martes, diciembre 04, 2007

El valor de una flor silvestre

RED POR UNA AMERICA LATINA
LIBRE DE TRANSGENICOS
BOLETIN 266


“El valor de una flor silvestre”. Perspectivas de precaución en el riesgo ambiental que presentan los organismos genéticamente modificados.


Iulie Aslaksena, Anne Ingeborg Myhrb

Introducción

¿Cuánto vale una flor silvestre? Inspirados en “El valor de un pájaro cantor” por Funtowicz and Ravetz (1994) hemos utilizado el valor de una flor silvestre en su ecosistema como un símbolo de complejidad en cuanto a la evaluación y manejo las cualidades ambientales y los riegos en el contexto del uso y liberación de los organismos genéticamente modificados (OMG). El hecho de que las técnicas de modificación genética y sus aplicaciones son relativamente nuevas; el hecho de que los impactos en la salud y en el ambiente pueden sólo ser evaluados a largo plazo; los efectos potenciales irreversibles en la biodiversidad y la divergencia en cuanto a las percepciones sobre los riesgos por parte de los diferentes grupos de actores; las varias y diversas preocupaciones éticas y los inmensos intereses económicos de las compañías biotecnológicas son sólo algunos de los factores que contribuyen a la complejidad en la gobernabilidad de riesgos. A pesar de ello, cada uno de estos factores cuenta con argumentos razonables que son preocupantes y que constituyen la base para un enfoque de precaución.

El reto es desarrollar un proceso para la gobernabilidad de riesgos que reconozca los contextos interdisciplinarios tanto científicos, como políticos, económicos y sociales, que fortalezca la responsabilidad ambiental y diseñe las estrategias de precaución que puedan prevenir o al menos minimizar los impactos negativos futuros y que al mismo tiempo promueva la innovación de los OMG sustentables.

Nuestro objetivo en este artículo es desarrollar una perspectiva de precaución sobre la evaluación de riesgos en el contexto del riesgo ambiental de los cultivos MG. Nos basamos en la “ciencia post-normal”, donde el enfoque en las incertidumbres del conocimiento y la complejidad crea una nueva visión de la ciencia: cuando la ciencia ya no es más imaginada como una verdad dada que no respeta el contexto, ésta recibe un nuevo principio organizativo, el de la calidad (Funtowicz y Ravetz, 2994).

Uno de los aspectos más importantes del principio de la calidad es el tener un enfoque más amplio en lo que respecta a riesgo ambiental, que va de la racionalidad orientada a los resultados hacia la racionalidad de procedimientos, es decir se basa en el proceso de generación de conocimiento en lugar de solamente basarse en los resultados finales.

La racionalidad de procedimientos es una ampliación de la revisión por pares dada por la comunidad a los científicos de otras disciplinas y a la gente afectada por un problema ambiental en particular. Reconoce la importancia del contexto, las presunciones éticas y la posibilidad de democratizar el conocimiento mediante la participación de la comunidad para la acumulación de conocimiento, teniendo en cuenta las diferentes perspectivas de los múltiples actores interesados.

Desde esta visión, el análisis costo – beneficio puede reconocerse como un acercamiento a la verdad, pero no constituye tampoco la última palabra en lo que se refiere a evaluaciones ambientales. Los autores de la políticas ambientales deberían estar conscientes de lo que se asume y lo que está implícito en un análisis costo-beneficio en lo que se refiere al valor de la naturaleza y la motivación humana, la divergencia con las observaciones en el mundo real y cómo lo asumido define e influencia el resultado de los análisis y las recomendaciones políticas que se hacen. Deberían considerarse otros métodos como la identificación y sistematización de la incertidumbre, reconocimiento de la complejidad y la aplicación de métodos de múltiples criterios y procesos participativos.

2. Riesgo ambiental, calidad y responsabilidad

Es necesario tomar en cuenta tanto la responsabilidad ética de los científicos, como la responsabilidad social y ambiental de individuos y empresas debido a la incertidumbre y la complejidad de los problemas ambientales y los problemas de salud. Jonas (1984) sugiere que la responsabilidad tiene un mayor valor como principio ético básico que la reciprocidad, ya que no existe la reciprocidad entre las generaciones futuras y nosotros. La responsabilidad ambiental se relaciona a la existencia humana y sugiere que la Tierra no debe ser dejada en un peor estado del que lo recibieron las generaciones presentes.

Esta perspectiva sobre la responsabilidad ambiental implica un enfoque de precaución, pero al mismo tiempo alienta la innovación. En lugar de una interpretación limitada del principio de precaución que enfatiza el “no daño”, el enfoque se cambia y toma en cuenta un asunto más conceptual, el de cómo queremos vivir con otros seres humanos y cómo debe ser la relación entre nosotros y la naturaleza. Este cambio de enfoque puede tener implicaciones en cómo tratamos a la incertidumbre y los problemas complejos. La ciencia moderna no ha aceptado la posibilidad de una interacción fuerte entre las partes “al parecer no relacionadas” del universo y se rehúsa a aceptar la existencia de lo que no puede ser inmediatamente observado y cuantificado. Sin embargo, todas las características que no son reconocidas y sobre las cuales no se toma ninguna responsabilidad pueden reaparecer como monstruos (Shelley, 1818/1992; Douglas y Wildavsky, 1982; Smits, 2006).

Mientras la ciencia supone comúnmente que la incertidumbre se reduce por acumulación del conocimiento, las pasiones humanas continúan creando incertidumbres. Los dos trabajos pioneros, Knight (1921) “Riesgo, incertidumbre y beneficio económico” y Keynes' (1921) “Un tratado en probabilidad” ilustran la paradoja que las incertidumbres crean en las relaciones humanas y cómo las interacciones sociales se han moldeado en términos de probabilidades. Mientras Keynes reconocía lo impredecibles de las pasiones humanas, Knight tomó al riesgo como algo que podía ser calculado con anterioridad y que podía convertirse en un costo, y por lo tanto podía ser controlado.

