Ayuda al desarrollo, no transgénicos
Stefania Bianchi
Stefania Bianchi
Los líderes del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos, que se reunirán la próxima semana en Escocia, deberían analizar mecanismos de fomento agrícola en África y no apostar a la ”solución milagrosa” de los alimentos genéticamente modificados
Así lo señaló, en vísperas de la cumbre, la organización Consumers International (CI), dedicada a ubicar los derechos del consumidor y la justicia social en el centro de la agenda internacional del desarrollo.
Las grandes corporaciones de la biotecnología y algunos gobiernos promueven los cultivos transgénicos como solución a la escasez de alimentos y a la desnutrición, pero CI insiste en que no hay pruebas de que éstas sean efectivas, y llama a garantizar la seguridad alimentaria de África a través de otras medidas.
”La modificación genética no solucionará el problema del hambre mundial. Los supuestos beneficios de los transgénicos no han sido lo suficientemente demostrados aún como para ignorar los riesgos potenciales al ambiente, la salud humana y la animal”, dijo el director de CI para África, Amadou Kanoute.
”Sería más sensato invertir dinero en otras tecnologías más adecuadas económica y ambientalmente para los agricultores pobres y los consumidores”, añadió.
La organización con sede en Londres exhortó a los líderes del G-8 a concentrarse en la seguridad alimentaria de África.
Los jefes de gobierno de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia se reunirán en la localidad escocesa de Geneagles del 6 al 8 de este mes.
El anfitrión de la cumbre, Tony Blair, impuso como prioridades de las deliberaciones el desarrollo de África subsahariana y el recalentamiento del planeta.
CI alertó que las empresas de la biotecnología intentan desviar la atención de las verdaderas causas del hambre en África, como la falta de acceso a los alimentos y su mala distribución, los conflictos armados y la infraestructura inadecuada.
La organización sostuvo que los granjeros africanos son víctimas de desfavorables reglas del comercio internacional y, aun cuando estén dispuestos a cambiar sus métodos de producción, el uso de transgénicos les depararía más perjuicios que beneficios.
Los productos genéticamente modificados son creados a través de la inserción de genes de diferentes plantas e incluso animales en determinadas semillas para dotarlas de atributos especiales, como una mayor resistencia a los plaguicidas.
Los primeros transgénicos fueron introducidos en el mercado a mediados de los 90, y desde entonces se han propagado granos transgénicos de maíz, soja y algodón en todo el mundo. En algunos países hay variedades transgénicas de papaya, papa, arroz, calabacín, remolacha y tomate.
La producción de transgénicos se incrementó en forma significativa en los últimos 10 años, pero sigue causando controversia. Sus partidarios sostienen que ayuda aumentar las cosechas, pero sus críticos señalan que podrían tener riesgos sanitarios impredecibles.
También hay temor de que las grandes corporaciones terminen controlando la cadena alimenticia.
CI sostuvo que el centro del problema es que los transgénicos son promovidos con ”celo agresivo” como si fueran una ”solución milagrosa” por parte de las empresas, persuadiendo a granjeros y comunidades locales.
”Los países africanos están preocupados por la bioseguridad y las consecuencias de introducir alimentos transgénicos sin evaluaciones adecuadas e independientes sobre sus efectos en la salud humana y en el ambiente”, dijo a IPS David Cuming, encargado de la campaña de CI contra los productos modificados genéticamente.
”Actualmente, los países de África no tienen la adecuada red regulatoria para enfrentar a los transgénicos. Pero, por otro lado, las grandes corporaciones y el gobierno de Estados Unidos presionan para introducirlos cuanto antes”, añadió.
CI además señaló que los transgénicos no sirven para ayudar a los productores africanos, ya que son demasiado caros.
”En África, los granjeros ahorran sus semillas para usarlas al año siguiente. Cuando apelan a semillas transgénicas se ven obligados a comprarlas todos los años. Esto pone el control de la cadena alimenticia en manos de un pequeño grupo de compañías inescrupulosas”, dijo Cuming.
La organización llamó a los líderes del mundo a buscar soluciones alternativas, en vez de gastar millones de dólares en este ”experimento biológico gigantesco que no deja para nada claro cómo se supone que ayudará a los consumidores africanos”.
”Gran parte de la escasez de alimentos tiene que ver con la mala distribución. A pesar de que el gobierno de Estados Unidos quiere que la población crea en ellos, los transgénicos no son el único alimento disponible. Si hay otros alimentos, ¿los africanos no deberían tener derecho a elegir”, señaló Cuming.
CI llamó a los líderes del G-8 a discutir en Geneagles métodos productivos sustentables que puedan ayudar a reducir el hambre en África.
”Se trata de darle la mayor cantidad posible de recursos a los granjeros para acabar con la pobreza en las áreas rurales. Hubo ciertas iniciativas exitosas en África, como proyectos para controlar la peste en el maíz o para darle una mayor tolerancia al arroz en tiempos de sequía”, destacó Cuming.
CI añadió que, si desean apoyar a los consumidores africanos, los líderes del G-8 deberían trabajar para incluirlos en el proceso de desarrollo y garantizar la satisfacción de sus necesidades.
La organización también sugirió que los países ricos pongan en práctica las propuestas de la Comisión para África del gobierno de Gran Bretaña, que instó a duplicar la asistencia a ese continente, cancelar por completo la deuda de los países más pobres e impulsar reformas comerciales.
IPS Noticias, Internet, 1-7-05
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