Unión Europea trabaja desde otra posición
Programa Horizonte Sur - Radio Nacional
(Transcripción)
Editorial del día 25 de septiembre de 2004
Tiene la palabra: Jorge Rulli
Buenos días. Buenos días a todos.
J.R.
Grupo de Reflexión Rural
(Transcripción)
Editorial del día 25 de septiembre de 2004
Tiene la palabra: Jorge Rulli
Buenos días. Buenos días a todos.
Hay un modelo que el Lic. Corcuera de la Fundación Vida Silvestre denominó: Soja Sustentable. Este modelo es una planificación de la Argentina para los próximos diez o quince años y vuela por arriba de las polémicas que se dan sobre patentamiento, genes de resistencia a Roundup, debates entre Agricultura y la empresa Monsanto, debates entre los productores de soja, etc., etc. Este modelo implica una planificación de la Argentina para alcanzar las cien millones de toneladas de granos de exportación e implican también diez millones de hectáreas más para los desiertos verdes de la soja, y sobre todo significa un planificación inteligente que permita alcanzar estos niveles extraordinarios de sojización sin provocar nuevos estallidos sociales. Y aquí es donde mucha gente va a sumar su voluntad para colaborar con las multinacionales y con este proyecto de la multinacional Monsanto. Por que este proyecto tiene cómplices concientes y también tiene aliados inconscientes. Por eso es importante que hablemos de eso.
Desde Vida Silvestre, que trata de preservar los Praques Nacionales para que no vuelva a ocurrir como en Salta, donde la ambición desmedida de los monocultores de soja y de caña de azúcar lograron levantar las inhibiciones sobre un parque o sobre una zona restringida, como ya a ocurrido en uno de los lotes mayores, hasta el caso de la Federación Agraria que hoy está levantando viejos discursos del Grupo de Reflexión Rural, y nos alegramos de ello, y nos alegramos de que estén levantando muchas de nuestras banderas cuando señalábamos que se había instalado en la Argentina una agricultura sin agricultores, que nuestra economía era cada vez más frágil y que los desiertos verdes de la soja estaban despoblando el campo y arrojando hacia los cinturones urbanos de pobreza a los pequeños productores. Pero hay también otros sectores, entre comillas progresistas que continúan levantando la bandera de la reforma agraria. Y hoy hablar de la reforma agraria en este país, sin hablar a la vez de la soja y la biotecnología, significa clara y llanamente que el modelo de la sojización tenga más base social que la que tiene ahora.
También las numerosas campanas donde se sientan Tirios y Troyanos en la misma mesa: la gente de AAPRESID o los sojeros y los antisojeros son parte de este modelo de la soja sustentable por que legitima al enemigo, lo transforma en adversario. Y son muchos, especialmente desde los niveles académicos que proponen esto de escuchar las dos campanas por que quieren ahora jugar a ver quién tiene razón cuando el país tiene más de quince millones de hectáreas de transgénicos. Jeremy Rifkin, el norteamericano que acaba de estar en la Argentina dijo que somos el experimento biotecnológico más grande del mundo y además fracasado. Pese a lo cual hay muchos sectores progresistas, y hasta de izquierda, que quieren escuchar las dos campanas para tomar opinión... ¡ahora señores!, ahora la opinión que ustedes puedan construir a nadie le importa.
La respuesta de importantes chacareros y arrendatarios productores de soja frente a este panorama incierto, de las regalías, de las retenciones, de los precios que bajan, de los monocultivos que crecen, es la continuar evitando los debates sobre la biotecnología y sobre el modelo de agriculturización y sojización a la vez que son críticos solamente a sus consecuencias.
Decíamos que la reforma agraria, como consigna, trata de poner freno a la extranjerización de la tierra e inclusive de implementar planes de colonización, como dicen muchos: para un millón de nuevos productores. Pero que se resume en el proyecto encubierto de ampliar la base social del modelo sojero. Para estos sectores ligados a la producción de soja y al pensamiento progresista la disputa es fundamentalmente por la renta de la tierra, que arriendan unos y que otros trabajan y se trataría de socializar con nuevos protagonismos la riqueza que hoy queda en manos de los terratenientes de la agricultura industrial, riqueza con la cual seguramente, se podría solucionar innumerables problemas urbanos, sociales, salariales y aún intentar el famoso shock distributivo del cual nos han hablado hasta el cansancio algunos sectores sindicales y de izqiuierda y al que se asignan mágicos resultados.
