martes, enero 08, 2008

Taller para detener la nueva ola de transgénicos

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Argentina: Taller para detener la nueva ola de transgénicos. Las semillas “Terminator”


En el marco de la campaña internacional “Terminar Terminator” se realizó en Buenos Aires un Taller de Estrategias con el objetivo de “socializar información y articular entre movimientos sociales y grupos para definir acciones concretas”. Las semillas transgénicas “terminator”, impulsadas por corporaciones como Monsanto, impedirán el acopio para la resiembra por parte de los productores, ya que en las cosechas sólo se obtendrá semillas “estériles”.

El taller fue organizado por GRAIN, CEPPAS (Centro de Políticas Públicas para el Socialismo) y el Grupo de Reflexión Rural y se llevó a cabo el pasado 13 de diciembre en el Hotel Bauen, al día siguiente de realizada la segunda Marcha Nacional Ambiental en Buenos Aires.

El impacto que tiene sobre la economía rural este paquete tecnológico es el de “esclavizar cada vez más a los productores en relación a las corporaciones”, explicó Carlos Vicente de GRAIN. En ese sentido, la abogada kolla Viviana Figueroa señalóque “el derecho del agricultor de volver a sembrar su semilla se ve afectado si esa semilla es modificada y se ve sujeta al derecho de propiedad intelectual. Al no poder resembrar vamos a tener que pagar por lo que en realidad nos pertenecía”. Esta dependencia de los agricultores y productores respecto de las semilleras-químicas es una relación que se viene incrementando desde los inicios de la década del sesenta en la denominada “Revolución Verde”, con la introducción de los “híbridos”. Con el objetivo de incrementar la productividad del campo, se empezaron a utilizar “muchos químicos tanto para las plagas como fertilizantes para que [las plantas] crezcan más rápido”. Luego de algunos años, las empresas químicas compran a estas semilleras y el corolario de este proceso son los “transgénicos”, porque las empresas ven que les sale más barato desarrollar semillas resistentes a los químicos que fabrican. Este conjunto, semillas y químicos, va configurando un “paquete tecnológico” que esclaviza a los productores de campo [1]. El pretendido próximo escalón de esta historia son las semillas terminator.

Según Carlos Vicente, “estas semillas implican un cambio en el sistema de producción de semillas: luego de ser cosechadas se obtienen semillas estériles”. “Si uno las quiere volver a sembrar no germinan, están absolutamente muertas. Esta tecnología tiene un nombre técnico que es 'Tecnologías de Restricción en el Uso Genético', conocida bajo la sigla TRUGs a nivel internacional. Cuando el Grupo ETC las descubrió las bautizó como “Terminator”, ese es el nombre que utilizamos nosotros para combatirlas”, aseveró.

La implementación de estas tecnologías al campo, además de provocar la pérdida de la diversidad agraria, base para la vida de los campesinos y de un equilibrio ambiental, genera dependencia y endeudamiento económico de los productores en relación a las corporaciones. Acompañando esta idea central también estuvieron integrantes del MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero), del Movimiento Semillero de Misiones y del Centro de Acción Popular Olga Aredes, entre otros.

En el área legal, que implica lo concerniente a los derechos de propiedad intelectual, se complejiza aun más la situación. Según Tamara Perelmuter, investigadora, “la posibilidad de 'patentar' cualquier cosa está transformando el sentido mismo del término 'semilla', ya que durante miles de años significó cultura, vida, alimento”. Por lo tanto, se genera un cambio que rompe con la práctica histórica de la agricultura: “la industria semillera cuestiona la libre utilización de semillas por parte de los agricultores”, de modo que las corporaciones pretenden generar negocios tanto por el “paquete tecnológico” -semillas y agroquímicos- como por las regalías en términos de patente.

La Campaña Terminar Terminator [2] cobra renovado interés al acercarse la Novena Conferencia de las Partes del Convenio de Diversidad Biológica, ONU (COP9), que se realizará en la ciudad de Bonn, Alemania, durante el mes de mayo de 2008. Particularmente el Convenio de Diversidad Biológica ha establecido, en el año 2000, una suerte de prohibición a la comercialización y experimentación en campo abierto de estas semillas “terminator” (estériles). Las empresas semilleras -tales como Monsanto, DuPont, Syngenta y Groupe Limagrain- pretenden desbloquear ese “impedimento legal” que rige sobre este tipo de transgénicos en los países que adhieren al Convenio.

Otra preocupación de los movimientos sociales, ONGs e investigadores es que las corporaciones pretenden introducir una variante aun más perversa de transgénico, el “proyecto transcontainer”, que el Grupo ETC bautizó con el gráfico nombre de “zombie”. Se trata de semillas que tienen la posibilidad de ser revividas, como si se tratara de “muertos vivos”. Mediante el correspondiente pago a las corporaciones y el tratamiento químico adecuado, estas semillas estériles podrán volver a la vida fértil. Aquí los impactos sobre la naturaleza no son siquiera imaginables dado el alto grado de manipulación genética que implican.

Los asistentes al taller también dedicaron parte del tiempo para debatir acerca de los marcos legales y las posibles reformas a realizarse en Argentina. El detonante de la preocupación es que el gobierno nacional pretende modificar la ley de semillas actualmente vigente. Tamara Perelmuter explicó que “la industria semillera cuestiona la existencia y circulación de lo que se conoce como 'bolsa blanca', que no está regulada. Los argumentos que exponen las empresas tienen que ver con el momento histórico. Como la ley actual es de 1973 y tenía que ver con la Revolución Verde y los híbridos, hoy esgrimen que hay que actualizar la legislación y adecuarla a la biotecnología”.



"Las semillas terminator son todas transgénicas. Poseen modificaciones que hacen que en algún estado de la evolución de la planta se produzca una toxina que mate a la semilla. ¿Cómo hacen para que crezca la primera vez y luego [en siguientes generaciones] ya no? Para que esta semilla terminator crezca hacen una “trampita”: una proteína actúa como puente y evita que se produzca la toxina letal. Entonces venden una semilla que crece normalmente. Cuando la planta crece, y está produciendo la nueva semilla, ahí actúa el “inductor químico”, que puede ser un antibiótico, calor, alcohol, un herbicida, distintas sustancias. Este “inductor” genera un proceso en el cual esa proteína que teníamos (ese puente que permitía el crecimiento) es destruido por una toxina y la semilla nace muerta. Mientras la semilla crece produce una sustancia tóxica que la mata. Luego de cosechada ya no tiene la capacidad de reproducirse."

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