Los sociólogos en Nowotny et al. (2001) argumentan que “este significado contemporáneo de riesgo en cierta forma acabó con el pensamiento de que la incertidumbre es un aspecto inherente”. Lo que antes calificábamos como incertidumbre podría esconder la diferencia entre incertidumbre, riesgo, ignorancia y ambigüedad, entonces, la incertidumbre es más que una probabilidad desconocida o un conjunto de información insuficiente (Dovers et al., 1996; Wynne, 1992).

Al evaluar los riesgos de las nuevas tecnologías, Small y Jollands (2006) argumentan que es muy importante empezar por entender más profundamente la naturaleza humana. Ellos sugieren que existe una tensión creciente entre el poder tecnológico emergente sobre la naturaleza y la actual (in)habilidad de nuestra naturaleza humana de lidiar con las potencialmente desastrosas consecuencias de la difusión de esta tecnología.

Ellos utilizan las metáforas de Prometeo y Pandora de la mitología griega para ilustrar el poder de la tecnología y el riesgo al que estaríamos expuestos si la adopción de la tecnología se conduce únicamente por la avaricia y el interés propio en lugar de la responsabilidad social y ambiental. Tenemos el conocimiento para manipular a la naturaleza, pero ¿tenemos la sabiduría suficiente para evitar las consecuencias no sustentables? Small y Jollands (2006) sugirieron que existen tres clases de riesgos: riesgo accidental, riesgo fortuito y riesgo malévolo.

Mientras los riesgos accidentales se relacionan a eventos imprevistos e inesperados, causados por una falta de conocimiento; los riesgos fortuitos aparecen cuando nos damos cuenta de las consecuencias negativas y no podemos o no queremos enfrentar estos problemas inmediatamente. En cambio, el riesgo malévolo se refiere al uso malicioso de la tecnología que crea un daño intencional a los seres humanos y el ambiente. Un enfoque de precaución incluye una concienciación de los problemas ambientales y la predisposición para actuar basándose en información relevante.


2.1 Calidad y riesgo: aplicaciones a los OGM

A pesar de los esfuerzos sobre evaluaciones de riesgo en OMG, véase por ejemplo EU (2001), continúan sin resolución los problemas en cuanto a las evaluaciones a largo plazo de los riesgos ambientales y los riesgos a la salud. Por ejemplo: ¿qué aspectos del riesgo ambiental de la liberación de OMG son convenientes para un análisis costo-beneficio y qué aspectos necesitan un enfoque más amplio? ¿qué sucede con los problemas de distribución, beneficios controversiales y la elección de una tasa de descuento? Algunos científicos manifiestan sus preocupaciones sobre los potencialmente irreversibles impactos de liberar cultivos MG en el ambiente natural; mientras otros enfatizan los beneficios potenciales en cuanto al aumento del rendimiento agrícola y mejora de algunos aspectos en la calidad de los alimentos, así como los beneficios ambientales potenciales por ejemplo: la reducción del uso de pesticidas y herbicidas, conservación del suelo y fitoremediación del suelo contaminado y el agua superficial.

Los riesgos ambientales relacionados a los cultivos MG incluyen el desarrollo de “super-malas hierbas”, efectos adversos en organismos beneficiosos hacia los cuales no están dirigidos los experimentos y pérdida de la diversidad biológica y genética (Andow y Zwahlen, 2006; Myhr y Traavik, 2003; Wolfenbarger y Phifer, 2000).

Más aún, las modificaciones genéticas pueden aumentar la habilidad de un organismo de convertirse en una especie invasora. Mientras que la mayoría de las especies introducidas de plantas no tienen problemas ni económicos ni ecológicos, pocas especies se convierten en invasoras y pueden causar un serio daño a su nuevo hábitat, por ejemplo, en Estados Unidos el daño estimado y el costo de controlar las especies invasivas se estima en más de $138 billones anualmente (Pimentel et al., 2005).

Al momento no existe conocimiento sobre por qué ciertas especies se convierten en invasoras exitosas y existe muy poca información confiable y predecible sobre el poder de la naturaleza y la extensión de las invasiones futuras. Por ejemplo, se estima que el 80% de las especies en peligro pueden sufrir pérdidas debido a la competencia o por depredación inducida por las especies invasoras (Pimentel et al., 2005). Un aspecto para el manejo de riesgos es cómo identificar las modificaciones genéticas que pueden aumentar o dar lugar a la formación de características invasoras (Warwick y Small, 1999).

2.2 Problemas de riesgo: dispersión de la resistencia al herbicida

Benbrook (2005) examinó algunas de las posibles consecuencias que podrían sufrir los agricultores estadounidenses al utilizar trigo de Roundup Ready (RR). Si el trigo RR es introducido, se incrementarán los costos de las semillas y los herbicidas y se reducirán los precios del trigo por lo que no variarían en gran medida los ingresos que los campesinos obtienen mediante un manejo simple de las malas hierbas. El reporte de Benbrook concluyó que el trigo RR no es una tecnología tan necesaria. Al momento, los sistemas existentes para el manejo de malas hierbas son estables, el precio del manejo de malas hierbas no está aumentando y los agricultores sí poseen formas de manejar la resistencia a los herbicidas usados actualmente. Otro problema es que de darse una experiencia negativa con el trigo RR (por ejemplo la dispersión de la resistencia al herbicida hacia los cultivos no MG o hacia los parientes silvestres), esto podría retrasar y arriesgar la aceptación de aplicaciones biotecnológicas para el desarrollo de nuevas variedades de trigo, incluyendo las aplicaciones que no crean muchas preocupaciones sobre seguridad de los alimentos como son las de las variedades de trigo resistentes a Fusarium blight.

