viernes, marzo 09, 2012

Hombres de maiz, nuevo libro de RALLT

RALLT ANUNCIA EL LANZAMIENTO DE SU NUEVO LIBRO “HIJOS DE MAÍZ”



Con motivo de la campaña para declarar al maíz Patrimonio de la Humanidad, y como una alternativa a la expansión del maíz transgénico en nuestra región, la Red por una América Latina Libre de Transgénicos lanzó la semana pasada en Quito, el libro “hombres de Maíz”.


El libro puede ser bajado de:

www.rallt.org



A continuación incluimos el discurso dado por Rosa Rodríguez en el acto de lanzamiento.



LA LIBERTAD ES COMO LA MAÑANA

Rosa Rodríguez


Brota del fondo del surco... a poco se encumbra sobre el suelo, desplegando verdes remos, el tallo toma consistencia y sube gentil erecto, lujosamente ataviado en follaje de alternas y lujosas hojas. Y llega la edad de la suma belleza. Del cogollo brota, blanca, y pigmentada a trecho, la flor, rara y exótica como un ramillete de arte inimitable.

La mata gentil está en señorita, se hincha aquel estuche precioso y se cuaja adentro el misterio de la fecundación, las espigas en clausura de otras hojas guardando el tesoro, esconden la mazorca sobre la que se hincha el grano bruñido y terso... es el choclo, indiano, maíz de la primera edad….

Así, el misterio y el milagro del maíz, sentli, sara, janka o avati, ligado a nuestra vida, va invadiendo y engullendo cada una de las páginas de este libro.

Imperturbables, dueñas de la paciencia infinita, las voces de poblaciones indígenas nos van contando las historias y mitos del maíz. Se escuchan voces de Brasil, México, Nicaragua, Guatemala, Uruguay. Conforme se lee vamos caminando por los colores de estos pueblos y por la generosidad de esta planta, una planta que brota y rompe el capullo para ofrecer a la vida fragancias y colores, ilusión y sueños, que se cuecen en el comal de las tortillas, en las hojas de la humita, en el barro de la colada.

Vamos escuchando historias como las de El Rey de la Espiga tribu, de Las bonitísimas, El Misterio del maíz robado que nos habla de la diaria entrega de música y baile a cambio de granos de maíz; La historia del espíritu del maíz que está presente en todo el ciclo agrícola, este espíritu comunitario que ayuda a guardar en las manos y memorias campesinas, las formas de preparar, sembrar, cuidar y cosechar, no solo al maíz, sino a la vida y a la comunidad.

“Cuando yo siembro mi maíz, se cuenta en una historia, planto tres granos en cada hoyo. Uno es para los seres del suelo que cuidan de la tierra, otro es para los animales que viven encima que también necesitan comer y el tercero es para que crezca, se haga planta y se alimente a mi familia y a mi”…. Historia que nos hablan de la semilla de la generosidad anidada en el corazón, historia que nos habla sobre ese fuego del re encuentro y de la unidad entre la naturaleza y las personas…. No solo porque se siembra tres granos; sino también porque el maíz no existe sin la intervención humana, el grano no se desprende de la mazorca por si solo, nos recuerda el libro, necesita siempre de una mano humana que retire la semilla y la siembre.

Historia que nos habla de la semilla de la esperanza. De la posibilidad de ir juntando las manos, Esperanza hoy puesta en peligro frente a la voracidad de la economía privatizada, de la economía devastadora de los agronegocios.

Más, no solamente nos presenta el libro historias y cuentos. El otro capítulo, Los sabores del maíz, Desde el fogón de los mayores a la cocina de nuestros hijos nos permite saborear la polenta, el pastel de choclo, los tamales asados, la colada morada, el champus.

Pócimas mágicas que conjuran los olvidos y nos hacen recuperar nuestra memoria y nuestros recuerdos, los recuerdos de cómo en familia, entre grandes y chicos se iba desgranando el maíz, se iban desgranando las risas para cocer estos platos.

Sopas y chicha, bebida ritual, elixir de amor que nos hace recordar las fiestas de los Inti raymis, las ganas de compartir de la gente, la ilusión de dar cuando nada se tiene, solo lo más importante, la dignidad y el cariño de nuestro pueblo.

Banquetes de silencio, banquetes para alegrar, banquetes para conmemorar, banquetes para ahuyentar las tristezas, banquetes de rabia serena, banquetes para recordarnos de dónde venimos, que somos hijos del maíz, y por lo tanto que vamos haciendo camino y huella, como esa huella milenaria de diez mil años, que forjó el maíz desde una hierba silvestre llamada teosintle, huella milenaria caminada con enorme sabiduría desde México y Guatemala hacia toda nuestra América y el mundo.

Tortillas, humitas, pozoles,, coladas que nos recuerdan las horas de cariño puestas para preparar esos platos…mujeres que desde muy temprano, casi al tacto, hasta que la luz de sol vaya penetrando, van moldeando con sus dedos los sabores

Celebraciones ligadas al maíz, que honran la vida, la muerte y el amor. Ciclos agrícolas que nos convocan, para que en estos tiempos tan volátiles y difusos volvamos a darnos tiempo para recuperar también los ciclos de la vida.

Y con enorme desborde, la publicación incluye además usos medicinales, leyendas, cantos y poesías.

Fue un grano de maíz tu geografía, el grano adelantó una lanza verde, la lanza verde se cubrió de oro, así le canta a América en su Oda al maíz, nuestro gran Pablo Neruda.

Opulento, de granos de oro cubierto, lumbre cotidiana, de la cultura sustento le canta en otras páginas Marta Juárez,

El hombre que se asoma a la esperanza tiene color de milpa en sus pupilas, Padre nuestro, maíz, agua maciza, alimento del son, uva del indio, grano de sol…es otra poesía presente.

Entonces, de qué hablamos, de qué habla el libro, cuando hablamos de declarar al maíz Patrimonio de la Humanidad? Pues hablamos de la urgente necesidad de seguir garantizando que esta herencia, producida por campesinos, producida por sistemas milenarios, que está al servicio de la humanidad, que nos alimenta, nos cura, nos une, nos celebra, cuida de la tierra, nos vuelve poetas y cantores, siga pasando de generación en generación y no sea secuestrada por los mercaderes de la vida, por los mutiladores de semillas.

Porque no estamos dispuestos ni dispuestas a perder nuestra geografía, ni los colores, ni los sabores. Porque queremos que la propiedad de esta semilla siga siendo colectiva, de todos y no de las grandes corporaciones que buscan apropiarse de la vida.

El libro Hijos del maíz, maíz patrimonio de la Humanidad, con palabras retomadas, convertidas en despertar, nos entrega palabras de cambio. Nos provoca a caminar y tomar acciones. Pues solo resta agradecer a la Red por una América Latina libre de transgénicos por producirlo. Y a nosotros y nosotras nos compromete en esta campaña.

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