Parte de estos reclamos es el rechazo ingenuo del sistema de patentes de las transnacionales a la vez que usamos la semilla de la soja RR de Monsanto y el trigo de Nidera y alentamos la posibilidad de una biotecnología nacional como hace el INTA en falsos aprontes de presuntas independencias, que no se plantean seriamente considerar las complejidades de la actual globalización.
Días pasados estuvimos en la reunión de la Comisión de Agricultura de Cámara de Diputados de la Nación, justamente escuchando a la dirección del INTA y a la dirección del CONICET y también de la Agencia de Financiamiento para estas cuestiones sobre estos temas, en los cuales no solamente reclaman mayores presupuestos para el año próximo sino que anticiparon que el mayor esfuerzo de estas agencias y del INTA están puestos en elaborar una estrategia y un plan nacional de biotecnología. El CONICET tiene cerca de mil cuadros para trabajar en estos temas y está poniendo todo el esfuerzo interior en un polo de desarrollo biotecnológico que está llevando adelante con sus propias instalaciones estatales en la ciudad de Rosario y con empresas privadas como las de Grobocopatel, Bio Ceres, Bio Sidus, etc. O sea, lo poco del Estado que nos resta trabaja abierta y descaradamente para el proyecto de las multinacionales.
Triste panorama. Tristes panoramas los que pintan estos restos del viejo Estado y la falta a la vez de estrategias y de planificación y de políticas de estado.
Nosotros consideramos que la denuncia contra el modelo de monocultivos sojeros y la relación de ese modelo con la deuda externa, con el sistema de endeudamiento, tal como lo hemos dicho muchas veces, es fundamental y la introducción necesaria a cualquier discurso sobre le tema. Consideramos que es válida una moratoria nacional frente a los desmontes, como han presentado algunos diputados nacionales, pero no solamente sujetas a las leyes biotecnológicas que van a fundamentar el nuevo modelo de la soja sustentable, sino como compromiso nacional frente a los protocolos de Río de Janeiro en los que nos hemos comprometido a preservar la biodiversidad. Consideramos que es muy importante impulsar la producción de semillas nacionales para liberarnos en un futuro cercano de la absoluta sumisión que tenemos ahora a las semillas de las empresas transnacionales y también necesitamos retomar el control del comercio exterior, restablecer la Junta Nacional de Granos a la vez que establecer precios sostén para las producciones que como la lenteja y el arroz y ahora también la cebolla que aportan a la mesa de los argentinos y que tenemos que pagar a un precio absolutamente irracional.
Necesitamos en especial funcionarios honestos en el sector agropecuario, que no solamente cobren del Estado sino que trabajen para el país, y no sobornados como ahora por las transnacionales. Necesitamos un Proyecto Nacional y necesitamos reconstruir el Estado para disponer de los instrumentos necesarios que nos aseguren la Soberanía Alimentaria de los argentinos.
Desde Vida Silvestre, que trata de preservar los Praques Nacionales para que no vuelva a ocurrir como en Salta, donde la ambición desmedida de los monocultores de soja y de caña de azúcar lograron levantar las inhibiciones sobre un parque o sobre una zona restringida, como ya a ocurrido en uno de los lotes mayores, hasta el caso de la Federación Agraria que hoy está levantando viejos discursos del Grupo de Reflexión Rural, y nos alegramos de ello, y nos alegramos de que estén levantando muchas de nuestras banderas cuando señalábamos que se había instalado en la Argentina una agricultura sin agricultores, que nuestra economía era cada vez más frágil y que los desiertos verdes de la soja estaban despoblando el campo y arrojando hacia los cinturones urbanos de pobreza a los pequeños productores. Pero hay también otros sectores, entre comillas progresistas que continúan levantando la bandera de la reforma agraria. Y hoy hablar de la reforma agraria en este país, sin hablar a la vez de la soja y la biotecnología, significa clara y llanamente que el modelo de la sojización tenga más base social que la que tiene ahora.
También las numerosas campanas donde se sientan Tirios y Troyanos en la misma mesa: la gente de AAPRESID o los sojeros y los antisojeros son parte de este modelo de la soja sustentable por que legitima al enemigo, lo transforma en adversario. Y son muchos, especialmente desde los niveles académicos que proponen esto de escuchar las dos campanas por que quieren ahora jugar a ver quién tiene razón cuando el país tiene más de quince millones de hectáreas de transgénicos. Jeremy Rifkin, el norteamericano que acaba de estar en la Argentina dijo que somos el experimento biotecnológico más grande del mundo y además fracasado. Pese a lo cual hay muchos sectores progresistas, y hasta de izquierda, que quieren escuchar las dos campanas para tomar opinión... ¡ahora señores!, ahora la opinión que ustedes puedan construir a nadie le importa.