El rechazo de las herramientas de reproducción que se basan en técnicas biotecnológicas pueden causar la adopción de técnicas convencionales de reproducción con biotecnología basada en el mapeo de genes y herramientas para marcación de genes (Benbrook, 2005).

Para mejorar la comunicación sobre riesgos y reconocer el contexto social, el informe de Benbrook sugiere que los campesinos, científicos y la industria de la biotecnología cooperen entre sí para llevar a cabo una valoración profunda e independiente sobre los impactos que causaría la adopción del trigo RR antes de su aprobación e inclusión en el mercado.

2.3. Problemas de riesgo: diversidad genética reducida

La adopción de cultivos MG podría reducir la diversidad genética de cultivos alimenticios importantes. Las especies Zea mays de maíz ya no se encuentran en forma silvestre, pero parientes cercanos, conocidos como teosinte (Z. diploperennis, Z. perennis, Z. luxurians, and Z. nicaraguensis) junto a otras variedades cultivadas localmente de Z. mays representan una reserva genética importante. Estos recursos únicos pueden contaminarse con polen de maíz modificado genéticamente. Si los cultivos de maíz MG se liberan, podrían competir con las variedades locales que poseen una variación genética única.

La controversia que generó el artículo de Nature escrito por Quist y Chapela (2001), ilustra la importancia de considerar el contexto científico en el que se desarrolla la evaluación de riesgos, ya que los autores encontraron transgenes en 5 de 7 variedades de maíz en México. Sarewitz (2004), en referencia a este caso, sugirió que la incertidumbre sobre los impactos ambientales puede deberse no solo a la falta de conocimiento científico sino también a la falta de coherencia entre las disciplinas científicas que compiten entre si, ya que cada una tiene diferentes tradiciones, enfoques y modelos. La orientación y las suposiciones implícitamente sostenidas en las diferentes disciplinas científicas muestran las visiones científicas contrapuestas sobre la naturaleza, la naturaleza humana y la responsabilidad ética de los científicos.

Cada disciplina científica entonces representa una forma diferente de percibir la incertidumbre ambiental y los valores, entonces las suposiciones implícitas necesitan estar articuladas para poder descifrar en que medida un desacuerdo científico en particular representa una “falta de conocimiento” o una “falta de coherencia”.

Otro aspecto que no se discutió fue que la estructura disciplinaria y la desunión de la ciencia constituían las raíces de esta controversia. Los dos lados del debate representaban dos visiones contrapuestas de la naturaleza – una que se preocupaba de la complejidad, interconexión y falta de predicción y la otra preocupada de controlar los atributos de organismos específicos para el beneficio humano.

En términos disciplinarios estas visiones que compiten entre sí se encuentran en dos escuelas intelectuales diferentes de las ciencias de la vida – ecología y genética molecular (Sarewitz, 2004, p. 391). Lo que Sarewitz manifiesta como una explicación de la controversia en cuanto al análisis de Quist y Chapela de la diversidad genética reducida, ilustra la importancia de articular estos valores implícitos y suposiciones que logren un dialogo constructivo entre las disciplinas científicas.

Por ejemplo, la suposición implícita del análisis costo - beneficio no toma en cuenta la diferencia entre la naturaleza como una fuente de productos materiales individuales y la naturaleza como un proceso ecológico, ni la distinción entre la motivación humana por el interés propio responsable y un comportamiento de consumo adictivo.

Las diferentes perspectivas sobre la motivación humana, el rol para la responsabilidad individual y la relación entre la actividad humana y los procesos ecológicos crean también diferentes perspectivas sobre el riesgo ambiental y el valor de la diversidad biológica y genética. Además, las diferentes perspectivas influencian como se construye la percepción del riesgo ambiental a través de valores implícitos, desunión científica e intereses económicos.

2.4 Problemas de riesgo: aspectos económicos y sociales

Las incertidumbres de los impactos en el ambiente y la salud de los OMG están ligadas a las incertidumbres económicas y sociales (Batie y Ervin, 2001). La preocupación del público sobre la comida modificada genéticamente se relaciona tanto a los riesgos potenciales en el ambiente y en la salud (Burton et al., 2001; Noussair et al., 2002; Pryme y Lembcke, 2003), como a los riesgos económicos (Harhoff et al., 2001; Zilberman y Lipper, 2005).

Las modificaciones genéticas de los cultivos se han basado en la producción, para incrementar el rendimiento agrícola, mas no en la demanda del consumidor o en una perspectiva de salud.

Batie y Ervin (2001) se refieren a ésta como una “tecnología de empuje” en lugar de ser “impulsada por la demanda”. La producción de semillas MG se da dentro de una estructura industrializada caracterizada por la unión fuerte entre la producción de semillas y la producción de herbicidas. Al momento, en Estados Unidos y alrededor del mundo, el 71% de los cultivos MG que se producen comercialmente (James, 2005), por ejemplo: la soya, el maíz, colza y algodón son tolerantes a los herbicidas y son desarrollados y promovidos por compañías químicas.

El adoptar los cultivos MG tolerantes a los herbicidas y las nuevas oportunidades del mercado para los herbicidas pueden crear incentivos para promover los cultivos MG muy apresuradamente, incluso antes de contar con una evaluación de riesgos socialmente óptima. Si una tecnología es introducida para reemplazar una tecnología previa que causa problemas ambientales, los nuevos problemas asociados a la nueva tecnología podrían no ser tomados en cuenta (EEA, 2001). En un análisis de los costos - beneficios de los cultivos MG en Europa, Wesseler (2003) examinó los beneficios de la adopción de cultivos MG en cuanto a la disminución en el uso de pesticidas y su impacto positivo en la salud, así como el efecto en la calidad de agua subterránea y en la biodiversidad, pero en este estudio no se analizaron los efectos adversos potenciales en el largo plazo.

Un enfoque de precaución en lo que se refiere a seguridad alimentaria sería no sólo el promover la adopción de cultivos MG, pero también promover el mejoramiento ambiental en la agricultura tradicional, las innovaciones en cultivos orgánicos y la conservación de la diversidad genética agrícola.

