domingo, diciembre 20, 2015

El salmón está llorando

Gustavo Duch
Ríen cuando se riega la noticia que dice que “en breve podremos tener en nuestros platos lomos de salmón transgénico” puesto que este pasado mes de noviembre y por primera vez en la historia, la Administración de Medicinas y Alimentos de Estados Unidos (FDA) ha concluido que desde el punto de vista nutricional el salmón AquAdvantage es un alimento idéntico al salmón atlántico convencional. Ríen porque bien saben que transgénico o no, criado en granjas intensivas, en un monocultivo de salmón, estos animales engordan en condiciones inaceptables. En Chile, potencia destacada en el sector con una producción anual de 800.000 toneladas brutas de salmónidos, usan unos 7 kilos de antibióticos por cada 10 toneladas de producción.
Ríen cuando la noticia explica que la modificación transgénica permite que los salmones en cuestión alcancen su peso comercial, unos cinco kilos y medio, entre los 16 y 18 meses, a diferencia de los 30 meses que requiere un salmón convencional. Ríen porque bien saben que criado en granjas intensivas lo que aumentará será la capacidad de producir salmones: si crecen más rápido podrán conseguir más ciclos en un mismo periodo y por lo tanto mayor será la sobreexplotación de las principales pesquerías pelágicas del planeta con las que se abastecen estas granjas del mar. Como el jurel, cuyas capturas en aguas chilenas, por ejemplo, han caído entre 1994 y 2010 de los 4,4 millones de toneladas anuales a menos de 800 mil toneladas.

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