jueves, noviembre 20, 2008

Tomado de la revista Biodiversidad, Sustento y Culturas

¿No que transgénicos en África no?

Centro Africano para la Bioseguridad/GRAIN, Johannesburgo, Sudáfrica, 12 de septiembre. Una junta de apelaciones establecida por el ministerio de asuntos agrarios y agricultura, echó abajo un crucial decisión de la instancia sudafricana relacionada con los OGM, de rehusar la experimentación en sorgo, un preciado y ancestral cultivo africano. El consejo de investigación científica industrial (Council for Scientific Industrial Research, o CSIR) ya dio luz verde para proceder al desarrollo de un Súper Sorgo, en instalaciones de nivel tres de contención. La investigación es financiada por el proyecto “de sorgo africano biofortificado” [African Biofortifed Sorghum, o ABS] de la Fundación Bill y Melinda Gates. La Fundación Gates también financia fuertemente la Nueva Revolución Verde en África, dirigida a industrializar la agricultura africana.

El Centro Africano para la Bioseguridad (CAB), que objetó la solicitud inicial del CSIR condenó la decisión y aseguró que los experimentos con sorgo transgénico inevitablemente tendrán por resultado la contaminación del legado africano del preciado sorgo. Haidee Swanby del Centro Africano de Bioseguridad comenta: “El sorgo es un cultivo básico clave para más de 500 millones de personas en el continente. Los riesgos que plantea el sorgo GM para los parientes silvestres no pueden tolerarse y conceder ese permiso equivale a permitir que se dañe el legado de África”.


El CAB insiste en que el proyecto del sorgo biofortificado se desarrolla para su liberación comercial y que el CSIR buscará que le autoricen pruebas de campo muy pronto. La objeción original de la instancia reguladora de GM, emitida en junio de 2006, se basaba en la preocupación de que se contaminara la biodiversidad africana. La contención en una instalación de nivel tres no invalida los riesgos de las pruebas de campo, y se mantienen los riesgos de las variedades del continente.

Elfrieda Pschorn-Strauss, oficial de programa de GRAIN-África, concluye: “No le toca al gobierno de Sudáfrica decidir, a nombre del resto de África, la aprobación de un proyecto industrial que resultará en la inevitable contaminación de la sorprendente diversidad genética del sorgo en el continente. Este cultivo tiene el cuidado y el desarrollo de los campesinos por más de 5 mil años”.

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