El problema de que las patentes y los derechos de propiedad en los recursos genéticos se hayan transferido al sector privado crea varias preocupaciones. La introducción de genes “terminator” es uno de los principales. Los campesinos ya no pueden depender de su propia producción de semillas, ya que deben comprar las semillas e incluso pueden ser amenazados por litigación si sus cultivos nativos se contaminan sin intención por el polen MG que acarrea el viento (Warwick y Meziani, 2002).

Si la adopción temprana de una tecnología resulta muy lucrativa, y existe controversia científica en cuanto a los efectos ambientales y a la salud a largo plazo, es muy probable que la preocupación pública sea también alta. Una encuesta en Europa mostró que la preocupación está relacionada a un deseo de transparencia en cuanto a la toma de decisiones sobre los alimentos MG, el cuestionamiento del poder del mercado de las compañías multinacionales (actualmente pocas compañías dominan el desarrollo y la comercialización de los cultivos MG) y una preocupación sobre las implicaciones en cuanto al paisaje y la cultura en el sistema agrícola (Marris et al., 2001).

La industria de la biotecnología tiene un rol importante que jugar en lo que se refiere al desarrollo de la responsabilidad ambiental, mediante la mejora de la comunicación sobre riesgos entre los diferentes actores, el suministro de información para una mejor evaluación de riesgos y el reconocimiento del manejo de riesgos como su contribución para una mayor responsabilidad social y ambiental (Aslaksen et al., 2006). Para mejorar la información es necesario ir más allá del conflicto de intereses causado por el reclamo de información confidencial de negocios. El acceso a la información y la acumulación de conocimiento a través de la revisión de pares es necesaria para construir un entendimiento público y la confianza en los OGM además de direccionar las próximas actividades de investigación hacia las áreas donde existe mayor incertidumbre (Nielsen, 2006).

El enfocarse con mayor énfasis en la responsabilidad social corporativa puede fortalecer el proceso de transparencia en la comunicación de riesgos, simplemente porque el retener información puede dañar la reputación de la compañía (Paine, 2003).

2.5. Problemas de riesgo: ¿cómo aplicar el principio de precaución?

Los grandes incentivos económicos para la adopción temprana de los cultivos MG pueden afectar tanto a los incentivos para una evaluación de riesgos suficiente, como al manejo de riesgos y la comunicación de riesgos; lo que sugiere que el uso de los OMG y su liberación, sin considerar el enfoque de precaución, puede ser un ejemplo de una tecnología Prometea con un potencial Pandoreano.

Los procesos científicos y políticos alrededor de los OMG no toman en cuenta los aspectos Pandoreanos de la toma de decisiones humanas. Por ello se establece el enfoque de precaución.

En lo referente a las regulaciones sobre OGM, el enfoque de precaución juega un rol importante en el Protocolo de Cartagena en bioseguridad y el principio de precaución se aplica en regulaciones como el Acta de Tecnología Genética de Noruega de 1993 y la directiva de Estados Unidos 2001/18/EC. A pesar de ello, actualmente existen discusiones sobre cómo debería implementarse el principio de precaución y como los enfoques de precaución deben ser facilitados. Se han construido algunas enunciaciones del principio, que van desde el enfoque ecocéntrico al antropocéntrico, y desde ser renuentes al riesgo hasta tomar posiciones sobre los riesgos (ver cuadros 1 y 2). Una versión más débil sobre el principio de precaución esta basado en la ética utilitaria únicamente y sus aplicaciones envuelven los análisis riesgo/ costo-beneficio (Myhr y Traavik, 2003).

En este contexto, el principio de precaución puede utilizarse como una opción para manejar los riesgos cuando éstos han sido identificados a través de un análisis de riesgos. Por ejemplo, la Declaración de Río utiliza el peso de los costos y beneficios; medidas costo-efectivas (ver cuadro 1).

Las versiones fuertes del principio de precaución acogen valores inherentes del ambiente y comúnmente están basados en posiciones ecocéntricas o preocupaciones en cuanto a los servicios de los seres no humanos y los ecosistemas (ver cuadro 2). Una versión fuerte se encuentra activa en la naturaleza y obliga a las autoridades reguladoras a tomar acciones, por ejemplo mediante la implementación de procedimientos de manejo de riesgos. La diferencia entre la versión débil y la fuerte se basa principalmente en la demanda de evidencia científica y en la significancia ética de la incertidumbre. La declaración Bergen es un ejemplo.

Cuadro 1
Versión débil del principio de precaución


La Declaración de Río
Para proteger el ambiente, los Estados deben utilizar ampliamente el enfoque de precaución de acuerdo a sus capacidades. Donde existan amenazas o daños serios irreversibles, la falta de una certeza científica total no puede ser utilizada como una razón para posponer medidas costo-efectivas y prevenir la degradación ambiental (Declaración de Río, 1992).


Cuadro 2
Versión fuerte del principio de precaución


La declaración Bergen
Para lograr un desarrollo sostenible, las políticas deben basarse en el principio de precaución, las medidas ambientales deben anticiparse, prevenirse y se deben enfrentar las causas de degradación ambiental. Cuando existan amenazas o daños serios o mentales irreversibles, la falta de incertidumbre científica no debe ser una razón para posponer las medidas para prevenir la degradación ambiental (Cameron y Abouchar, 1991).


Es interesante el tinte diferente que tiene un informe reciente de la UNESCO sobre el principio de precaución (UNESCO, 2005) ya que enfatiza el enfoque de precaución hacia problemas novedosos y complejos aunque la incertidumbre no sea tan obvia al momento en el que se necesita tomar decisiones sobre el manejo de riesgos.

