La catástrofe ambiental de la provincia del Chaco y las propuestas de fabricar biodiesel con la soja
Por Jorge Eduardo Rulli
El fin de la era del petróleo esta cerca y es inevitable. Las fuentes de recursos fósiles que a la Naturaleza le llevó millones de años generar, se agotarán con el nivel actual de consumo, en las próximas décadas. En el año 2003 el biólogo Jeffrey Dukes calculó que en los combustibles derivados del petróleo que quemamos en un año usamos cuatro siglos de plantas y animales procesados por la Naturaleza en épocas pretéritas. Esta es evidentemente una ecuación absolutamente insustentable. El precio creciente del barril de petróleo es un recordatorio constante de que el mundo y particularmente el sistema del Capitalismo urbano industrial, se encuentran en medio de una de sus crisis más severas y probablemente la última. En nuestro país, los científicos anticipan que al ritmo que Repsol exporta actualmente nuestro petróleo crudo, la Argentina entrará en colapso energético en los próximos ocho o tal vez nueve años. Esto significa que no sólo nos quedaremos sin petróleo, sino que las actuales fuentes alternativas que usamos para procurar energía tales como las represas o las centrales nucleares, serán ampliamente superadas por la demanda. La idea de que podemos reemplazar aquel legado fósil y su extraordinario poder energético con otras energías ambientales y particularmente con biocombustibles, resulta hasta el momento una mera fantasía. No hay sustitutos posibles al petróleo que se termina, si es que pensamos en mantener los actuales niveles de consumo. Sin embargo, los intentos irracionales de generar bio-sustitutos se ven por todas partes y aunque inútiles o imposibles, conllevan más dolor para los pueblos que dependen de su agricultura y exhiben además, la incapacidad de sus dirigencias de imaginar otros escenarios diferentes al de la era del petróleo. El futuro se presenta absolutamente incierto y amenazante, en especial para quienes no siendo capaces de imaginar otros modelos de vida que modifiquen el actual consumo energético, se comprometen con la actual ecuación planetaria que consiste en sistemas de superconsumo y dilapidación de la energía en los países ricos, mientras condenan a los restantes a la sumisión neocolonial y a la depredación de sus recursos naturales.
Desde el GRR, hemos sostenido que los criterios impuestos actualmente en la Argentina, de explotación insustentable de los agroecosistemas, así como la extensión de la sojización a provincias y zonas de suelos inadecuados para la agriculturización permanente, provocarían no sólo la deforestación masiva con pérdida de biodiversidad y aumento del cambio climático, sino también, verdaderos y trágicos colapsos de los ecosistemas. Aún más todavía, anticipamos que ambientalmente el eslabón más débil de la cadena resultaba ser la provincia del Chaco, devastada sin compasión en sus bosques naturales, en sus paisajes y en sus poblaciones campesinas por los nuevos sistemas de monocultivo de soja transgénica y paquetes agro químicos. El desequilibrio ambiental que ha causado la expansión de la soja es la causa de que la provincia pase de las sequías extremas a las inundaciones masivas y de ellas nuevamente a la sequía. Los hechos han dado razón a nuestras previsiones. El Impenetrable es sólo recuerdo y sus últimos jirones se rematan impunemente por Internet… La población campesina que permanece en sus pueblos misérrimos, no tiene acceso a la tierra ocupada por la soja y permanece desempleada de la agricultura, viviendo de planes sociales y bajo la permanente agresión de las aerofumigaciones. A los chaqueños solo les queda emigrar a los cinturones de indigencia que rodean la ciudad de Resistencia o a los bolsones de miseria del Gran Buenos Aires.
El Chaco es una provincia que agoniza en sus ecosistemas devastados. Una provincia que agoniza asimismo bajo la tiranía corrupta de una corporación política tan, pero tan inepta, que contra toda lógica, deja extinguir el propio territorio y la propia población a la que desde hace décadas explota sin misericordia. Sin embargo, resulta aún más demencial todavía, que la crucifixión ambiental, económica y social del Chaco no les baste a los sojeros y a los funcionarios cómplices que han atado el Destino argentino a un modelo de país exportador de forrajes.
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De tal manera, comprobamos una vez más que estos técnicos y dirigentes políticos locales son definitivamente incapaces de encontrarle salidas a la crisis que ellos mismos provocaron. Ante el desastre de la provincia, sólo son capaces de ofrecernos más de lo mismo. Hoy se aferran a la fantasía de poder paliar la crisis mundial del petróleo con la producción de agro combustibles… Pretenden ignorar a esas poblaciones asoladas por el hambre, víctimas del pecado de olvidar que la tierra es el medio para producir el pan que el hombre necesita, y nunca una fábrica de cultivos industriales o de combustibles. Esa es nuestra miserable corporación política, aferrados a sus gestos coloniales, son incapaces de aprender o de renovarse y ante el fin de la Era del Petróleo, pretenden reemplazar la agricultura por los Agronegocios, y apostar al Capitalismo globalizado de la Soja, ya sea como forraje o como combustible… No solo ignoran la propia tragedia chaqueña, sino que también pretenden ignorar y eludir las responsabilidades del Cambio Climático planetario al que han aportado generosamente con sus extensos monocultivos y sus residuos dejados a cielo abierto, con la quema de montes para extender la frontera de la sojización, con los gases producidos por el cambio en el uso del suelo, sus emisiones de metano y los innumerables venteos de gas en los pozos de petróleo.
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