Dimensiones éticas de la crítica agroecológica a la biotecnología agrícola
Miguel Altieri
El objetivo del presente trabajo es cuestionar las falsas promesas hechas por la industria de la ingeniería genética agrícola, al prometer que los cultivos producidos mediante esta tecnología generarían una agricultura menos dependendiente en insumos químicos, aumentarían la productividad y ayudarían a reducir los problemas ambientales
Este artículo también analiza las críticas ambientalistas a la biotecnología, expresadas en la preocupación por sus efectos sobre las condiciones sociales y económicas, y los valores culturales, religiosos y morales de las diferentes culturas, que han sido ignorados reiteradamente en el desarrollo tecnológico de los OvGM. El autor concluye afirmando que ha llegado el momento de enfrentar socialmente el reto y la realidad de la ingeniería genética. Las compañías de biotecnología deben sentir el impacto de los movimientos ambientalistas, laborales y campesinos, de modo que reorienten su trabajo para el beneficio de toda la sociedad y de la naturaleza.
Introducción
El problema del hambre y la pobreza en el mundo, cuyas raíces se asientan en la desigual distribución de los recursos productivos y en la injusticia social que prevalecen principalmente en los países del Sur, pretendió ser enfrentado hace cincuenta años mediante las innovaciones tecnológicas de la Revolución Verde. Sin embargo, aun cuando se incrementaron los rendimientos de determinados cultivos, éstos se concentraron en productos de exportación y agroindustriales bajo sistemas de monoproducción a gran escala, sin un impacto significativo en la pequeña agricultura y, por ende, en la pobreza rural.
A inicios del tercer milenio, el hambre y la pobreza mundial se han incrementado, a pesar de que los excedentes alimenticios acumulados en los países desarrollados servirían para enfrentar decididamente este problema. Sin tomar en cuenta esta realidad, los grupos económicos que estuvieron detrás de la Revolución Verde (empresas de semillas y agroquímicos) argumentan, una vez más, que el problema está en el incremento de la productividad agrícola y promueven una Segunda Revolución Verde, basada en la biotecnología y en la ingeniería genética. Las corporaciones de agroquímicos, las cuales controlan cada vez más la orientación y las metas de la innovación agrícola, sostienen que la ingeniería genética mejorará la sostenibilidad de la agricultura al resolver los muchos problemas que afectan a la agricultura industrial y librará al Tercer Mundo de la baja productividad, la pobreza y el hambre.
Comparando mito y realidad, el objetivo de este artículo es cuestionar las falsas promesas hechas por la industria de la ingeniería genética. Ellos han prometido que los cultivos producidos por ingeniería genética harán la agricultura menos dependendiente en insumos químicos, aumentarán la productividad, disminuirán los costos de insumos y ayudarán a reducir los problemas ambientales. Al cuestionar los mitos de la biotecnología, aquí se muestra a la ingeniería genética como lo que realmente es: otra ronda tecnológica o "varita mágica" destinada a entrampar los problemas ambientales de la agricultura sin cuestionar las raíces causales que ocasionaron los problemas la primera vez(1). La biotecnología desarrolla soluciones monogénicas, diseñadas sobre modelos industriales de eficiencia, para problemas que derivan de sistemas de monocultivo ecológicamente inestables. Se ha probado ya que, en el caso de los plaguicidas, tal enfoque unilateral no fue ecológicamente confiable. Este enfoque, unilateral y reduccionista, que utilizó el paradigma "un químicouna plaga" y que llevó a problemas de resistencias de plagas y contaminación ambiental, no difiere del enfoque biotecnológico que ahora enfatiza un paradigma comparablemente reduccionista de "un genuna plaga" y el cual conlleva a las mismas falacias ecológicas.
La agricultura industrial moderna, hoy caracterizada por el modelo de la biotecnología, se basa en una premisa filosófica que es fundamentalmente errónea y que necesita ser expuesta y criticada para avanzar hacia una agricultura verdaderamente sostenible. Esto es particularmente relevante en el caso de la biotecnología, donde la alianza de la ciencia reduccionista y la industria multinacional monopolizadora lleva a la agricultura por un camino equivocado. La biotecnología percibe los problemas agrícolas como deficiencias genéticas de los organismos y trata a la naturaleza como una mercancía y, en el camino, hace a los agricultores más dependientes de un sector de agronegocios que concentra cada vez más su poder sobre el sistema alimentario. Esto es preocupante, especialmente hoy en que son las motivaciones económicas, más que las preocupaciones sobre el medio ambiente, las que determinan el tipo de investigación y las modalidades de producción agrícola que prevalecen en todo el mundo(2).
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