Estas diferentes definiciones y enfoques de precaución son la base para nuestra discusión sobre precaución y valoración. Desde esta perspectiva, las versiones débiles del principio de precaución pueden ser consideradas como un análisis costo – beneficio extendido. Los análisis costo-beneficio pueden ser reconocidos como un enfoque para evaluar el riesgo ambiental, pero puede ser muy limitado al tomar en cuenta la extensión de los problemas sobre incertidumbre y complejidad, dado las suposiciones implícitas de los valores y preferencias en un análisis costo-beneficio.

3. Análisis costo-beneficio, preferencias y racionalidad

El análisis costo-beneficio es ampliamente usado como una herramienta de valoración de la naturaleza y para suministrar lineamientos sobre políticas para el manejo de los recursos naturales y el ambiente.

Recientemente, muchos autores han cuestionado lo asumido por los estudios de valoración ambiental y sus aplicaciones en el análisis costo-beneficio (Vatn y Bromley, 1994; Vatn, 2005; O'Neill, 1993; O'Neill y Spash, 2000). Una crítica principal al análisis costo-beneficio es que el valor de la naturaleza no puede ser medido en base a otros valores y que las cualidades irremplazables de la naturaleza no pueden compararse económicamente con otros productos comunes. La naturaleza tiene una complejidad irreducible que desafía la valoración unidimensional y ocasiona una pluralidad de perspectivas legítimas y valores, entonces, se necesitan medidas multidimensionales de valor para reflejar lo que realmente piensan los diferentes actores involucrados (O'Neill, 1993).

En el análisis costo-beneficio el daño a la naturaleza es visto como un costo que en principio puede ser recompensado. Sin embargo, el pago puede no necesariamente recompensar la pérdida de algo que le da sentido a la vida (O'Neill, 1996). “si las cosas valoradas que dan riqueza a nuestras vidas se reducen a simples mercancías, entonces, lo que hace significativas a estas vidas ha sido en sí mismo traicionado” (Funtowicz y Ravetz, 1994, p. 197). Las cualidades ambientales y culturales están entrelazadas (Jamieson, 1992). El pagar podría significar coimar (Goodin, 1994). El reto para un manejo adecuado de los riesgos ambientales es incluir el valor de una flor silvestre, con todas sus cualidades, es decir características que no se pueden expresar fácilmente en términos de valor para el mercado.

El hecho de que los precios del mercado no reflejen los riesgos ambientales y los riesgos a la salud, podría darles una ventaja injustificable en el mercado a los cultivos MG. Si no existen valores cualitativos en el análisis costo-beneficio, este análisis podría parecer una abstracción sin contexto, y “ser ciego” a los valores naturales y culturales que son difíciles de medir y podría además considerar a los valores naturales como similares a los valores de otros productos, sin tomar en cuenta los procesos ecológicos y el contexto social y cultural en el que estos valores de la naturaleza se desarrollan.

Esta aparente “ceguera” puede inducir a un cuestionamiento sobre la relevancia de la compensación económica para valorar las cualidades ambientales. Pearce (1998) argumentaba que es más apropiado no cuestionar la valoración económica per se, pero, de ser necesario, se debe dar un mayor valor a la naturaleza. Como sugerimos en la Figura 1, un puente entre la dualidad de la valoración monetaria abstracta y el rechazo a la compensación económica es desarrollar una complementariedad entre la valoración monetaria y no monetaria, enfatizando que la evaluación multidimencional de las cualidades ambientales, incertidumbres e impactos deberían darse en procesos deliberativos que reconozcan el contexto social de la evaluación de riesgos.

Quien actúa como representante de la naturaleza? El daño a la naturaleza reduce sus cualidades, por lo tanto afecta a varios actores. Y en cierta forma, todos somos actores y por lo tanto afectados.

Mientras Nyborg (200) expande la visión del “Hombre económico” para incluir a las preferencias de los ciudadanos, O’Neil y Sapsh (2000) indican que las preferencias cambian cuando los individuos son alentados a expresar los valores que ellos tienen como ciudadanos públicos en lugar de cómo consumidores privados. Una valoración individual puede cambiar el proceso de valoración, si es que existe mayor información disponible para los encuestados, véase Hanley et al. (1995). En un estudio sobre la biodiversidad encontraron un indicio en las preferencias en el que se da prioridad a algunos valores antes de considerar la compensación entre otros valores lo que significa que no existe una compensación completa entre el valor de la biodiversidad y otros productos.

Paralela a la metáfora del “Hombre económico”, Soma (2006) desarrolló la metáfora de “Natura económica” para describir el valor de la naturaleza y el ambiente como si estuviera implícito en un análisis costo-beneficio, es decir como un paquete de mercancías con un valor potencial en el mercado. Esta autora sugiere formas de expandir el modelo de “Hombre económico” y “Natura económica” para tomar en cuenta el contexto ambiental, social y político del manejo de la incertidumbre ambiental.

La noción de la racionalidad implícita en un análisis costo beneficio asume el modelo del “Hombre económico”, donde los actores económicos están motivados por el propio interés racional y en cierta forma tienen necesidades ilimitadas, “más es mejor”.

La teoría de “Hombre económico” generalmente no toma en cuenta la diferencia entre una motivación basada en “más es mejor”, en un contexto de responsabilidad personal, social y ambiental y una motivación basada en la avaricia. Pearce (1998) enfatizó que la economía tiene unas bases éticas más amplias de lo que usualmente se transmite a través de la imagen del “Hombre económico” y que la responsabilidad ambiental no es incompatible con la racionalidad individual. Sin embargo, también señala que la discusión sobre la base ética y la importancia del contexto no son analizadas en la economía aplicada. Los impactos ambientales de la actividad económica se tratan, por definición, como “externalidades” es decir, externos a la responsabilidad del tomador de decisiones individual. El internalizar las externalidades es percibido como un problema para la política pública únicamente, es decir que depende de un diseño efectivo de medios políticos, y no como un problema de todos, como la falta de desarrollo de responsabilidad individual.

