de un gran engaño. Su argumento era básicamente que “la ciencia es una mentira”. ¿Cómo puede uno razonar con una persona así? Y no se trata de un caso aislado. Los discursos irracionalistas y ataques a mansalva contra la ciencia, la modernidad y la cultura occidental por ser supuestamente culpables de todos los males del mundo son la orden del día en el movimiento orgánico-ecológico-naturista.
No todos los integrantes del movimiento se suscriben a esas charlatanerías, pero optan por callar ante ellas. Desgraciadamente esa es la naturaleza humana: tendemos a perdonarle todo a nuestros correligionarios y no perdonarle nada a nuestros adversarios. Cuando se aparecen los vendedores de pesticidas y semillas transgénicas con sus embustes de mercadeo y ciencia fatula les caemos encima con todo lo que tenemos, señalando muy justamente todas sus inconsistencias, omisiones y falsedades. Pero cuando en nuestras filas aparece gente promoviendo teorías conspiranoicas que no son más que evidencia de deterioro intelectual colectivo, entonces tendemos a callar o tratar de cambiar el tema. Nos mordemos la lengua porque queremos ser simpáticos. Creemos que el concurso de popularidad es más importante que la búsqueda de la verdad.
Pues no más. No puedo seguir callado ante tanta absurdidad y discurso reaccionario que estorban las luchas por la ecología y en pro de las causas progresistas. Gente, los Iluminati no existen. No hay ninguna cofradía secreta de individuos controlando el mundo y hasta modificando el clima como si fueran dioses del Olimpo. El mundo es mucho más complejo que eso y la realidad política no se presta a teorías ultra-simplistas. El capitalismo y el imperialismo son fenómenos de una complejidad abrumadora y requieren de una vida entera de estudio intelectualmente riguroso y consecuente. Los panfletitos de conspiranoia, que incluyen desde libros hasta seudo-documentales fatulos como “Zeitgeist”, son para gente que no quiere pensar mucho y que quiere respuestas fáciles y simples para la complejísima realidad en que vivimos.
Los “chemtrails” NO EXISTEN y no hay ningún HAARP modificando el clima. Ninguna evidencia sostiene esas teorías*. Si el clima se está saliendo de lo normal eso es debido al calentamiento global, un fenómeno aceptado como realidad por la gran mayoría de la comunidad científica internacional desde hace más de veinte años. Hace años y años que no hay un solo científico serio que ponga en duda que el planeta se está calentando de manera anormal y que la única explicación factible es la acumulación de gases de invernadero en la atmósfera causada por el hombre, principalmente por vía del uso de combustibles fósiles. A estas alturas es un bochorno total tener que discutir esto como si se tratara de opinión y no de hecho científico ampliamente constatado.
Pero para la gente que vive de la conspiración y la paranoia los científicos son gente malvada que son parte de un complot para controlar el mundo, y la ciencia no es más que una actividad siniestra y sospechosa que oculta agendas esotéricas. No son pocas las veces que he escuchado ese tipo de discurso. Y lo más deliciosamente irónico es que ese discurso se originó de la iglesia católica y la Inquisición en la edad media para meterle miedo a la gente y hacer que le saque el cuerpo a las ideas apóstatas de la ilustración y la modernidad.
Así que la próxima vez que se encuentren con ideas disparatadas y absurdas en el seno de movimientos ecológicos y progresistas, no se queden callados. El que calla otorga. Armen un diálogo, una discusión, digan algo, pero por favor no callen.
Un movimiento de avanzada que se autorrespete debe optar por la complejidad y no por las teorías e interpretaciones simplistas, debe apostar a las explicaciones científicas y no a las teorías de conspiración, y debe preferir a la modernidad y el progreso sobre discursos reaccionarios que celebran un pasado glorioso que nunca ocurrió, debe fundamentarse sobre las bases del humanismo secular y el método científico.
En otra ocasión retomaremos el tema de las cosas que andan mal con el movimiento ecológico-orgánico. Créanme que la lista no es corta.
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