viernes, agosto 27, 2010

En clave de futuro

Uruguay: plantean zona de exclusión a transgénicos y las corporaciones reaccionan

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En las proximidades de Montevideo, en el departamento uruguayo de Canelones, organizaciones sociales han planteado a las autoridades la creación de una zona de exclusión para cultivos transgénicos, abriendo un debate necesario.

El territorio de Canelones es uno de los más poblados del medio rural uruguayo, con un bajo promedio en cuanto al área ocupada por las explotaciones productoras de alimentos, en su mayoría de carácter familiar.

Articulado en torno a la cuenca del río Santa Lucía, que es la fuente de agua potable de la capital nacional y la zona más poblada de todo Uruguay, Canelones es un territorio de producción variada y cultura campesina.

De ahí que el “aterrizaje” de los cultivos transgénicos, en particular la soja resistente al herbicida glifosato, haya generado múltiples reacciones en las comunidades de pequeños campesinos y agricultores familiares.

Quizá el antecedente de esta preocupación más remoto en el tiempo se ubique en el año 2008, cuando una avioneta aplicó por aspersión glifosato sobre un campo y las zonas pobladas circundantes de la región de Totoral del Sauce, densamente poblada y de producciones intensivas, afectando a los niños de la escuela sobre la ruta 86 y a vecinos que se encontraban en tareas al aire libre.

El hecho fue denunciado a través de los medios de comunicación locales y ante las autoridades locales y nacionales, por lo que las aplicaciones se detuvieron. Sin embargo, en la primavera verano 2008-2009 comenzaron los preparativos para la implantación de unas 400 hectáreas de soja transgénica en las cercanías de la ciudad de Sauce, zona de Cuchilla de Rocha.

La comunidad -conformada por productores hortifrutícolas de pequeña escala- reaccionó, se informó sobre los efectos sobre el ambiente y los dueños de esos cultivares y muchos que habían arrendado sus campos retrocedieron.

La presión social fue mucha y finalmente la soja no se cultivó. Pero quedó claro que, de no mediar una reglamentación específica a nivel n acional o municipal, nada podía detener a una empresa local o extranjera de realizar esos cultivos.

Sin embargo, la preocupación trascendió Cuchilla de Rocha y se supo del nefasto efecto del cultivo de soja sobre las comunidades humanas, el suelo, la biodiversidad y el agua en otros puntos del territorio de Canelones.

Todo ello derivó en la conformación de una Comisión Especial Asesora con vecinos, ediles e integrantes de distintas direcciones de la Comuna (Alcaldía) Canaria que trabajara el tema y trazara criterios y recomendaciones a las autoridades comunales.

De ahí surgió la decisión de prohibir las fumigaciones aéreas en todo el territorio de Canelones . Y así fue que la Comisión Asesora sugirió la necesidad de que se estableciera una zona de exclusión para cultivos genéticamente modificados a modo ejemplificador y piloto en la región sur de Canelones.

Tras casi dos años de consultas, la Comisión Asesora decidió elevar dicha recomendación, lo cual desató fuertes presiones sobre el gobierno del departamento desde distintos ámbitos directa o indirectamente vinculados al agronegocio.

La “preocupación” por la eventual zona de prohibición a cultivos OGM no tiene tanto que ver con que se pierdan grandes áreas para este cultivo, sino por el contrario porque la decisión comunal se transforme en un precedente a ser utilizado en otras zonas del país donde la expansión acelerada de este monocultivo ha generado problemas tanto más serios.

Hoy en día en Uruguay los monocultivos de soja transgénica y forestación ocupan en el entorno del millón de hectáreas cada uno, cambiando drásticamente el paisaje productivo, el uso de la tierra y en especial la disponibilidad de agua en algunas regiones del país que no se auto-abastecen en los períodos de verano.

Una “Zona de exclusión” a cultivos transgénicos no sería una excepción a nivel internacional: en varios países europeos, como sucede en los casos de España, Alemania y Francia por ejemplo, se han planteado zonas de exclusión ante el reclamo de las comunidades.

El accionar de los habitantes de Canelones preocupados por la sustentabilidad de su vida y la de sus familias en el campo ha tenido un primer efecto: instalar un debate desde el territorio sobre un tema central y escasamente abordado en la escena pública.

Un debate a abordar en clave de futuro.

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