Uno podría argumentar que la suposición no calificada de “más es mejor”, sin tomar en cuenta el contexto social y económico, en cierta forma refleja una avaricia inherente a la naturaleza humana y la falta de responsabilidad individual. Semillas de la avaricia crecen en un suelo de indiferencia. En una investigación sobre economía, el psicólogo David Winnicott reflexiona sobre la falta de discusión explícita de la avaricia en la teoría económica: “… la economía ha parecido comúnmente como la ciencia de la Avaricia donde se prohíbe todo lo que mencione a la avaricia” (Winnicott, 1945, p. 170).

El enfocarnos en la avaricia como un aspecto de la motivación económica puede hacernos mas conscientes de cómo el comportamiento - de acuerdo con la suposición económica estándar de “más es mejor” - puede contribuir a un consumo adictivo y excesivo y por lo tanto a un excesivo impacto ambiental y una devastación ambiental (Nicholsen, 2002).

La teoría económica de la valoración se enfoca en el interés propio y de alguna forma refleja una preocupación por la pérdida de libertad de elección (Pearce, 1998). Sin embargo, al resaltar solo las cualidades positivas de carácter individual, su lado inconsciente, el de la avaricia y la falta de preocupación por otros, se vuelve invisible y no se lo toma cuenta, por lo tanto no se visibiliza la responsabilidad personal (Klein, 1956; Wachtel, 2003; Whybrow, 2005). Al reconocer las fuerzas concientes e inconcientes de la motivación humana, nosotros como individuos reconocemos nuestra capacidad de desarrollar una complementariedad positiva ente el interés racional propio y la responsabilidad social y ambiental.

El reto para la economía es reconocer cómo “mis acciones influencian tus posibilidades” (Vatn, 2005), reconociendo que el bienestar individual incluye el desarrollar preferencias y capacidades que nos permitan realizar acciones bien informadas y bien reflexionadas, y no solo satisfacer cualquier deseo que tengamos (O'Neill, 1993).

Como lo expresó Robert Pirsig en su búsqueda de la calidad: “Los valores sociales están bien solo si los valores individuales están bien. El lugar para mejorar el mundo es primero nuestro propio corazón, nuestra cabeza y nuestras manos y desde allí debemos trabajar hacia fuera” (Pirsig, 1974, p. 297). Al desarrollar la noción de responsabilidad ambiental, Jonas (1984) discute la “necesidad de metafísica” como una base para la ética, considerando que “la exclusividad antropocéntrica puede ser un prejuicio y que por lo menos se la debería reexaminar” (Jonas, 1984, p.46) y sugiere que la metafísica tácita involucrada en cada disciplina debe hacérsela explícita. En un informe sobre las perspectivas de la naturaleza de Malthus y Wordsworth, Becker et al. (2005) mira a la naturaleza como un punto de referencia para la mente humana y su capacidad creativa, que nos provee de una orientación para la vida.

El valor de una flor silvestre, como el canto de un pájaro, también está en su enseñanza sobre nosotros mismos y sobre lo que queremos hacer con nuestras vidas mientras estamos aquí (Funtowicz y Ravetz, 1994, p. 206).


4. Idoneidad del propósito: ¿cómo aplicar el principio de precaución?

Los enfoques políticos del riesgo ambiental, especialmente a nivel local y regional se basan, casi exclusivamente, en soluciones técnicas y descuidan las preguntas: ¿Qué tipo de naturaleza y conservación de la biodiversidad queremos alcanzar? ¿Cuál es la calidad auténtica para este tipo específico de naturaleza? ¿Cuáles resultados del desarrollo histórico de la naturaleza se deben preservar, cuáles jardines de manzanas, cuáles pastos en las montañas y cuáles arbustos?

¿Quiénes son los representantes de una flor silvestre? ¿Cómo se sentiría ser humano sin este lugar (Latour, 2004)?. El solo hecho de hacernos estas preguntas afectará en cómo se aplique la gobernabilidad de riesgos; es también una visión distinta del optimismo o pesimismo, diferente al estar “a favor o en contra” de los OMG, y demanda una visión más conceptual sobre las necesidades, objetivos e intereses para una aplicación dada.

Al considerar el propósito de la aplicación de un organismo modificado genéticamente desde la perspectiva de la sociedad y al tomar en cuenta el daño potencial para un amplio rango de actores vemos la necesidad de tener un contexto mucho más amplio de lo que la aplicación de un análisis costo beneficio nos puede dar. Además, la incertidumbre actual y la complejidad de los ecosistemas hacen difícil el aplicar los análisis costo-beneficio, por lo tanto, una versión más débil del principio de precaución podría no funcionar de acuerdo a su intención. Esto hace que nazca la pregunta de: ¿Cómo aplicar el principio de precaución en las decisiones de manejo de riesgos en OGM?

4.1 Idoneidad del propósito; implicaciones para la ciencia

La naturaleza misma es lo suficientemente rica y compleja para soportar un amplio rango de hipótesis dadas por una diversidad de enfoques metodológicos, disciplinarios e institucionales (Sarewitz, 2004).

Lo que Sarewitz resalta es el “exceso de objetividad” referido a que cualquier observación, mediante el conocimiento científico disponible, puede ser legítimamente interpretada en diferentes formas y por lo tanto pueden surgir visiones rivales de un mismo problema y de cómo la sociedad debe responder a ellos. Las diferentes disciplinas científicas emplean modelos que compiten entre sí y suposiciones básicas, por ejemplo los biólogos moleculares se refieren a una práctica de laboratorio controlada, los biólogos de plantas se refieren a la historia de reproducción convencional de las plantas, mientras los ecologistas argumentan que las experiencias basadas en la introducción de especies nuevas en ambientes nuevos deben ser la base para la evaluación de riesgos de los OMG.