La respuesta de importantes chacareros y arrendatarios productores de soja frente a este panorama incierto, de las regalías, de las retenciones, de los precios que bajan, de los monocultivos que crecen, es la continuar evitando los debates sobre la biotecnología y sobre el modelo de agriculturización y sojización a la vez que son críticos solamente a sus consecuencias.
Decíamos que la reforma agraria, como consigna, trata de poner freno a la extranjerización de la tierra e inclusive de implementar planes de colonización, como dicen muchos: para un millón de nuevos productores. Pero que se resume en el proyecto encubierto de ampliar la base social del modelo sojero. Para estos sectores ligados a la producción de soja y al pensamiento progresista la disputa es fundamentalmente por la renta de la tierra, que arriendan unos y que otros trabajan y se trataría de socializar con nuevos protagonismos la riqueza que hoy queda en manos de los terratenientes de la agricultura industrial, riqueza con la cual seguramente, se podría solucionar innumerables problemas urbanos, sociales, salariales y aún intentar el famoso shock distributivo del cual nos han hablado hasta el cansancio algunos sectores sindicales y de izqiuierda y al que se asignan mágicos resultados.
Parte de estos reclamos es el rechazo ingenuo del sistema de patentes de las transnacionales a la vez que usamos la semilla de la soja RR de Monsanto y el trigo de Nidera y alentamos la posibilidad de una biotecnología nacional como hace el INTA en falsos aprontes de presuntas independencias, que no se plantean seriamente considerar las complejidades de la actual globalización.
Días pasados estuvimos en la reunión de la Comisión de Agricultura de Cámara de Diputados de la Nación, justamente escuchando a la dirección del INTA y a la dirección del CONICET y también de la Agencia de Financiamiento para estas cuestiones sobre estos temas, en los cuales no solamente reclaman mayores presupuestos para el año próximo sino que anticiparon que el mayor esfuerzo de estas agencias y del INTA están puestos en elaborar una estrategia y un plan nacional de biotecnología. El CONICET tiene cerca de mil cuadros para trabajar en estos temas y está poniendo todo el esfuerzo interior en un polo de desarrollo biotecnológico que está llevando adelante con sus propias instalaciones estatales en la ciudad de Rosario y con empresas privadas como las de Grobocopatel, Bio Ceres, Bio Sidus, etc. O sea, lo poco del Estado que nos resta trabaja abierta y descaradamente para el proyecto de las multinacionales.
Triste panorama. Tristes panoramas los que pintan estos restos del viejo Estado y la falta a la vez de estrategias y de planificación y de políticas de estado.
Nosotros consideramos que la denuncia contra el modelo de monocultivos sojeros y la relación de ese modelo con la deuda externa, con el sistema de endeudamiento, tal como lo hemos dicho muchas veces, es fundamental y la introducción necesaria a cualquier discurso sobre le tema. Consideramos que es válida una moratoria nacional frente a los desmontes, como han presentado algunos diputados nacionales, pero no solamente sujetas a las leyes biotecnológicas que van a fundamentar el nuevo modelo de la soja sustentable, sino como compromiso nacional frente a los protocolos de Río de Janeiro en los que nos hemos comprometido a preservar la biodiversidad. Consideramos que es muy importante impulsar la producción de semillas nacionales para liberarnos en un futuro cercano de la absoluta sumisión que tenemos ahora a las semillas de las empresas transnacionales y también necesitamos retomar el control del comercio exterior, restablecer la Junta Nacional de Granos a la vez que establecer precios sostén para las producciones que como la lenteja y el arroz y ahora también la cebolla que aportan a la mesa de los argentinos y que tenemos que pagar a un precio absolutamente irracional.
Necesitamos en especial funcionarios honestos en el sector agropecuario, que no solamente cobren del Estado sino que trabajen para el país, y no sobornados como ahora por las transnacionales. Necesitamos un Proyecto Nacional y necesitamos reconstruir el Estado para disponer de los instrumentos necesarios que nos aseguren la Soberanía Alimentaria de los argentinos.
J.R.
Grupo de Reflexión Rural
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