Por lo tanto, no solo la falta de entendimiento científico pero también la falta de coherencia contribuye a la incertidumbre sobre los OMG. Lo que se necesita es una discusión explícita de los valores plurales y enfoques científicos involucrados en una controversia ambiental particular. El empleo de un sistema basado en modelos para la toma de decisiones, cómo el trabajo W&H de Walker et al. (2003), puede ayudar a identificar las formas y niveles de incertidumbre involucrados en la toma de decisiones ambientales y estimular la comunicación entre actores en el proceso de decisión. Krayer von Krauss et al. (2004) han demostrado y probado el sistema W&H con el propósito de identificar los diferentes juicios de incertidumbre, entre científicos y otros actores, en la evaluación de riesgos de los cultivos MG. Estos estudios se basaron en los efectos potenciales negativos sobre la agricultura y los procesos de cultivo que causaría la liberación de cultivos de semillas oleaginosas resistentes a los herbicidas.

Krayer von Krauss et al. entrevistaron a siete expertos en Canadá y Dinamarca. Para poder identificar las visiones de los expertos en cuanto a la ubicación de la incertidumbre (donde se manifiesta la incertidumbre), los autores presentaron un diagrama mostrando las relaciones causales y los parámetros clave a los expertos. Con el propósito de identificar el nivel de incertidumbre (que iba desde “estar completamente seguros” a “ignorancia completa”) y la naturaleza de la incertidumbre (si la incertidumbre nace de la variabilidad inherente del sistema y la complejidad o de la falta de conocimiento), los expertos tenían que cuantificar el nivel y describir la naturaleza de la incertidumbre en los parámetros clave del diagrama. Al pedirles a los expertos que identifiquen la naturaleza de la incertidumbre fue posible distinguir entre la incertidumbre que puede reducirse con más investigaciones, de la incertidumbre e ignorancia que se originaba de la variabilidad de los sistemas o su complejidad.

Reflexionando sobre el rol de la desunión científica en la interpretación de la incertidumbre ambiental, para Sarewitz (2004), surge la pregunta de ¿cómo un diálogo entre disciplinas rivales puede contribuir a que sean más explícitos esos valores intereses, y suposiciones que representan la base para cada uno de los enfoques sobre incertidumbre científica y la calidad en la naturaleza que tienen las diferentes disciplinas. Por ejemplo, Norgaard (2002) sugiere que la historia de las economías industriales, como la de superar la escasez a través de la innovación, ha condicionado el pensamiento económico en suponer comúnmente que la escasez, incluyendo la escasez de recursos naturales, será superada de una forma similar.

Si nos enfocamos en la promesa de las tecnologías de Prometeo pero descuidamos los potenciales de Pandora, el optimismo tecnológico puede pasar por alto su lado oscuro de “optimismo ciego”. El punto del “optimismo ciego” tiende a ver el “pesimismo ciego” como su única alternativa. El basarse en los procesos participativos y los riesgos de comunicación puede ser una forma de sobreponer la dualidad entre “optimismo ciego” y “pesimismo ciego” y puede contribuir al desarrollo de un enfoque de precaución, que complemente el optimismo sólido con la precaución como lo sugerimos en la Fig. 3.

4.2 Idoneidad del propósito; la necesidad de una revisión de pares extendida

Los economistas institucionales sugieren un rol para el “foro”: el proveer información e incentivar el dialogo entre los actores interesados (O'Neill, 1996; Vatn, 2005). En el contexto del riesgo relacionado a los organismos modificados genéticamente, los participantes del “foro” serían expertos científicos, representantes de la industria biotecnológica, consumidores, autoridades regulatorias y otros actores involucrados. Cada uno contribuiría con su perspectiva única: los expertos científicos pueden proveer la mejor evaluación de riesgo disponible y establecer la necesidad de obtener mayor información, la industria puede desarrollar un diálogo con otros actores y encontrar formas para mejorar su responsabilidad social y ambiental mientras se asegura el lucro a largo plazo, los consumidores pueden expresar su preocupación por la calidad y seguridad, y las autoridades competentes pueden desarrollar un dialogo sobre los incentivos.

La gente común puede ayudar a tomar en cuenta las implicaciones de la incertidumbre y la complejidad, por ejemplo al preguntar sobre los objetivos, y al controlar los intereses y las condiciones (Wynne, 2001). Esto puede también enriquecer el proceso de las investigaciones científicas al proveer conocimientos sobre las condiciones y los recursos locales. Por ejemplo en lo que debe ser usado como una normativa estándar para la evaluación del daño: – ¿no sería un estándar aceptable para la evaluación de riesgos de los cultivos MG el que no se genere un mayor daño ambiental que el causado por la agricultura convencional? El desarrollo sustentable de la agricultura involucra la preservación de los conocimientos locales y la cultura, junto con mejoras ambientales: ¿pueden los cultivos MG contribuir a ello? ¿son los cultivos MG la solución o la genómica debería ser usada para ayudar a la reproducción, con el propósito de mejorar la productividad en la agricultura?

Un aspecto central para el principio de calidad en el manejo de riesgos es el reconocimiento de que el contexto científico, económico y social están entrelazados y que se necesitan crear nuevas instituciones para los procesos participativos que fortalezcan el diálogo entre los diferentes actores, en lo que respecta a la selección de hipótesis, formulación del peso de las pruebas y la evaluación de la evidencia.
Los métodos de evaluación podrían incluir un análisis multicriterio y procesos deliberativos para evaluar la incertidumbre, para analizar los desacuerdos científicos y para la integración de las perspectivas de los diferentes actores interesados.

La percepción del riesgo varía entre los diferentes actores y el riesgo puede ser visto como un elemento de construcción social (Slovic, 2001). Jensen et al. (2003) aplica el concepto de “ventana de riesgo” para ilustrar cómo las evaluaciones de riesgo ven el mundo a través de una “ventana de riesgo” que sólo hace visible lo que ha sido predefinido como un riesgo relevante. El tamaño y estructura de esta ventana están determinados por los juicios de valor sobre lo que es considerado relevante en cuanto a los efectos adversos identificados en el proceso por los actores involucrados.

Por lo tanto, se espera que los actores utilicen diferentes estructuras conceptuales como un saco de creencias básicas, valores, actitudes y suposiciones creando así una base a través de la cual ellos se miran a sí mismos y miran el mundo, para que puedan identificar cuáles valores son importantes de proteger. Un enfoque para evaluación integrada incluye el trato de los aspectos técnicos y sociales - que casi siempre son inconmesurables - ya que es difícil saber con precisión las diferencias entre hechos empíricos y juicios de valor (Giampietro et al., 2006). Las dos versiones: fuerte y débil del principio de precaución se basan en la incertidumbre científica, por lo tanto debe haber alguna indicación científica o evidencia del daño probable que necesita evitarse.

El informe reciente de la UNESCO sobre el principio de precaución remplaza la probabilidad científica con la plausibilidad: “cuando las actividades humanas conducen a un daño moral inaceptable que es científicamente plausible pero incierto, las acciones deben tomarse para evitar o disminuir el daño”, por lo tanto la incertidumbre no se reduce a la probabilidad, ya que se abre al empleo de enfoques de precaución basándose en los posibles daños identificados. Sin embargo, esta versión incluye otro problema: Como identificar “el daño moral inaceptable”, que en ultima instancia propicia el surgimiento de las preguntas: ¿qué tipo de daño?, ¿para quién?, ¿por cuánto tiempo? y ¿a qué costo? La única forma de obtener un respuesta es involucrar a los actores interesados.

El método de multicriterios ha sido sugerido como una herramienta útil para mapear las preferencias sociales divergentes, y se ha desarrollado como una técnica basada en software para explorar las uniones entre el análisis científico/experto y los valores sociales divergentes y el interés. Por ejemplo, Mayer y Stirling (2002) han utilizado el mapeo de multicriterios en un estudio piloto de cultivos MG en Inglaterra y han identificado algunos elementos de un enfoque de precaución, como por ejemplo: diferentes enfoques, reconocimiento de las muchas fuentes de incertidumbre, transparencia de los métodos para evaluación de riesgos, consideración sistemática tanto de los beneficios demandados como del riesgo sobre una base que permita la comparación, y la participación de todos los actores afectados. Los métodos de multicriterio proveen una base poderosa para el análisis de políticas ya que este tipo de procesos de evaluación logran el objetivo de ser interdisciplinarios (con respecto al equipo de investigación), participativos (con respecto a los actores), y transparente (ya que todos los criterios se presentan en su forma original sin ninguna transformación hacia convertirlas en dinero u otras medidas).

5. Conclusiones

Para poder desarrollar una perspectiva de precaución sobre riesgo ambiental, la naturaleza multidimensional de los procesos ambientales necesitan ser explícitos, así como el contexto político y social para entender la incertidumbre científica.

El análisis costo beneficio es otro elemento que busca hacer explícitas las consecuencias del riesgo ambiental para que las cualidades naturales se preserven. La relevancia empírica de nuestra crítica del uso tradicional del análisis costo-beneficio es que nosotros delineamos una estructura expandida para evaluar los valores y riesgos ambientales. Sugerimos que tanto los desarrolladores de OMG así como los científicos tomen un rol más activo en cuanto a desarrollar foros para la comunicación de riesgos, la revisión de pares extendida y el diálogo entre actores.

Esto puede contribuir a mejorar la base empírica para los consejos políticos en como lidiar con el riesgo ambiental y proteger las cualidades ambientales. Para concluir, en lugar de establecer una definición del principio de precaución, sugerimos que el enfoque de precaución incluya los siguientes elementos:

1. Reconocer la dimensión social tanto en los conceptos de riesgo (riesgo de peligro, incertidumbre, ignorancia y ambigüedad), como en la distinción entre los diferentes tipos de riesgo de acuerdo a: la falta de conocimiento, el conocimiento de las consecuencias y el daño intencional.

2. Considerar las consecuencias potenciales adversas a largo plazo para la salud y el ambiente. Tomar en cuenta los beneficios controversiales.

3. Que tenga un enfoque más profundo sobre la naturaleza humana, cuestionando la noción de que las preferencias basadas en el mercado son la única guía para la responsabilidad ambiental y entendiendo la dimensión social y psicológica del riesgo.

4. Considerar las suposiciones éticas implícitas en los diferentes enfoques científicos. La responsabilidad ética del científico.

5. Lograr acuerdos entre las visiones científicas y desarrollar una actitud más humilde en lo que respecta a los adelantos tecnológicos. Transparencia en los procesos de evaluación de riesgo.

6. Aprender de las experiencias pasadas para detectar las “señales anticipadas”.

7. Se necesita un enfoque participativo, para lograr el diálogo entre los diferentes actores, aplicando el análisis de multicriterios y desarrollando los incentivos para la responsabilidad social corporativa.


Agradecimientos
Este informe nació de una caminata bioética en la naturaleza que duró algunos días, a través del Parque Nacional Hardangervidda en Noruega, mientras se discutía cuestiones éticas y filosóficas sobre la calidad en la naturaleza y tecnología y riesgo ambiental basándonos en el libro de Robert Pirsig, “ Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta”, como un punto de referencia para discutir sobre la calidad. Quisiéramos agradecer tanto a Silvio Funtowicz, Kamilla Kjølberg y Roger Strand, como a todos los participantes por darnos esta única oportunidad de reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza y como nuestra percepción sobre la calidad está influenciada por el estar en la naturaleza, caminando en bosques silvestres y confiando el uno en el otro.

Quisiéramos agradecer también a Mads Greaker por alentarnos a escribir este informe, sin implicarlo a él, en lo más mínimo, en lo que aquí escribimos y quisiéramos agradecer a Anne Skoglund por un excelente procesamiento de palabras y edición.

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